Foto: Sergio Orospe

Un naufragio con Etgar Keret

A finales del aรฑo pasado, Etgar Keret estuvo de visita en Mรฉxico, donde participรณ en la FIL y presentรณ su mรกs reciente libro. Platiquรฉ con รฉl en uno de los รบltimos dรญas de su estancia.
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Etgar Keret (Tel Aviv, 1967) es, segรบn una versiรณn ampliamente difundida, “el escritor mรกs popular entre los jรณvenes de Israel”, aunque su fama ha trascendido esas fronteras. Keret ha sido traducido a mรกs de 31 idiomas, ha sido colaborador de el New York Times, The New Yorker, Le Monde, y fue condecorado como Caballero de la Orden de las Artes y las Letras en Francia. Es autor de libros para niรฑos como Dad Runs Away with the Circus (2000), novelas grรกficas como Nobody Said It Was Going to be Fun (1996), y recibiรณ, en 2007, la Cรกmara de Oro en el festival de Cannes por la cinta Jellyfish (2010), que dirigiรณ junto con su esposa Shira Gefen.

Sin embargo, Keret se ha labrado un lugar en el universo literario gracias a su dominio de un gรฉnero que no siempre ocupa las primeras planas: el cuento corto. En libros como Extraรฑando a Kissinger, Pizzerรญa Kamikaze —que, para ser precisos, es mitad novela corta—, Un hombre sin cabeza y, el mรกs reciente, De repente un toquido en la puerta, todos editados en Mรฉxico por Sexto Piso, Keret ha retratado la vida en el Israel actual mediante relatos que se leen en pocos minutos pero rondan la cabeza mucho tiempo despuรฉs. Las piezas, que no se alejan tampoco de la fรกbula, hablan de temas afines a cualquier joven israelรญ —la vida en el ejรฉrcito, el terrorismo, el Holocausto—, pero mucho a mรกs a menudo escapan hacia la universalidad del amor y el desamor, el miedo, la frustraciรณn o la paternidad. En manos de Keret, la situaciรณn mรกs trivial da un viraje fantรกstico, del cual pueden extraerse conclusiones impensables.

A finales del aรฑo pasado, Keret estuvo de visita en Mรฉxico, donde participรณ en la FIL y presentรณ su mรกs reciente libro. Platiquรฉ con รฉl en uno de los รบltimos dรญas de su estancia.

 

Eres muy popular en Mรฉxico. ¿Cuรกl ha sido tu impresiรณn de los lectores mexicanos? ¿Por quรฉ crees que tu obra les resulta atractiva?

Mรฉxico ha sido una sorpresa. No me imaginaba que me la iba a pasar tan bien. De repente un toquido en la puerta ha salido en 35 o 36 paรญses, he estado en muchos lugares, pero no he conocido ninguno, aparte de Israel, tan cรกlido: te dan regalos, te besan, te abrazan. En las firmas de libros, nadie se impacienta por esperar una hora o dos […] Hay algo sobre mi escritura, si tengo que situarme respecto a una tradiciรณn, estoy cerca de escritores como [Isaac] Bashevis Singer y Sholem Aleichem. Tambiรฉn de otros como Mark Twain, que escribรญan con un discurso coloquial. Cuando escribo, oigo una voz en mi mente que le habla al lector. Es como si hubiera dos personas sentadas en el tren, y una se queja de que su esposa no lo ama. No son los diรกlogos que tienes con un escritor que te muestra su sabidurรญa y te educa, cosa que encuentras mucho en Estados Unidos, sobre todo si es una figura importante. Yo soy un escritor que es tan estรบpido como el lector, o incluso mรกs estรบpido. Pero las palabras que ofrezco son sinceras y hablan de mis emociones. Y en este sentido, siento que los lectores leen mis cuentos y se sienten cercanos a mรญ. Muchas veces, un cuento puede servirte de maestro, pero mis cuentos no quieren ser tus maestros, quieren ser tus amigos. Algunos lectores aceptan esta amistad, y vienen a mรญ como amigos.

¿Quรฉ clase de amigos son tus cuentos?

Creo que son directos, no amables. Pueden hacerte una broma, emborracharse contigo, pueden fumarse un toque contigo. Creo que es la clase de amistad que tienes cuando eres joven, o la amistad de la gente en un pueblo. Pueden decir cosas intelectuales; algunos son amigos inteligentes, pero su amistad no viene del cerebro, viene de otro lado.

