La editorial Fulgencio Pimentel lleva varios años rescatando las obras del escritor ruso Serguéi Dovlátov. En La filial, que acaba de publicar, aparece una biografía del autor que reproducimos a continuación.
1941
Serguéi Donátovich Méchik nace en Ufá, al oeste de los Urales meridionales, el 3 de septiembre. Sus padres –la actriz Nora Dovlátova, de origen armenio, y el director de teatro Donat Méchik, de familia judía– han sido evacuados desde Leningrado hasta la ciudad baskiria en los inicios de la invasión alemana. Serguéi es el nombre preferido de Nora. No solo lo elige para el niño sino que, por razones de eufonía, cambia su propio patronímico. Así, Nora Stepánovna pasa a llamarse Nora Serguéyevna.
1942
Según los archivos de la contienda, la familia es evacuada de nuevo a un emplazamiento más occidental: Novosibirsk. Dovlátov nunca menciona este hecho en su obra, mientras que su lugar de nacimiento y su legendario y fortuito encuentro con Andréi Platónov merecen varias menciones.
1944
Los Dovlátov regresan a Leningrado para instalarse en las dos habitaciones concedidas a Nora Serguéyevna por su trabajo en el Teatro Dramático Regional de Leningrado. La acompañan su marido, su suegra, el pequeño Seriozha y Anelia, una de las hermanas de Nora. El resto de la vivienda comunal en la céntrica calle Rubinstein está ocupado por otras dos familias y por cuatro solteros; uno de ellos, el antiguo propietario del piso nacionalizado.
1946
Los padres de Serguéi Dovlátov se divorcian. Donat Méchik, al que el hijo suele dirigirse simple y amistosamente como “Donat”, se va de casa. (Años más tarde volverá a casarse, esta vez con la que había sido la niñera de la familia, una muchacha solo siete años mayor que Seriozha). La madre de Donat ha muerto y Anelia se ha casado, de modo que Nora y Seriozha se quedan las dos habitaciones para ellos solos, lo que provoca la envidia de los vecinos y la consiguiente sucesión de intrigas y delaciones. Logran conservar la superficie habitable gracias a la ayuda de la influyente Nina Cherkásova, la mejor amiga de Nora. Unos pocos años antes, su esposo, el actor Nikolái Cherkásov había recibido el primer Premio Stalin; sus interpretaciones de Alejandro Nevski y de Iván el Terrible en las películas homónimas de Serguéi Eisenstein tendrán una importancia decisiva para la construcción del mito ideológico ruso.
1948
Precedida por el asesinato del director teatral Solomón Mijoels en enero de este año, da comienzo la persecución estatal de los judíos, a los que se califica de “cosmopolitas sin raíces”. Seriozha ingresa en el colegio clasificado en función del apellido y la etnia de su padre (contra la costumbre judía, la burocracia soviética da prioridad a la transmisión paterna) y el primero de septiembre debe presentarse ante los compañeros de clase. Al oír “Seriozha Méchik, judío”, los niños se mofan del chico gordito, cuyo apellido recuerda la palabra “pelota” (miá- chik, en ruso) y cuya etnia sería públicamente reprimida a lo largo de las dos décadas siguientes.
1955
Una de las tías de Serguéi, la correctora Margarita Stepánovna Dovlátova, inaugura un seminario para jóvenes literatos en el que participan unos cuantos escritores que publicarán sus primeras obras en el siguiente decenio. Las sesiones suelen terminar en la vivienda de la tía Mara, en la misma calle Rubinstein, y su sobrino adolescente no pierde ocasión de asistir. El periódico Léninskiye Ískri (Las Chispas de Lenin) acoge los primeros poemas de Serguéi Méchik: “Acerca de un gato” (1955), “Estadio”, “Turistas”, “Primavera” (los tres en 1956), “Diez años después”, “Aparato milagroso”, “¿Dónde está el disfraz de elefante?” (los tres en 1958).
1956
Aparte del trascendental XX Congreso del Partido Comunista, que marca el principio de la desestalinización y del deshielo, hay otra aportación de Jruschov que resulta decisiva para Leningrado: la ciudad se abre para los vecinos finlandeses, que obtienen el derecho de visitarla como turistas. Comienza la era del estraperlo. Las calles céntricas se convierten en pasarelas llenas de jóvenes vestidos a la última con prendas “de marca”, es decir, de fabricación extranjera. Miles de botellas de champán son descorchadas mientras los vendedores ilegales de uno y otro lado cierran sus acuerdos.
