De vez en cuando me encuentro por la calle algĆŗn libro expĆ³sito. Veo si es de mi interĆ©s y decido si dejarlo donde estĆ” o llevarlo a casa. El Ćŗltimo que rescatĆ© fue un tomo segundo de Guerra y paz, publicado por CĆrculo de Lectores y traducido por Serge T. Baranov y N. Balmanya. ComparĆ© la traducciĆ³n con la que siempre he leĆdo, de Irene y Laura Andresco, publicada por Aguilar, y me gustĆ³ mĆ”s la segunda por prosa y precisiĆ³n. AdemĆ”s desconfiĆ© de la ediciĆ³n de CĆrculo de Lectores porque tiene aroma a refrito y utiliza formas que parecen venir del inglĆ©s, transcribiendo los nombres al estilo anglo, Volkhonsky, Bezuhkov. Me quedĆ© con el libro, pero ya no hice el intento de conseguir el primer tomo.
Alguna vez vi sobre un basurero un libro gordo y bien encuadernado. El tĆtulo era La casa veneciana, de Mary Nickson. Me dieron ganas de acabar de empujarlo hacia los desperdicios, pero me faltĆ³ el Ć”nimo de un censor. QuizĆ”s de haberse tratado de un Paulo Coelho sĆ lo hubiese condenado.
Entre los libros expĆ³sitos hay unos que ya nadie quiere: las enciclopedias. AsĆ como el video matĆ³ a la estrella de radio y las series estĆ”n matando al libro, Wikipedia hace tiempo que sepultĆ³ a las enciclopedias. No sĆ© en quĆ© aƱo se habrĆ” imprimido la Ćŗltima. Las librerĆas de viejo suelen tener carteles asĆ: āCompramos todo tipo de libros excepto enciclopediasā. Y alguien que alguna vez mostrĆ³ con orgullo los mĆ”s de cien volĆŗmenes de la Espasa-Calpe tiene ahora un lastre en el librero. Algunas librerĆas la anuncian a precios de venta que van de los doscientos a los quinientos euros, pero imagino que el envĆo por correo triplica ese precio.
Esta semana me mudo de casa y no quise hacer sitio para una enciclopedia Salvat-El PaĆs que heredĆ© de un vecino junto con varios centenares de libros expĆ³sitos. Nunca la consultĆ© en los dos aƱos y medio que fui su feliz poseedor. Antes de tomar la decisiĆ³n final, abrĆ un tomo y consultĆ© la palabra ātortillaā. El texto nos revela que en MĆ©xico es āpan Ć”zimo que se hace palmeando entre ambas manos una bola de masa, generalmente de harina de maĆz, o sujetĆ”ndola a presiĆ³n para extenderla en forma circular y cocerla despuĆ©sā. Puedo imaginar a un turista espaƱol en alguna tortillerĆa: āDeme un kilo de pan Ć”zimo de harina de maĆzā. Si se compara con la informaciĆ³n que se da sobre la tortilla en Wikipedia se entenderĆ” por quĆ© nadie quiso aceptarme la enciclopedia expĆ³sita.
La coloquĆ© sobre un pretil frente a mi edificio. La gente pasaba y miraba con poca curiosidad. Alguien llegĆ³ a toquetear algĆŗn tomo.
Cada madrugada a las tres y media pasa el camiĆ³n de la basura. El operario examinĆ³ los volĆŗmenes unos segundos y los echĆ³ en dos lotes con el resto de los desperdicios. No ha de ser la primera vez que toma tal decisiĆ³n, pues la realizĆ³ con la frialdad de un matarife. Yo me sentĆ como aquellos espartanos que abandonaban a los niƱos con defecto en el monte Taigeto para que los devorara alguna fiera.
Recuerdo que en 1992 me tocĆ³ a la puerta un vendedor de la Enciclopedia HispĆ”nica. Dijo que estaba muy actualizada y con sumo orgullo agregĆ³: āYa aparece Salinas de Gortariā. Poca cosa en este mundo que se actualiza en un minuto.
Pero no todo lo enciclopĆ©dico ha de estar puesto al dĆa. Ciertos artĆculos sobre arte e historia suelen ser mĆ”s interesantes, sagaces y profundos en textos antiguos. Por eso, aunque me deshice de la generalizadora enciclopedia Salvat, sĆ guardo y consulto amorosamente la Enciclopedia de Cocina Salvat, editada hace cincuenta aƱos; pues los callos a la madrileƱa o las variedades de paellas siempre salen mejor con las recetas de la abuela.
(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.