En una entrevista en la que hablabas de tus lectores en el mundo,, decรญas que, dado que Israel es un paรญs pequeรฑo, tus cuentos son familiares para los lectores ahรญ, porque al leer dicen…

 “Conozco a este tipo”.

Exacto. Aรฑadรญas que esa familiaridad no existe en otras partes del mundo. Creo que al leer tus cuentos, Israel no suena a un paรญs lejano. Es como si tradujeras para los lectores de todos lados lo que pasa ahรญ.

Son locales y universales. Pero el diรกlogo con los lectores mexicanos […] creo que tenemos mucho en comรบn, de una forma extraรฑa. Las sociedades de Mรฉxico y de Israel estรกn muy influidas por la sociedad estadounidense, pero tenemos una relaciรณn amor-odio con esa cultura, y tenemos nuestra propia forma de entenderla. Asรญ como ustedes tienen a los narcos, nosotros tenemos el conflicto Israel-Palestina. Es una mezcla entre una sociedad que es muy occidental y llena de estrรฉs, y una realidad violenta. Asรญ que hay algo similar.

En otro sentido, creo que mi escritura sostiene un diรกlogo muy intenso con los cuentos de hadas y las leyendas, porque el pueblo judรญo siempre tuvo una tradiciรณn oral, y los cuentos jasรญdicos son muy parecidos a los cuentos de hadas. Tambiรฉn los mexicanos, por las historias de la tradiciรณn indรญgena. Creo que es extraรฑo, y solo me di cuenta cuando vine aquรญ.

Has dicho que tu primer contacto con la literatura fueron los cuentos que te contaban tus papรกs. Luego aprendiste a leer y te volviste un lector voraz. ¿Por quรฉ te atrae escribir cuentos?

Como lector me gustan los cuentos, pero tambiรฉn las novelas. El cuento no es una forma que prefiera como lector. Pero mi escritura es algo que viene de un lugar totalmente inconsciente e intuitivo, y creo que hay algo mรกs intuitivo en los cuentos que en las novelas. Si te encuentras a un amigo en la calle, le cuentas un cuento, no una novela. Asรญ que hay algo en este tipo de narraciรณn que es un acto reflejo para mรญ. […] Siento que muchos escritores son como arquitectos que diseรฑan sus casas, o como viajeros que quieren llegar a un cierto lugar. Yo siento que soy como un surfer: agarro mi tabla, voy al mar, y cuando llega una ola –y esta ola podrรญa ser una emociรณn, una voz, una imagen–, me subo a la tabla y trato de mantener el equilibrio, de no caerme. Cuando escribo un cuento, no lo escribo: me aferro a รฉl, como en el rodeo. Creo que es imposible escribir una novela de esta manera. Asรญ que podrรญa escribir una novela, pero lo harรญa desde un lugar distinto. Y tal vez lo haga algรบn dรญa, pero para ser franco, me gusta mucho el lugar desde el que escribo cuentos.

Soy una persona muy estresada. Mis padres son sobrevivientes del Holocausto, asรญ que bรกsicamente crecรญ con gente a cuya puerta alguien golpeรณ un dรญa, sacรณ a sus padres y les disparรณ como perros. Es muy difรญcil ser una persona relajada si esta es la leche que sacaste del pecho de tu madre. Tengo muy pocas oportunidades de estar totalmente en el presente. Incluso hablando contigo y teniendo una buena conversaciรณn, pienso a dรณnde tengo que ir despuรฉs de esto, en que tengo que comprar espuma de afeitar. Creo que los รบltimos momentos en los que estoy en el presente son cuando juego con mi hijo, cuando le hago el amor a mi esposa, o cuando escribo. En una novela tienes que pensar en el futuro. Ya pienso en รฉl todo el tiempo, asรญ que dรฉjenme estar en el presente.

Al leerte, tengo la sensaciรณn de que trabajas para quitarle mucho a tus cuentos. Son cuentos rรกpidos, austeros, pero no son simples.