1957
Serguéi recibe su primer pasaporte tras cumplir dieciséis años. Gracias a que sus padres están divorciados, puede indicar “Dovlátov” en la casilla del apellido y “armenio” en el infame quinto epígrafe del documento. Después de las clases, se dirige al Palacio de los Pioneros, una antigua residencia de los Románov en la avenida Nevski, donde se inscribe en el club de jóvenes poetas Derzanie (Audacia) y entrena con el equipo de boxeo.
1959
Se matricula en la facultad de Filología de la Universidad Zhdánov. Entre los profesores que pasaron por la facultad en distintas épocas estuvieron Tadeusz Zieliński, Vladímir Propp y Borís Eijenbaum. Como especialidad, elige Filología Finesa, calculando que podría serle útil en el mundo del comercio ilegal. Y, efectivamente, pese a sus discretos éxitos académicos, pronto organiza un cursillo clandestino de finés para estraperlistas. En diciembre, conoce al amor de su vida, Asia Pekuróvskaya.
1960
Asia y Serguéi son una de las parejas más brillantes de Leningrado, asiduos en las mejores fiestas y reuniones bohemias. Sin embargo, las turbulencias están presentes casi desde el primer día en la relación, y Serguéi exaspera a Asia con sus frecuentes arranques de celos. Asia viste prendas caras de importación. Serguéi, por el contrario, hace gala de cierta aristocrática negligencia y sale a la avenida Nevski con zapatillas de andar por casa.
1962
A principios de año, los novios se separan. Serguéi encomienda entonces a varios amigos la misión de persuadir a Asia de que su matrimonio es necesario e inevitable. En marzo se casan, y Asia se muda al piso comunal de la calle Rubinstein. Una tarde, comunica a su marido que lo abandona por otro. Serguéi saca una escopeta, apunta a Asia y dispara al techo. Una nube de escayola los cubre a ambos. Alarmada por el ruido, Nora Serguéyevna irrumpe en la habitación y le sacude un bofetón a su hijo. Asia vuelve a la casa paterna. Serguéi deja los estudios; en verano lo expulsan de la universidad y se ve abocado al servicio militar. Es destinado a los campos de la república polar de Komi como carcelero.
1963
Rodeado de delincuentes y de soldados desequilibrados, Dovlátov se siente cada vez más amenazado física y, sobre todo, mentalmente. Para colmo, los padres de una novia komi, a la que conoce en Syktyvkar, a unos 200 km al sur de la colonia penitenciaria, aseguran que la chica está embarazada. Dovlátov pide ayuda a Donát, que tiene amigos influyentes en el Ministerio del Interior, y en mayo consigue el traslado a una unidad cerca de Leningrado. Al estar casado, goza de frecuentes licencias para ver a su esposa. En realidad, ya no cuenta con seguir viéndose con Asia, por aquel entonces enamorada de Vasili Aksiónov, el prosista más exitoso de su generación. Los permisos transcurren en cafés y restaurantes, con los viejos amigos, y en las reuniones de los numerosos grupos literarios que brotan como hongos en ese lustro, el más liberal de la historia soviética hasta la Perestroika. Un día, en el legendario café Séver, se topa con una antigua conocida, Yelena Ritman. Desde hace tres años, se veían en las fiestas de amigos comunes; algunas veces, Serguéi, siendo todavía el novio de Asia, acompañaba a Lena hasta su casa. Esta vez, la atracción mutua acaba en noviazgo, y Dovlátov pasará con Lena el resto de sus permisos.
1965
Dovlátov se licencia en agosto; un mes después Yelena está embarazada. Dovlátov intenta normalizar su vida. En primer lugar, empieza a trabajar en el periódico del Instituto de Construcción Naval de Leningrado, que se reparte gratuitamente entre los estudiantes y en el Astillero. Los contenidos de ese boletín son estrictamente ideológicos, y Dovlátov odia el trabajo. En segundo lugar, debido a que Nora Serguéyevna ha alquilado una de las dos habitaciones a un estudiante del Conservatorio, Lena y Serguéi buscan un cuarto en una vivienda comunal en las afueras. Es el único período en la vida leningradense de Dovlátov en el que no reside en la calle Rubinstein. En varias ocasiones, Serguéi resulta incapaz de identificar su casa y acaba en el punto de detención de los borrachos.
1966
En abril, se mudan a la casa de Nora Serguéyevna. Un enorme armario de finales del siglo XVIII delimita dos mitades de su habitación: la de la cuna, y la de la futura abuela, tras el armario. El 6 de junio, aniversario de Aleksandr Pushkin, nace Yekaterina Serguéyevna. Poco antes, Serguéi llama a Asia para pedirle el divorcio.
