Puro glamour XXI. Otra mañana en que la luz se cuela entre los árboles

Hace unas semanas me sorprendí de mi felicidad: ¿por qué estoy tan contenta? Barajé algunas posibilidades: un principio de pulmonía me había quitado el apetito y ahora todos los vaqueros me quedan algo grandes; la primavera llega, hace sol y buen tiempo y todo comienza a florecer.
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Desde que vivimos en el piso mínimo–casitinyhouse nos hemos dado cuenta de que tenemos demasiadas cosas y a la vez más espacio del que creíamos. Los cajones más altos del armario siguen vacíos para sorpresa de Barreiros, lo que sucede es que no llego y meto a presión todo en el armario al que sí llego. Una de las ventajas de la casa nueva es que podemos tender fuera. Barreiros puso las cuerdas, tres filas de cuerdas verdes relucientes, con un trozo de cinta azul al final –la que está más cerca de la ventana ya se ha salido del carril y la dejo para colgar la ropa de la piscina–. Hace unas semanas me sorprendí de mi felicidad: ¿por qué estoy tan contenta?, ¿qué es esa alegría que me invade por las mañanas en forma de ligereza? Barajé algunas posibilidades: un principio de pulmonía me había quitado el apetito y ahora todos los vaqueros me quedan algo grandes; la primavera llega, hace sol y buen tiempo y todo comienza a florecer. Al entrar en el cuarto de baño en el que está la lavadora, me di cuenta de que el motivo de mi felicidad era que había logrado vencer a la colada: no había montaña de ropa sucia. Un trabajo constante, cabezonería y disciplina, era todo lo que había necesitado. Pudiendo tender fuera es mucho más fácil. Recuerdo las montañas de ropa sucia de la casa de don Jaime, dos cubos de mimbre desbordados y la habitación con la cama de invitados siempre llena de ropa recién doblada. 

Siempre que tiendo se me caen pinzas, o prendas de ropa, que luego aparecen apoyadas discreta pero ineludiblemente en la barandilla de la escalera. Un calcetín, un puñado de pinzas, unas bragas, un trozo de una media que mi hijo usa de cinturón. También he tirado sin querer paraguas –hoy, dos–. La que fue la camiseta favorita de mi hijo durante una semana se perdió: la vi en el tejadillo de la casa de al lado y luego dejó de estar ahí. Cuando tiendo las sábanas, el cierzo las enreda entre las cuerdas y cuesta mucho destender sin que se caiga nada. 

Siempre que tiendo me acuerdo de un texto de Bárbara Mingo. A veces llevo ropa en un rebullo en el bolso recién recogida de la barandilla y me da miedo que al sacar el libro salgan una bragas. El otro día fui a un club de lectura con un calcetín de mi novio en el bolso: era azul y se lee NASA en blanco. 

Esta semana, el cierzo se llevó de mi tendedor una sábana bajera y una funda del edredón de los niños. La tendí el sábado por la mañana. Destendí esa colada el domingo por la tarde. Al doblarla me di cuenta de que faltaban cosas. El lunes por la tarde vi la sábana bajera en la terraza de los vecinos de abajo (estoy segura de que nos odian). El miércoles vi la funda en el patio del edificio de al lado, habría que ir a recogerla y explicar lo sucedido: el viento, etc.

“Durante mucho tiempo creí que leer de alguna manera me haría un mejor escritor. Así que leía para poder escribir. Justificaba las horas que pasaba tirado diciendo que leer era ‘mi trabajo’. Ahora puedo ver cuán delirante es eso. Ni los trece tomos de Chéjov me ayudarían a escribir una sola frase que parezca viva en la página”, escribe Peter Orner en ¿Hay alguien ahí? Apuntes sobre vivir para leer y leer para vivir (traducción de Damián Tullio; Chai Editora). 

Con la satisfacción de haber vencido a la colada, decido hacer el camino de vuelta del cole a casa por la ribera. Una picaraza salta del banco al suelo, bebe agua de un charco y da tres saltitos antes de emprender el vuelo –me doy cuenta de que la cola se le abre al volar. Veo cómo la luz del sol se cuela entre los árboles. Hay una chica sentada en el armazón del mirador del río. Mi paseo por la ribera se ha acabado. Vuelvo al asfalto. La funda del edredón está apoyada en la barandilla, perfectamente doblada. Me alegro de no tener que ir a tocar el timbre y dar las explicaciones. Cuando se lo digo a mi hija mayor se pone muy contenta: resulta que era su favorita, justo la de los globos. 

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(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).


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