Siempre digo que un cuento es como un barco a punto de naufragar. Trato de llevarlo a puerto, pero se estรก hundiendo, entonces lo que hago todo el tiempo es tirar cosas por la borda: tiro el piano, tiro cajas. Para mรญ un cuento no es un espacio, es una direcciรณn. Trato de llegar a algรบn lado. Cuando vas camino a alguna parte, todo lo que interrumpe tu flujo es un obstรกculo. Si te pido que me digas cรณmo llegar a tal calle y tรบ me dices: “Da vuelta a la izquierda y verรกs un รกrbol. Es un รกrbol viejo, y sus hojas estรกn amarillas, y en las ramas puedes ver…”, yo te digo: “Cรกllate, ve al grano. ¿A dรณnde voy despuรฉs del รกrbol?”. Este sentimiento de urgencia siempre me impulsa en las historias. Cuando escribo, a veces me extiendo en algunas partes, porque las necesito para entender a dรณnde va la historia, pero despuรฉs las quito, porque ya no las necesito.

En otra entrevista hablabas de la importancia del ritmo en tu escritura. Decรญas que para ti es central mantener este ritmo en las traducciones. ¿Cรณmo te ha ido con la traducciรณn al espaรฑol?

Creo que traducir es un proceso muy frustrante. Tendemos a pensar que tenemos un contenido y la lengua es una suerte de vaso, de modo que si cambias el contenido de un vaso a otro serรก lo mismo. Pero no es asรญ. Los lenguajes actรบan de formas diferentes y crean realidades diferentes. Incluso los colores son distintos: en algunas lenguas el azul y el morado son el mismo color. Mi experiencia mรกs intensa con la traducciรณn ha sido con el inglรฉs, porque es un idioma que hablo. En espaรฑol no sรฉ cuรกl es el otro lado, pero a travรฉs de las preguntas de mis traductores me doy cuenta de las cosas que causan mรกs problemas, y algo que siempre aparece es el registro lingรผรญstico.

Lo que es especial con el hebreo es que es un lenguaje que nadie hablรณ durante dos mil aรฑos y de pronto empezรณ a hablar. Es un lenguaje muy antiguo, conservador, bรญblico, asรญ que si yo necesito una palabra para una taza, o para una llave de agua o la llanta de un coche, necesito inventarla. Asรญ que es medio bรญblico y medio caรณtico: decimos calabaza, tenemos palabras del inglรฉs, del ruso, del รกrabe. Esta mezcla crea frases que van de un registro a otro: hay una palabra de la Biblia, luego puede decir “vamos”, y luego otra palabra de la Biblia. Los traductores suelen decir que pueden ponerlo todo en registro alto o todo en registro bajo, pero no pueden mantener esa combinaciรณn. Pero para mรญ, esa combinaciรณn es el chiste de todo. En Israel, cuando hablan de mis textos, destacan ese uso del lenguaje. En otros idiomas, se pierde.

¿Cuรกndo empezaste a escribir los cuentos de De repente un toquido en la puerta? Sรฉ que antes padeciste cierto bloqueo de escritor.

Lo que pasรณ fue que despuรฉs de escribir Un hombre sin cabeza, me casรฉ. Fui soltero muchos aรฑos, nunca habรญa tenido un trabajo fijo, vivรญa en un departamento sin gas, todo segรบn el estereotipo del vago. De pronto me casรฉ, comprรฉ un departamento, empecรฉ a pagar una hipoteca, saquรฉ un seguro de vida por si me muero, para que mi esposa y mi hijo estรฉn bien, conseguรญ un empleo fijo en la universidad. Cuando me sentรฉ a escribir, una parte de mรญ querรญa escribir sobre mi pasado, pero eso no me gustaba, porque la escritura para mรญ es un diรกlogo con el presente. Y cuando quise escribir sobre el presente, no pude. Creo que una parte de mรญ decรญa: “Tรบ presente no vale una historia. Cuando te golpearon cinco tipos afuera del bar, esa era una buena historia. Pero cuando vas a la municipalidad para inscribir a tu hijo al kรญnder, eso no”. Hasta me faltaba vocabulario: puedo hacerte veinte descripciones distintas de un departamento sucio, pero no sรฉ cรณmo describir un departamento limpio, y ahora vivo en uno asรญ.