1967
El primer intento de divorcio termina en fracaso. Los dos están muy ilusionados por verse después de una larga separación: Serguéi bromea, Asia ríe, él intenta calmarla tapándole la boca. La jueza aduce que parecen dos tortolitos y rechaza la solicitud de divorcio. En febrero, Dovlátov es nombrado redactor jefe del periódico. Tras la Guerra de Los Seis Días, la URSS y otros países socialistas rompen las relaciones diplomáticas con Israel. Crece el antisemitismo oficial y también la presión sobre los círculos creativos. Yuri Andrópov es nombrado jefe del KGB. En diciembre, Dovlátov lee sus relatos en la Casa del Escritor; el auditorio, a rebosar, elogia al autor casi unánimemente. Es el mayor reconocimiento que obtendrá el escritor en su patria antes de su partida.
1968
En enero, se celebra una concurrida velada en la Unión de escritores. Intervienen jóvenes poetas, prosistas y críticos literarios. Alrededor de una decena de autores, entre ellos Serguéi Dovlátov y Iósif Brodski, leen sus últimos textos. Presenta sus obras el poeta y pintor Yákov Vinkovetski. Al día siguiente, varios miembros de la Unión dirigen una denuncia al Comité Central y a los órganos municipales en la que califican el evento como un “bien organizado mitin sionista”. Por primera vez, la revista Krokodil publica un relato de Dovlátov, “Hubo un tiempo en que habitábamos en los montes”, sobre una familia armenia que vive en un gran bloque de apartamentos pero conserva sus costumbres montañesas. La redacción de Krokodil recibe una oleada de cartas de indignación remitidas desde Armenia, y Dovlátov se ve obligado a ir a Moscú para presentar una nota explicativa. Sus disculpas ante el pueblo armenio ven la luz en el siguiente número de la revista. La venerada escritora Vera Panova emplea a Dovlátov como secretario y asistente. Se consuma el divorcio entre Asia y Serguéi.
1969
En abril, Dovlátov deja su cargo en el periódico naval e ingresa en un taller de tallado de piedra. Aspira a una cualificación con la que poder sostenerse en el futuro. Trabaja en cementerios y ayuda a cincelar diversos monumentos, incluido el de Lomonósov en una nueva estación de metro. Dovlátov conoce allí a quien luego, en 2016, será el autor de la estatua dedicada al escritor en la calle Rubinstein. Por fin legaliza su matrimonio con Yelena. En diciembre, huye a Kurgán, en los Urales del Sur, donde vive su amigo, el antiguo aviador Viacheslav Veselov. Piensa pasar allí varios meses, publicando en la prensa local y trabajando en una piscifactoría.
1970
A principios de año, Dovlátov se desilusiona con la severa vida en los Urales, y regresa a Leningrado. Se entera de que Asia Pekuróvskaya está enferma de gripe y le hace una visita amistosa. En noviembre, su exmujer da a luz a María, la segunda hija de Dovlátov, que se muestra dispuesto a reconocerla con la condición de que Asia vuelva a estar con él. Ninguno de los dos acepta las propuestas del otro. Comienza la ola de la emigración judía: un millar de ciudadanos soviéticos abandona el país con visados israelíes.
1971
En este año, trece mil personas obtienen autorización para emigrar a Israel. Entre ellos, el escultor Mijaíl Shemiakin, figura de culto no oficial de Leningrado. Serguéi y Yelena Dovlátova se divorcian, pero se ven obligados a seguir compartiendo techo. La vida se hace imposible. En una sola ocasión, Dovlátov decide visitar a Asia, pero se niega a acercarse a la cuna de su hija. No volverá a ver a Asia hasta al cabo de diez años. Nunca verá a María.
1972
Más de treinta mil personas emigran de la URSS con visados judíos, entre ellos, Iósif Brodski. Dovlátov empieza a escribir una novela biográfica titulada Cinco esquinas. La primera parte, “Solo en el cuadrilátero”, trata de su relación con Asia Pekuróvskaya y verá la luz quince años después, refundida en La filial. En septiembre, Serguéi escapa a Tallin, donde confía en poder publicar gracias a la menor presión ideológica que espera encontrar en Estonia. Se aloja en la casa de Tamara Zibunova, a la que ha conocido en una fiesta en Leningrado. Como recordará Tamara, su huésped le da dos opciones: llamar a la milicia para que lo desaloje o iniciar una relación con él. Para poder empadronarse en Tallin, Dovlátov se contrata como fogonero en una sala de calderas, empleo habitual entre los intelectuales disidentes de la época, miembros de una “generación de barrenderos y de guardas”. A finales de ese año, empieza a colaborar con varios periódicos locales.
