En los primeros aรฑos de este siglo, Jorge Volpi lanzรณ una idea provocadora, sobre todo para el latinoamericanismo acadรฉmico cuyo centro neurรกlgico reside en Estados Unidos: โLa literatura latinoamericana ya no existeโ
((Volpi, Jorge. โLa literatura latinoamericana ya no existeโ. Revista de la Universidad de Mรฉxico. 31 (2006): 90-92
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. Volpi se referรญa a que una vez superada la etapa del boom como gran literatura emergente en los aรฑos sesenta, las condiciones de creaciรณn, producciรณn editorial y recepciรณn de la literatura de cada naciรณn del continente han dificultado el conocimiento y el impacto de los escritores que no pasen por la alcabala de la ediciรณn espaรฑola. De hecho, y en esto no se equivocรณ, las influencias y proyectos estรฉticos de escritores y escritoras trascienden y desbordan el marco de las literaturas nacionales o de la literatura en tรฉrminos regionales. Asรญ, Volpi tomaba distancia del modelo de los grandes del boom, quienes construรญan sus figuras autorales desde su condiciรณn de latinoamericanos y le otorgaban a la narrativa el rol de expresar una visiรณn continental. Despuรฉs de ellos, tal cosa dejรณ de ocurrir, por lo menos con el รฉxito de Fuentes, Vargas Llosa, Cortรกzar o Garcรญa Mรกrquez, convertidos velozmente en canon.
En 2013 asistรญ al congreso de la Asociaciรณn de Estudios Latinoamericanos (LASA) en Washington, una reuniรณn multitudinaria de latinoamericanistas de diversas disciplinas entre quienes estaba la prestigiosa crรญtica Jean Franco. Al final de un panel en el que participรณ, Franco manifestรณ su desacuerdo con Volpi. ยฟAcaso se podรญa inferir de las afirmaciones de este escritor que Amรฉrica Latina no es mรกs que un conjunto de naciones con dinรกmicas diferentes? ยฟCuรกl es entonces el sentido del latinoamericanismo? ยฟSe puede sostener como รกrea de estudios? ยฟO se trata solo de un proyecto polรญtico, social y cultural de izquierda decolonial, postmarxista y postmoderna, asunto al que me referรญ en un artรญculo anterior?
Por supuesto que no. Si el latinoamericanismo recupera lรณgicas que le abrieron paso en el pasado, como la diversidad ideolรณgica, y se abre al siglo XXI, puede convertirse en una verdadera tribuna de deliberaciรณn democrรกtica. Ya no se trata tanto de partir de ideales del pasado expresados por polรญticos, militares e intelectuales del siglo XIX y XX, como de sopesar opciones de trabajo conjunto ante el futuro. Los problemas ambientales no pueden resolverse sin grandes acuerdos internacionales, los cuales implican la ciencia y la tecnologรญa en lugar de la idealizaciรณn de un pasado ancestral no europeo irrecuperable. Igualmente estamos enfrentando la cuarta revoluciรณn orientada por la inteligencia artificial, el internet de las cosas, la explosiรณn y recombinaciรณn de gรฉneros artรญsticos y la biotecnologรญa. Nos amenazan los populismos de izquierda y derecha, regresivos y autoritarios, que responden al agotamiento de la democracia liberal en cuanto narrativa movilizadora. Los รฉxitos de esta en salud, educaciรณn, equidad de gรฉnero e inclusiรณn de la poblaciรณn LGBTIQ pueden comprobarse y compararse con los de los paรญses autoritarios, pero es dรฉbil frente a los desafรญos que enfrenta. Ahora bien, no pareciera sensato pensar que la polรญtica identitaria, una revoluciรณn socialista o la simple restauraciรณn del Estado de bienestar, construido a la medida de la segunda revoluciรณn industrial entre el siglo XIX y XX, resolverรกn la falta de empleo, la precariedad, la pobreza estructural y la exclusiรณn de cualquier naturaleza. Los debates de las llamadas convencionalmente ciencias sociales y humanidades deben mirar con ojo realista y no militante problemas tan acuciantes en un marco regional.