Pero querรญa escribir una historia, sin saber cรณmo. Y un dรญa me sentรฉ y escribรญ el cuento que le da tรญtulo al libro. En ese cuento hay una parte donde el protagonista habla de crear algo a partir de algo, y no algo a partir de nada. Lo leรญ al terminar y me di cuenta de algo: que cuando escribo acerca de mi vida, no escribo sobre mi vida, no le tomo una foto, sino que hablo de las emociones que hay en mi vida. Podrรญa vivir una vida aburrida de yuppie pequeรฑoburguรฉs, pero si las emociones son poderosas, son ellas los cimientos de la historia, y no la realidad objetiva. No tengo que recibir una golpiza para escribir sobre el miedo, no tengo que acostarme con alguien en una borrachera para escribir sobre el deseo sexual. Esas emociones se quedaron en mรญ todo el tiempo, y despuรฉs de que hice ese cuento, el resto me tomรณ dos aรฑos, en los que solo escribรญ.

Parecerรญa que en esos cuentos hay un deseo de escapar. Hay, por ejemplo, muchos cuentos sobre la infidelidad.

Sรญ, mi esposa se dio cuenta. Me dijo que habรญa muchos cuentos sobre hombres que engaรฑan a sus mujeres. […] Las historias lidian con mi deseo. Debo decir que soy monรณgamo, soy leal a mi mujer, pero todas las semanas veo chicas con las que querrรญa acostarme. Las historias son como ir a la iglesia a confesarse, aceptar que hay un lado de mรญ que lo desea.[…] Siempre digo que mis cuentos son mucho mรกs sabios que yo. No puedo enseรฑarles nada a mis cuentos, pero ellos me enseรฑan cosas todo el tiempo. Muchas de las decisiones que he tomado en mi vida vinieron luego de escribir un cuento y leerlo. Para algunas personas es fรกcil ir a psicoterapia. Para mรญ, escribir es mi psicoterapia.

Al final, la psicoterapia es una forma de contar una historia sobre uno mismo.

La psicoterapia te ofrece una suerte de reflejo. Tรบ le cuentas algo a alguien, y esa persona te dice: “¿Te has dado cuenta de cuรกntas veces dices ‘madre’?”. Sacas algo de ti cuando escribes, pero luego lo lees, lo editas, asรญ que estรกs al mismo tiempo adentro y afuera de ti mismo, lo cual te da una perspectiva que no tienes en la vida real. Esa misma perspectiva de escritor la siento como padre. Cuando voy a visitar algรบn lugar con mi hijo, la presencia de esos pequeรฑos ojos hace toda la experiencia diferente. Hay cosas que siempre hago de manera natural, pero de pronto me avergรผenza hacer. O me encuentro haciendo cosas de una manera distinta a la de siempre porque mi hijo estรก ahรญ, y pienso “la prรณxima vez, aunque no estรฉ mi hijo, lo voy a hacer de esta forma, y no como solรญa hacerlo”.

Has descrito los cursos de escritura que dictas en la universidad de Tel Aviv como una especie de “ambiente de apoyo para gente que quiere escribir”. ¿Tuviste algo asรญ cuando empezaste a escribir? ¿Por quรฉ te parece importante contar con ello?

Vengo de un pueblo pequeรฑo en Israel, no lejos de Tel Aviv. De joven no conocรญ a nadie que fuera artista. Y no hablo de artistas profesionales: tampoco conocรญ a ningรบn artista amateur. A mi hermano le gustaba tocar el piano, pero fue lo mรกs cerca que estuve. La idea de crear no era una opciรณn; si la vida fuera un restaurante, eso no estaba en el menรบ. Asรญ que sรฉ que cuando empecรฉ a escribir, no sabรญa lo que estaba haciendo. Es como cuando los jรณvenes descubren la sexualidad y no saben quรฉ pasa, yo me sentรญa igual. Cuando empecรฉ a escribir, y durante unos cuatro aรฑos —empecรฉ a escribir cuando estaba en el ejรฉrcito, a los 19, asรญ que dirรญa que entre los 19 y los 22 aรฑos— tuve tres lectores. Imprimรญa tres copias, una para mi hermano y las otras para dos amigos, ellos eran mi referencia. Ni siquiera sabรญa que podรญas mandar manuscritos a las editoriales, era algo que estaba fuera de mi mundo. Pero tener esos tres lectores y oรญr sus comentarios sobre mis cuentos —“nos gustรณ este, no nos gustรณ este, este final es dรฉbil”— era suficiente para mรญ. Estoy contento de tener mรกs lectores ahora, pero creo que tres eran suficientes. Y creo que sin ellos tal vez no escribirรญa, porque la escritura es un intento de comunicar algo.