1973
Dovlátov encuentra una vacante en la plantilla del semanario Marinero de Estonia, donde ejerce de secretario. En verano abandona ese cargo para convertirse en corresponsal de Estonia Soviética, el diario oficial de la república, vinculado al Partido. Mientras tanto, dos revistas, una en Moscú y otra en Leningrado, publican sus relatos. La novela autobiográfica inédita alcanza ya los dos volúmenes. El número de ciudadanos que abandonan la URSS como repatriados judíos alcanza los treinta y cuatro mil. Asia Pekuróvskaya y su hija María emigran usando visados israelíes.
1974
Varios amigos son encarcelados; entre ellos, Mijaíl Jéifets y Vladímir Maramzín, editores de Brodksi; otros, como Valeri Voskobóinikov, personaje de Oficio, y Vladimir Soloviyov, uno de los futuros biógrafos de Dovlátov, empiezan a colaborar con el KGB. En Moscú, ve la luz el relato “Entrevista”. Dovlátov se avergüenza de la calidad del texto, por el que cobra la inverosímil suma de cuatrocientos rublos. Paga sus deudas y se compra un reloj decente, jurándose que no acabará en una casa de empeños. Tamara lleva el reloj a un grabador para que escriba en su envés: Própity Dovlátovym (lo que se traduce literalmente como: “empeñado por Dovlátov para comprar bebidas alcohólicas”). Una amiga que trabaja en la editorial Eesti Raamat recomienda la novela inacabada de Dovlátov a su jefe. Partiendo de diversos episodios narrados en la novela, Dovlátov compone una colección titulada Cuentos urbanos. El libro apasiona al editor y la publicación se programa para comienzos del año siguiente, pero el proceso se paraliza en diciembre: unos chequistas han hallado el manuscrito de Zona en la casa de un amigo disidente. Dovlátov intenta a la desesperada que la publicación salga adelante. Tamara está embarazada.
1975
La edición está paralizada. Los manuscritos de Dovlátov han sido confiscados por el KGB. Los colegas de Estonia Soviética lo someten a un “tribunal de camaradas” y Dovlátov se ve obligado a dimitir. El 8 de marzo, superando la borrachera y la desesperación, Serguéi sube al tren para Leningrado. Antes de partir, aprovecha para felicitar a Tamara: es el día de las mujeres; a la mañana siguiente, hace lo propio con Lena y Nora Serguéyevna. Su amigo Valeri Voskobóinikov, redactor literario de la revista Kostior, le ofrece sustituir a una editora durante sus meses de baja por embarazo, apenas hasta el verano. Unos amigos le aconsejan entonces que pruebe a trabajar de guía en el parque Pushkin, cerca de Pskov, pero a Dovlátov le intimida la perspectiva de desempeñarse en otra profesión desconocida. Termina la tercera parte de su novela y escribe fragmentos de lo que luego será Compromiso. A principios de septiembre viaja a Tallin, donde se pasa los días de juerga a la espera del nacimiento de su tercera hija. Los padres la bautizan Aleksandra, en homenaje a Pushkin. A finales de mes, Dovlátov regresa a Leningrado y consigue recuperar el empleo en Kostior. Emigran sus amigos el poeta Yákov Vinkovetski y el editor Vladímir Maramzín.
1976
Debido a su conflicto con el KGB y catalogado como “autor ideológicamente inestable”, Dovlátov es excluido de la Unión de Periodistas, sindicato al que había pertenecido durante diez años. Menos prestigiosa que la de Escritores, en la que solo se admiten autores con obra impresa, la Unión de Periodistas al menos protegía a Dovlátov social y jurídicamente. Desde el punto de vista legal, cualquier pérdida de empleo podía derivar en una acusación de parasitismo, como le sucedió a Brodski en 1965. Al quedarse definitivamente sin su cargo en la revista Kostior, Dovlátov se arriesga a publicar en el extranjero y envía sus manuscritos a París con una contrabandista francesa de origen ruso. De mayo a septiembre, trabaja como guía en el Parque Pushkin. En otoño se contrata como vigilante en una gabarra. Entre los emigrados de este año se encuentra su amigo, el poeta y exredactor de Kostior Lev Lósev.
