A lo largo de veinticinco años de existencia, a Letras Libres no le había tocado despedir a un colaborador tan cercano como Mario Vargas Llosa (1936-2025), que al mismo tiempo supo ser la principal figura de las letras en lengua española durante el tránsito entre dos siglos. Presencia constante en la revista, Vargas Llosa estuvo con nosotros desde los años de Vuelta de Octavio Paz. Ya sea frente a la sempiterna dictadura cubana, al chavismo que encaró con firmeza o a las autocracias primero dizque marxistas y hoy día populistas antiliberales, podíamos contar con Vargas Llosa a la hora de defender la sociedad abierta. A su vez, él siempre contó con Letras Libres como su casa, en la Ciudad de México y en Madrid. Aquí se despidió como autor de un cuento magistral y por estas páginas desfilaron numerosas piezas suyas, de la misma manera en que todas sus novelas y ensayos fueron aquí reseñados, siempre con júbilo y también con franqueza. Como no podía ser de otra manera, este número reúne a amigos y lectores suyos, jóvenes y veteranos, de toda el habla hispana. Están los críticos y los discípulos, sus editores en Francia y en España, y quienes trabajaron cotidianamente con él. Se rememora cómo Vargas Llosa se convirtió en candidato presidencial en el Perú y cómo aquella derrota electoral fue una victoria moral y política. Nunca dejó Vargas Llosa de comprometerse, abandonando a Sartre por Camus, a la cárcel de conceptos por la libertad crítica. El Premio Nobel de Literatura de 2010 solo lo confirmó, junto a Borges y a Paz, como el latinoamericano más universal de todos los tiempos. Tan pronto como nos pusimos a trabajar en este obituario coral, el duelo se convirtió en una responsabilidad ejercida con entusiasmo y compartida con Mario Vargas Llosa, el inmortal.
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