Por cierto, escribรญ diez consejos para escritores para la revista Rookie, por si quieres mencionar eso. Personalmente, creo que son buenos.

Tambiรฉn has hablado en contra de la idea de la escritura como un oficio que puede aprenderse.

Del concepto estadounidense de la “historia bien escrita”. No es que estรฉ en contra de la idea de la escritura como oficio, al contrario. Estoy en contra de la idea que muchos programas de escritura creativa quieren imponer, de que el oficio es lo mรกs importante. Creo que es importante, pero no es lo mรกs importante. Para mรญ, decir que eso es lo mรกs importante es como poner un cรณdigo de vestimenta en un evento: “Primero ponte un traje, y luego vemos si te dejamos entrar”. Creo que lo mรกs importante en una historia es la pasiรณn con que la cuentas. Y muchas veces, al leer los cuentos de The New Yorker, siento que estรกn maravillosamente escritos, pero cuentan una historia que no significa nada para el lector, y es totalmente estรฉril, no tiene corazรณn.

Esto es como poner la pirรกmide al revรฉs. Para mรญ, se trata primero de decir lo que tratas de decir, y luego trata de darle una forma estรฉtica o interesante. Pero no es esta idea de los escritores que tienen una buena descripciรณn de algo, la meten en una cajita de madera y dicen “cuando quiera escribir una historia, usarรฉ esta descripciรณn”. Esa es la forma de armar un mueble de Ikea, pero no de hacer algo homogรฉneo. Yo busco hacer que un รกrbol crezca, y para que eso suceda, el รกrbol debe de buscar tocar el cielo. No quiero pintar hojas bonitas y luego pegarlas juntas.

¿Cuรกl es tu punto de vista del conflicto entre Israel y Palestina?

Creo que el conflicto, como todo en Israel, es extremadamente complejo. Creo que dos errores no hacen un acierto, pero creo que tanto los palestinos como Israel han actuado de forma terrible desde hace aรฑos. Creo que Israel no tiene justificaciรณn para someter a la gente a una ocupaciรณn sin darles derechos iguales. Creo que Palestina no tiene justificaciรณn para enseรฑar desde hace aรฑos en las escuelas que los judรญos son hijos de los cerdos, y que matar a un judรญo es una buena cosa. Y estas no son cosas que hace un loco aislado. Las hace el sistema, un sistema formado por gente que desde la infancia quiere suicidarse por el placer de matarme a mรญ o a mi hijo. Tampoco hay justificaciรณn para eso.

A veces, ser vรญctima de una atrocidad, te jode. Por ejemplo, la gente que en su infancia sufriรณ abusos, y crece para volverse abusadora de menores. Y aquรญ tienes un conflicto entre dos naciones cuyo rasgo mรกs fuerte de personalidad es la nociรณn de ser vรญctimas. Los judรญos, que sufrieron el Holocausto, la Inquisiciรณn, el comunismo, los pogroms; y los palestinos, que de todas las naciones รกrabes, son quienes mรกs han sufrido: aparte del problema con Israel, fueron masacrados por los jordanos, los sirios, los libaneses. Asรญ que estamos compitiendo por el campeonato mundial de la mayor vรญctima de los tiempos modernos. Y una cosa con las vรญctimas es que lo primero que pierden es la capacidad de empatรญa. Tengo la impresiรณn de que si Israel tuviera un conflicto con Suecia y Palestina tuviera un conflicto con Holanda, ya estarรญa resuelto. Pero cuando tienes dos naciones tan obsesionadas con su propio dolor, es muy difรญcil llegar a alguna parte. Mucha gente piensa que la soluciรณn del conflicto pasa por tener un buen abogado para lograr un buen acuerdo. Pero no necesitamos un buen abogado, necesitamos un buen psicoterapeuta, porque lo que nos detiene es mรกs un problema de desconfianza, de odio arraigado en el miedo, y menos uno de argumentos factuales. Para mรญ es muy fรกcil decirte cรณmo serรญa un arreglo entre Israel y Palestina, si alguna vez hay uno: les daremos la mitad de Jerusalรฉn, ellos renunciarรกn al derecho de retorno. Te puedo decir exactamente quรฉ es factible. Todo el mundo lo sabe. El que no firmemos este acuerdo no tiene que ver con que no nos pongamos de acuerdo sobre una lรญnea o la otra. Es porque estamos tan jodidos mental y emocionalmente, que no podemos ponernos en una situaciรณn que nos lleve a aceptar semejante acuerdo.