1977
A principios de año, llega a Leningrado Carl Proffer, director de la editorial estadounidense Ardis, especializada en la literatura rusa censurada por los comunistas. Dovlátov le ofrece El libro invisible, la tercera parte de su novela autobiográfica, que narra su calvario editorial. Proffer no muestra gran interés en el libro, pero sí en su autor, de modo que se lleva el manuscrito consigo a Estados Unidos, donde inmediatamente lo publica en ruso y emprende su traducción al inglés. Dos revistas de tamizdat, la parisina Kontinent y la israelí Vremia y My, publican fragmentos de Zona. Dovlátov pasa su segundo verano en el parque Pushkin y empieza a describir esa experiencia en un texto que más tarde se convertirá en Retiro. Yelena tramita los visados para salir de la URSS junto a su hija Yekaterina.
1978
Ardis publica la traducción inglesa de El libro invisible. En febrero, Lena y Katia vuelan hacia Viena. Durante la despedida, Serguéi sacude su bufanda mientras el avión se prepara para despegar, y a la mañana siguiente despierta con una faringitis aguda. Pide que le cubran las espaldas en la gabarra: un amigo falsea su firma. Al día siguiente está peor y no le queda otra opción que llamar al médico, quien lo encuentra tan beodo a causa de la cura tradicional rusa que, en lugar de concederle la baja, lo denuncia por beber en horario laboral. La denuncia y el fraude del primer día bastan para el despido. Ya no vive en el piso comunal: mientras estaba en Tallin, Nora consiguió cambiar sus dos habitaciones por una vivienda particular en la misma calle Rubinstein. Es allí donde Dovlátov se atrinchera, mezclando día y noche en un interminable delirium tremens. Sus publicaciones en Occidente provocan el interrogatorio de varios amigos; también el de Tamara, su compañera de Tallin. El KGB intenta que la milicia lo detenga, pero Dovlátov logra evitar el arresto gracias a un vecino que lo advierte con la consigna “¡Ya vienen las putas!” cada vez que hay policía a la vista. Finalmente es sorprendido una mañana al salir de casa y encarcelado quince días en una celda diminuta y atestada de delincuentes. Lo acusan de parasitismo, gamberrismo y “regencia de burdel”. Aterrorizado, por fin sobrio, Dovlátov se decide por la emigración. El KGB lo ayuda a arreglar los papeles. Su mujer y su hija, mientras tanto, dejan atrás Viena y Roma y, el 6 de junio, cumpleaños de Katia y de Pushkin, aterrizan en Nueva York. Dos meses después, emprenden el mismo viaje Dovlátov, Nora Serguéyevna y Glasha, una fox terrier de ocho años. La noticia de la publicación de El libro invisible en inglés los sorprende en Viena. El número anual de emigrados no baja de cincuenta mil.
1979
A finales de febrero, Serguéi, su madre y la pequeña fox terrier aterrizan en Nueva York. Contra lo que se lee en Oficio, Lena y Katia están presentes en el aeropuerto. Sin embargo, la situación entre los exconyugues es crítica: “En Nueva York me aguardaba una penosa experiencia personal. Recorrí la ciudad interrogando a la gente al estilo de Fiodor Karamázov. No lo había pasado tan mal desde los tiempos de Asia”. Dovlátov recibe sus derechos de autor por El libro invisible, que son destinados en su totalidad a indemnizar a los padres de un niño mordido por Glasha en una calle neoyorquina. No encuentra un trabajo estable, pero empieza a colaborar en Radio Liberty, y esta se convertirá en su única fuente relativamente regular de ingresos hasta el final de sus días. En la emisora conoce a Piotr Vail y a Aleksandr Guenis, futuros propagandistas dovlatovianos y más que fieles amigos. Los tres idean la creación de un nuevo periódico ruso. El plan apasiona a Dovlátov y se vuelve el tema dominante en las cartas del escritor, que se lanza a la caza de financiación. En junio, Brodski le presenta a Anne Frydman, filóloga eslavista, que se encargará de la traducción de algunos relatos al inglés, textos que más tarde formarán parte de Zona y Compromiso.
