Prosa de carpeta

Triunfa la prosa eficaz, que va a la línea de flotación, es populista, es fácil, y en realidad es profundamente vacua.
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Tengo una teoría sobre el vacío que han dejado las revistas con las que se educaron quienes ahora están entre los treinta y los cuarenta. Hablo de lectoras y lectores de revistas como Superpop –o Loka o Bravo– que al llegar a la edad adulta cambiaron las revistas por libros, pero lo que les seduce de los libros es lo que atrapa en las revistas: respuestas al desconsuelo emocional, intensidad, cierto arrebatamiento y esa prosa de carpeta. Tal vez en privado devoren las llamadas revistas femeninas (pienso en Glamour, Telva y Marie Claire; Vogue, Vanity Fair o SModa), pero lo que exponen en público son libros –que tienen más prestigio intelectual–. Se aferran a ellos como quien acudía al consultorio de Elena Francis. Lo sé porque está de moda compartir citas de libros en Instagram, y lo que más éxito tiene son frases de grandes palabras y un poco huecas. 

Subrayar las frases de las novelas es el equivalente a copiarlas en la carpeta. Con respecto al remanente de la adolescencia –creo que hay una parte de deseo de recuperar la juventud, con esa ansia y esa intensidad de cuando cantabas a voz en grito las canciones de Extremoduro sin sentirte ridículo–, hay dos vertientes. Una afecta al estilo y otra a la moral, o mejor, a los usos amorosos. En cuanto al estilo, triunfa la prosa eficaz, que va a la línea de flotación, es populista, es fácil, y en realidad es profundamente vacua. El estilo Superpop se distingue por la asertividad, una cierta impostación de la epifanía –cuando en realidad no ha habido búsqueda sino que se sabía ya a dónde se quería llegar–, una curiosa combinación de mojigatería y cursilada y la ambición de estar compartiendo experiencia y sabiduría sobre un asunto profundo, el amor casi siempre, pero no solo: el sentido de la vida, la muerte de los padres, la relación con los hijos.

Es una prosa en la que no hay humor, todo es intenso y profundo. La prosa de carpeta es un poco como hacerte llorar enseñándote un bebé muerto: eficaz, pero chusco. Me gustaría poner algún ejemplo, pero he hecho limpieza en mi biblioteca hace poco. Piensa en las columnas que escribía Carrie Bradshaw en Sexo en Nueva York, en esas dos frasecillas del final donde elevaba su anécdota a universalización, aunque no llegaba ni a sociología: ahí es donde cristaliza la prosa de carpeta con el asunto moral y la imposición de cómo han de ser las relaciones. O mejor dicho: la prosa de carpeta es un cebo para la moralina que siempre se esconde tras la prosa populista, eso cuando no es la pura vacuidad. El estilo de la escritura es el estilo del pensamiento. Por eso yo desconfío de las frases subrayables. 

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(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).


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