En otra entrevista hablaste sobre tu entendimiento de la identidad israelรญ, atravesada por el Holocausto como hecho fundacional, por el conflicto con Palestina… ¿Cรณmo defines la identidad israelรญ?

Cuando la gente me pide que defina la identidad judรญa o israelรญ en una sola palabra, respondo que la palabra es “paradoja”. Cuando ves la existencia judรญa, hay algo extraรฑo y ambiguo en ella, porque la mayor parte de los judรญos en el mundo son seculares, pero el judaรญsmo es una religiรณn. Entonces, ¿quรฉ hace que un judรญo sea judรญo, si no cree en Dios? Yo me considero judรญo, pero no soy religioso. ¿Por quรฉ? Esta identidad es de una naturaleza paradรณjica.

Cuando vas a Israel, oyes decir: “Somos un pueblo antiguo, el de la Biblia, pero con un paรญs nuevo. Tenemos un sistema muy liberal, y a la vez somos un sistema opresivo, tenemos ocupados los territorios palestinos, no les damos libertad de movimiento. Es muy difรญcil decir algo desde un solo lado.

En Israel, hay una ley que dice que si eres judรญo y quieres venir a Israel, las autoridades migratorias no te pueden negar la entrada. Si hablas con mi hermano, que es de izquierda, anarquista, antisionista, que se fue del paรญs, te dirรก que es una ley racista y fascista: ¿por quรฉ se te deberรญa de permitir la entrada solo por ser judรญo? Si hablas con mis padres, te dirรกn “es una ley necesaria, porque los judรญos han sido perseguidos toda la historia, y cuando estรกbamos en Polonia y querรญamos salir, ninguna naciรณn nos aceptaba. Asรญ que Israel deberรญa de ser un refugio para los judรญos, de modo que si no tienes a dรณnde ir y estรกs a punto de ser asesinado por alguna razรณn, sea la Inquisiciรณn o sean los nazis, tengas ese lugar”. Cuando hablo con ellos, ambos me convencen, aunque se contradigan. Si dices que esta es una idea racista, estoy en contra, pero si dices que es una idea que busca que los judรญos, despuรฉs de una historia de persecuciรณn, tengan un lugar donde sean aceptados como iguales, estoy a favor.

En Israel hay un primer ministro al que no respeto para nada: de derecha, peligroso, agresivo, y me digo a mรญ mismo: “Tengo un hijo pequeรฑo, y tiran misiles en mi casa (hace poco escribรญ un artรญculo para el New Yorker acerca de la experiencia de vivir con un niรฑo en esta situaciรณn); ¿por quรฉ no empaco mis cosas y me largo de aquรญ? Soy escritor, le gusto a la gente, asรญ que a lo mejor puedo pedirle a mi editor mexicano que me compre una casa pequeรฑa, puedo escribir cuentos y comer tacos”. Pero tambiรฉn hay un lado de mรญ que dice: “Tienes problemas con esta sociedad, pero puedes tratar de cambiarla, y nadie te va a decir ‘cรกllate, sucio judรญo, vete por donde viniste’”. Esto es muy fuerte en mi identidad. Hay una voz en mi cabeza que dice: “No puedes huir. Primero que nada, vives dentro de una lengua, no de un paรญs. Y no quieres ser un exiliado de tu lengua. En segundo lugar, tus amigos, tu identidad, todo lo que tienes estรก aquรญ, asรญ que, ¿por quรฉ darle la espalda?”. Tal vez no me guste la realidad de ese lugar, pero finalmente, puedo debatir por la radio con mi primer ministro y decirle: “Eres un peligro para este paรญs”, y รฉl puede contestar: “Maldito liberal, tรบ quรฉ entiendes”, pero no puede decirme que me vaya al diablo. Y este es el รบnico paรญs del mundo donde nadie puede decirme que me vaya al diablo.

 

 

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