1980
En febrero ve la luz el primer número del semanario El Nuevo Americano. Dovlátov es su redactor jefe, Vail y Guenis son redactores adjuntos. La tirada del segundo número es de 12.000 ejemplares y la cantidad de suscriptores pronto supera los 8.000 en todo el territorio estadounidense. El semanario presume de una línea periodística inédita en lengua rusa: es ligero, irónico, está exento de sermones ni pro ni antisoviéticos y se precia de estar abierto a los puntos de vista más diversos, salvo a los dogmáticos. Uno de sus suscriptores, Naúm Sagalovski, envía a la redacción desde Chicago sus poemas satíricos, y pronto se convierte en colaborador permanente y buen amigo de Dovlátov, que lo caracteriza como “uno de los individuos más brillantes de la emigración”. En junio, The New Yorker publica la historia del recién nacido cuatrocientos mil de Tallin. Es el primero de los diez relatos de Dovlátov que serán publicados en la prestigiosa revista a lo largo de la década. Dovlátov compila sus textos de Tallin en Compromiso y encomienda a Anne su traducción al inglés. En París, ven la luz sus Solos de Underwood, compuestos de notas y breves anécdotas. Donat Méchik, que había perdido su empleo tras la marcha de su hijo, se instala también en Nueva York con su nueva familia. Otro emigrado es el antiguo rival de Dovlátov, Vasili Aksiónov, “el rey de la prosa rusa”.
1981
Con la aparición de Compromiso en febrero, Dovlátov se convierte en uno de los autores emergentes más populares de la América rusófona. Goza, además, de cierta influencia como redactor jefe de un periódico de importante tirada, y como tal es invitado a un simposio sobre la literatura rusa en la emigración. El evento se celebrará en Los Ángeles, a mediados de mayo, y producirá en Dovlátov un incómodo sentimiento de déjà vu: los autores antisoviéticos reproducen las pautas bolcheviques de las que habían salido huyendo. En sus cartas al editor Ígor Yefímov, Dovlátov resume: “Todos mostraron cierta preocupación. En parte por el destino de Rusia, en parte por si se les pagarían sus dietas. […] Limónov resultó ser el más decente de todos”. Entre el público descubre a Asia Pekuróvskaya: es la primera vez que se encuentran en el extranjero. Los exconyugues se saludan con cortesía y cenan en compañía de amigos comunes. En ningún momento se ven a solas. Dovlátov trabaja con sus relatos de Komi, comentando con Yefímov la posible estructura de Zona: se decide por enlazar los episodios con supuestas cartas al editor; Yefímov, por su parte, le sugiere algunas ideas para el argumento, como la de un tribunal militar. Dovlátov confiesa en una carta (en esta ocasión, privada) al mismo Yefímov que Zona es un libro mucho menos redondo que Compromiso, pero más paradójico desde un punto de vista ético, por lo que le augura cierto impacto sobre la intelectualidad rusa. En diciembre nace Nicolas, el hijo menor de Lena y Serguéi. La mujer de Donat, otrora niñera de Dovlátov, ayudará a sus hijos políticos cuidando del niño.
1982
Los conflictos en la redacción de El Nuevo Americano, sumados a los problemas financieros, hacen imposible la continuidad de Dovlátov en la jefatura de redacción del semanario. En marzo deja el periódico junto a Vail, Guenis y otros colegas solidarios. Los tres, junto a sus esposas, intentan crear un nuevo semanario, esta vez de carácter erótico, pero el proyecto, que podría haber sido pionero en su género, fracasa: ninguno tiene la más mínima experiencia empresarial. Paralelamente, Dovlátov intenta arreglar sus asuntos literarios y firma un contrato con Andrew Wylie, un agente principiante, aún un desconocido en el mundo literario. También, con la intención de editar a su admirado Sagalovski, registra una editorial propia, Dovlatov’s Publishing, que publica un único poemario: Paladín envuelto en piel de judío. En septiembre, Yefímov publica Zona. Dovlátov termina Los nuestros y se dispone a dar término a Retiro, el libro que comenzó cuando aún estaba en Leningrado. La edición de este último correrá nuevamente a cargo de Yefímov.
1983
Yefímov, que ha leído ambos manuscritos, pide que el autor traslade el episodio del encuentro con su futura mujer Yelena desde Los nuestros a Retiro, pero semejante manipulación resulta imposible: Karl Proffer ya tiene los derechos para publicar Los nuestros. Dovlátov propone entonces incorporar a Retiro una historia completamente distinta y, de hecho, más acorde a su biografía. Finalmente, los dos libros se publican en la misma pequeña ciudad del Estado de Michigan, Ann Arbor: Retiro en la editorial Hermitage de Yefímov y Los nuestros en Ardis. Ve la luz también la traducción de Compromiso: es su segundo libro en inglés. Wylie vende rápidamente los derechos de Compromiso a seis editoriales en diferentes lenguas, dando precoces muestras de su talento, aunque aún faltan algunos años para que lo apoden “Chacal”. Una de esas editoriales licenciatarias es cubana, y el agente no tarda en recibir una llamada del FBI: «¿Acaso el señor Dovlátov es comunista?”. El interés de los “órganos” preocupa al autor, que reside en EE.UU. sin la infame green card, pero no le amarga el triunfo: “A ver dónde meto ahora el dineral que voy a ganar”, ironiza Serguéi en una carta a Naúm Sagalovski. Sin embargo, los éxitos editoriales transcurren sobre un fondo de continuos procesos judiciales iniciados por sus excolegas del periódico, y la anhelada estabilidad económica no llega.