Ciertamente hay que revisar nuestros cรกnones, lecturas y presupuestos; es innegable, por ejemplo, que lo que hemos llamado desde hace siglos โhumanismoโ estรก bajo interrogaciรณn y asedio, pero dejarlo a un lado no es suficiente para que emerja lo nuevo.
En el caso de los temas que conozco, como la literatura, la crรญtica y las polรญticas culturales โademรกs del feminismo y de los estudios sobre lesbianismo y representaciรณnโ, se enfrentan asuntos urgentes. El primero se relaciona con dar entrada a visiones de todos los sectores polรญticos dispuestos a debatir desde el conocimiento y no desde la pura implicaciรณn ideolรณgica. Hablar, por ejemplo, de โglobalizaciรณn neoliberalโ no pasa de una generalizaciรณn que no responde a la variedad de la regiรณn. No es cierto que la globalizaciรณn actรบa en todos los paรญses de la misma manera; por ejemplo, Venezuela vive una situaciรณn muy diferente a Uruguay, Mรฉxico o Costa Rica.
Otro tema clave es quรฉ significa en el siglo XXI la libertad de expresiรณn, creaciรณn y pensamiento; la apertura a registros culturales tan diversos que incluyen desde performances hasta artes plรกsticas, pasando por la mรบsica, los audiovisuales y por las literaturas emergentes y perifรฉricas, amplรญa nuestras opciones. No obstante, tal riqueza requiere de abordajes crรญticos que trascienden la definiciรณn ideolรณgica y abre espacio a pensar en los lรญmites de la apropiaciรณn cultural en una รฉpoca de sensibilidades muy despiertas respecto al tema de la representaciรณn. Me parece fascinante, por ejemplo, cรณmo las representaciones de las relaciones sexoafectivas entre mujeres se han multiplicado, pero medirlas solamente con el rasero de la correcciรณn polรญtica olvida el funcionamiento de la cultura en tanto complejidad irreductible a la pura dominaciรณn patriarcal y heteronormativa.
Asimismo, la lectura del pasado en tรฉrminos exclusivos de una acumulaciรณn de pecados polรญticos es anacrรณnica y antihistรณrica. Sin ese pasado no existirรญan las llamadas ciencias sociales y humanidades, por no hablar de la literatura y el arte. Otro punto nodal es el de la existencia de las redes sociales, que propician nuevas formas de recepciรณn y vinculaciรณn cultural, por no hablar de las plataformas de contenido, la digitalizaciรณn en masa de las mรกs diversas manifestaciones simbรณlicas y, desde luego, la piraterรญa, todo lo cual ha abierto lugares a lenguajes estรฉticos hรญbridos y a canales distintos de circulaciรณn. En el caso concreto del mundo de la escritura literaria, el profesorado, la crรญtica y el pรบblico lector disponen del libro impreso y digital en librerรญas, plataformas de venta por internet y plataformas de lectura que funcionan como inmensas bibliotecas digitales. La maravillosa presencia de mujeres narradoras hispanoamericanas โque se reconocen entre sรญ, por ciertoโse relaciona con que la tecnologรญa permite superar barreras editoriales como las que seรฑalรณ, con justicia, Jorge Volpi.
Tanta variedad requiere ojo y curadurรญa, como se llama hoy escoger entre el mar de materiales disponibles en el mundo digital y el mundo fรญsico; es decir, requiere de crรญtica y de una mirada mรบltiple y abarcante. Temas como la raza, el gรฉnero, la orientaciรณn sexual y la clase forman ciertamente parte del amplio abanico de la vida polรญtica, social y cultural actual, pero el anรกlisis de su entramado con las prรกcticas simbรณlicas no se resuelve con la alabanza, la denuncia o la abierta censura. El marco regional del latinoamericanismo posibilita la polifonรญa crรญtica necesaria para el mundo que vivimos, siempre y cuando la ceguera ideolรณgica y la pobreza metodolรณgica no se impongan como el catecismo de un culto compartido en tantas facultades de ciencias sociales y humanidades del hemisferio.
Escritora y profesora universitaria venezolana. Su รบltimo libro es Casa Ciudad (cuentos). Reside en la Ciudad de Mรฉxico.