1984
En Texas se suicida un amigo de la época leningradense, el pintor y poeta Vinkovetski. Carl Proffer, que había empezado a preparar la edición de Oficio, muere de cáncer. Diagnostican un tumor a la fox terrier Glasha. Junto con Vágrich Bajchañán y Naum Sagalovski, Dovlátov prepara La marcha de los entusiastas, una especie de tríptico satírico que reúne sus antiguos relatos (incluido aquel “Hubo un tiempo en que habitábamos en los montes”), poemas de Sagalovski y collages de Vágrich Bajchañán. Empieza a escribir una serie de textos basados en objetos que cayeron en sus manos por casualidad—regalados, robados, olvidados, extraviados—, que terminará siendo La maleta. Envía a la revista Grani el relato “El superfluo”, que se incorporará a las futuras ediciones de Compromiso como décimo capítulo.
1985
Ardis edita Oficio –compendio de dos libros: El libro invisible y El periódico invisible– con una dedicatoria in memoriam a Proffer. En marzo, envia el manuscrito de La maleta a Ígor Yefímov, que planifica su edición a principios del año siguiente. La marcha de los entusiastas aparece en Sintaksis, la editorial parisina de Maria y Andréi Siniavski. Tras seis meses de tratamientos y operaciones, los Dovlátov se deciden por la eutanasia animal para Glasha. Radio Liberty suspende la colaboración con Dovlátov, y el escritor se dedica a componer libros ajenos en el IBM doméstico, turnándose con su mujer. Varios relatos de Lamaleta aparecen en la revista Grani, lo que añade notoriedad al libro antes de su aparición.
1986
Radio Liberty invita a Dovlátov a leer capítulos del libro para el auditorio soviético: de este modo sus compatriotas podrán conocerlo en la voz de su autor. Con el objeto de publicar dos de los relatos de La maleta en The New Yorker, Dovlátov rechaza el premio del PEN Center USA, pese a que sus asuntos financieros no acaban de arreglarse. Las deudas crecen; el escritor llega a solicitar un puesto de guardia de seguridad dos días a la semana. En mayo, Dovlátov llama a Aleksandr Pólovets, redactor jefe del semanario angelino Panorama, para ofrecerle los derechos de un libro nuevo por mil dólares. Ya en la siguiente carta a Pólovets, confiesa que el libro no existe y que lo escribirá por entregas. El primer fragmento de La extranjera aparece en Panorama en julio; unos meses más tarde, el libro es publicado en Russica Publishing, la editorial de Aleksandr Súmerkin. En sus cartas privadas, Dovlátov se queja de una inapetencia absoluta para escribir: no habría alumbrado La extranjera si no fuese por su pésima situación económica. El libro se le figura “una mierda”, “una alucinante chapuza”. Para animarlo, en su cuadragésimo quinto aniversario, los amigos le regalan un perro salchicha. Dovlátov lo llama Yasha, o Yákov Moiséyevich, en honor al viejo redactor jefe de La Nueva Palabra Rusa, que despidió a Yelena tras la creación de El Nuevo Americano.
1987
Entre los manuscritos extraídos de la URSS, queda uno que Dovlátov aún no ha incluido en sus libros, el más personal y del que más inseguro se siente. Se trata de la primera parte de la novela Cinco esquinas, dedicada a su relación con Asia Pekuróvskaya. La historia es muy breve y carece de desenlace, pero sus puntos más débiles son otros: un lirismo no compensado con humor y unos personajes algo incorpóreos, como suelen serlo los fantasmas del pasado. Dovlátov decide entonces fantasear con un reencuentro con su primer amor muy distinto al que tuvo lugar en 1981. En una carta a su antiguo amigo Andréi Áriyev, dice: “El estilo punteado a lo Rózanov me permite encadenar párrafos enteros, y así el conjunto del texto va pareciéndose a una ristra de salchichas”. Su trabajo en el libro se solapa con nuevos y alarmantes problemas de salud: Dovlátov empieza a sufrir dolores. Al principio intenta ignorarlos, ya que no tiene seguro médico. Finalmente acude a un doctor, que insinúa un posible cáncer; aunque queda descartado por los análisis, el médico, en connivencia con la familia del paciente, recurre a una mentira piadosa: le “diagnostica” una supuesta cirrosis y le da tres semanas de vida si no deja de beber.
1988
“Si dejo de beber, tampoco viviré más de tres semanas”, explica Dovlátov a Asia en el entierro de un amigo común víctima del SIDA. “No creo que te des tanta prisa para venir a mi entierro”. Hablan de la muerte; Asia le sugiere que conozca finalmente a su hija María, que le mande una carta. Serguéi asiente, pero al cabo de dos meses escribe a Asia: “No soy en absoluto capaz de decirle nada que no suene falso, estúpido y hasta vulgar. Además, me trataste tan mal que no consigo creer que sea su padre. No consigo creerlo físicamente”. Curiosamente, la idea de una criatura incierta se cuela en el texto de Lafilial: el protagonista comete un lapsus, atribuyéndose un tercer hijo, y luego vuelve a incurrir en él, mientras que Tasia está embarazada “de no se sabe quién”. Dovlátov escribe a Leningrado con la esperanza de poder publicar en su patria: la perestroika ha hecho posible numerosas ediciones de autores silenciados. Su amigo Andréi Áriyev, redactor jefe de la revista Zvezdá, empieza a tramitar la publicación de La filial y Retiro. Paralelamente, Dovlátov escribe una serie de anécdotas sobre personalidades de la cultura rusa. Estas se suman a los retratos de su amiga fotógrafa Mariana Vólkova para componer el álbum No solo Brodski, publicado por la editorial ruso-neoyorquina Word. Junto con los libros anteriores, Dovlátov envía el álbum al semanario Nedelia en la URSS.
1989
En marzo, Weidenfeld & Nicolson edita Los nuestros en inglés bajo el título Ours. A Russian family album. Mientras tanto, la publicación de No solo Brodski encuentra en Moscú una inesperada resistencia: los textos de Dovlátov resultan demasiado frívolos para retratar a los ídolos culturales del país, sean los de la cultura oficial o los de la disidente. Finalmente, Nedelia se atreve a publicarlo el 1 de abril, haciéndolo pasar por una broma inofensiva. Varios relatos de La maleta ven la luz en la respetada revista Oktiabr. En octubre, la revista Zvezdá publica La filial. Arranca la fama de Dovlátov en su patria: las revistas literarias se editan en tiradas de cientos de miles de ejemplares, y se valoran entre el público más que los libros tradicionales. Áriyev pasa varias semanas en la casa de Dovlátov en Nueva York: Serguéi lo lleva a ver a todos los amigos que tienen en común y permanece estoicamente abstemio hasta el último día de la visita, en el que de pronto compra una botella de vino. Al ver que sorbe algo de un paquete marrón, Áriyev le pregunta qué es. “Un refresco”, responde Serguéi. A los dos amigos les gusta repetir una cita de Hemingway: “En cuanto tomo un trago, todo se vuelve casi como antes”. Terminan los dos años de sobriedad, y comienza uno de los últimos zapói del escritor. En diciembre, The New York Times incluye La maleta en su lista de los cien mejores libros del año.
1990
Inspirado por el principio constructivo de La maleta, Dovlátov escribe ahora La nevera. A comienzos de abril, ya tiene tres capítulos. “La maleta iba de ropas, ahora estoy con la comida y, para el próximo, me reservo a las mujeres. Así podré abarcar todo el círculo de la perdición”, le escribe a Áriyev. La nevera quedará inconcluso. Estos últimos meses Dovlátov bebe y pasa la mayor parte del tiempo en casa de Alevtina Dróbish, su nueva amiga: sus resacas y borracheras infunden miedo en la familia del escritor. Serguéi llega al ecuador de agosto con unos extraños dolores en el vientre, y el día 24 Alevtina llama a urgencias. Sin seguro y en un barrio alejado de su lugar de empadronamiento, los dos enfermeros rusos tardan en decidir a qué hospital llevar a su compatriota, y Dovlátov muere de un ataque de corazón en la ambulancia. Lega a Yelena sus derechos de autor y cerca de noventa mil dólares en deudas. Su último libro, La filial, ve la luz en inglés en la editorial Word. Es la primera vez que una edición patria se adelanta a la americana.
Tania Mikhelson es traductora.