Notas sobre lo camp
Como cada primer lunes de mayo, esta semana se llevó a cabo la gala en beneficio del Costume Institute del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, el evento más importante de la industria de la moda. El tema de este año fue el camp. Si esta palabra solía emplearse con un sentido peyorativo para referirse a lo extravagante y carente de gusto, ahora Max Hollein, nuevo director del MET, tiene como propósito reivindicarla en una exposición de 250 objetos que datan del siglo XVII al presente y que permanecerá abierta hasta septiembre.
La naturaleza elusiva de lo camp dificulta su definición. ¿Es una sensibilidad? ¿Una actitud? ¿Una manera de pensar? El diccionario Oxford registra el origen del término a inicios del siglo XX para referirse principalmente a un hombre con modales “ostentosos y extravagantemente afeminados”. Susan Sontag fue la primera en explorarlo críticamente en un ensayo de 1964. Ahí definió lo camp como “una visión del mundo en términos de estilo” que “convierte lo serio en frívolo”. El punto de partida de su reflexión es el estilo de Oscar Wilde considerado en la época victoriana como “antinatural” y “afeminado”. Seis años después, Carlos Monsiváis escribió el ensayo “El hastío es pavo real que se aburre a la luz de la tarde. Notas del camp en México” donde lo describió como “aquello tan malo que resulta bueno” y “el dandismo en la época de la cultura de masas”. Para el crítico de cine Andrew Britton, lo camp es una desviación de la norma y un intento de los hombres homosexuales por mostrarse como ellos mismos: “simplemente reemplaza los signos de la masculinidad con una parodia de los signos de la feminidad y refuerza las definiciones sociales existentes de ambas categorías”. Con el transcurso de los años, lo camp se convirtió en un estilo que abarca desde el decorativismo hasta la estética trash. Quienes lo portan ven al mundo como un escenario, donde la forma tiene dominio sobre el contenido.
Una de las principales críticas al tema de la gala de este año fue el anacronismo del término. Si bien el calificativo camp fue discutido durante el siglo pasado, tanto diseñadores como críticos de moda contemporáneos lo ven como un calificativo arcaico. Matthew Schneier, editor de estilo de The New York Times, consultó a seis especialistas para tratar de llegar a una definición actual de lo camp. La conclusión a la que llegaron es que la extravagancia, lo excesivo y lo artificial con un toque de humor siguen presentes en el mundo de la moda, pero bajo otros calificativos.
Durante el desfile varias celebridades fueron cuestionadas sobre el significado de lo camp. La más honesta fue Celine Dion, quien respondió: “Estaba muy confundida. Y no era la única”, mientras vestía un atuendo plateado diseñado por Óscar de la Renta rematado por un tocado que asemejaba a un pavo real con plumas blancas y cuentas.
El artificio es el fin último de lo camp. Más allá del discurso, su interés se encuentra en la manera en que este se presenta, mientras más brillante, fastuoso y subversivo, mejor. “Camp es tan solo el ensalzamiento de lo banal y por tanto, su juego es uno profundamente decadente, de principios sólidos y nutritivos de la cultura”, explicó Monsiváis en 1970. Pero ahora lo camp ya no se ubica fuera de la norma ni se limita a representar a un grupo social, se ha integrado a la cultura popular al nivel de convertirse en el tema de un evento en beneficio de una institución cultural, bajo el patrocinio de una casa de alta costura y cuya organización estuvo a cargo de la revista de moda más reconocida en todo el mundo. Cuando una exposición en el MET institucionaliza lo que en el pasado era un desafío al orden y el buen gusto, lo camp pierde sentido.
Llega el arte a Venecia
El 11 de mayo comienza la 58a. edición de la Bienal de Venecia, la exposición internacional de arte contemporáneo más antigua y prestigiosa. En sus dos muestras, una en la Arsenale y otra en el Pabellón Central de los Giardini, se reunirán obras de 79 artistas de todo el mundo. El título May you live in interesting times es un proverbio de origen chino que se refiere a los períodos de crisis e incertidumbre. Ralph Rugoff, director artístico de la exposición, apostó por este concepto porque vivimos “en momentos en que la difusión digital de noticias falsas y ‘hechos alternativos’ está corroyendo el discurso político y la confianza sobre la que se basa”. Ante ello, el arte se ofrece como “una pausa” capaz de hacernos “reevaluar nuestros términos de referencia”. De tal manera, los artistas tuvieron la encomienda de destacar la función social del arte en sus propuestas creativas.
Junto con pintura, materiales audiovisuales, escultura y arte digital, este año habrá por primera vez espacio para el performance. Aaron Cezar, director de la Fundación Delfina de Londres y coorganizador de la iniciativa junto con Rugoff, explicó que las treinta piezas seleccionadas exploran “las políticas que nos formaron como somos”. Migración, género, nacionalidad, devastación ecológica y sexualidad son algunos de los temas que abordarán los artistas en mayo y noviembre. “Lo que Ralph y yo esperamos es que las presentaciones cambien las percepciones y memorias sobre Venecia. Hay mucho que ver en la Bienal y queremos reducir la velocidad, el tiempo se detiene cuando experimentas buen arte”.
Pablo Vargas Lugo representa a México en el Arsenale con su proyecto Actos de dios. Se trata de una videoinstalación curada por Magalí Arriola que incluye dos videos de quince minutos cada uno, dos esculturas, una pista de sonido y un tapete microbiano, es decir, una representación de las formas de vida más primitivas. La inspiración detrás de esto son los relatos de la creación y el Nuevo Testamento. El escenario de los videos fue la reserva natural del desierto de Cuatro Ciénegas, Coahuila, porque es ahí donde se encuentra el “germen de la vida en la Tierra”, según declaró Vargas Lugo en la presentación de su proyecto.
El diálogo entre el mito y la ciencia tiene como propósito hacer evidentes los abusos que los seres humanos hemos cometido contra la naturaleza. Para el artista mexicano, “la salvación humana, la culpa, el lugar el sufrimiento en la vida, el sacrificio, el cumplimiento de profecías” son los ejes de su narración. Sin caer en la parodia, Vargas Lugo y Arriola plantean que en la actualidad la creencia religiosa tiene una mayor prominencia en el ámbito público, y el discurso religioso es ahora un marcador de identidad que se usa para justificar posiciones nacionalistas. Su obra pretende provocar la reflexión en torno a los nexos existentes entre la religión, la naturaleza y la política.
La crónica en Anagrama
En 1987, Anagrama publicó el primer título de su colección Crónicas: Cabeza de turco, del periodista alemán Günter Wallraff. La colección aborda el periodismo y los reportajes extensos en temas variados como política, deportes, cine, música y viajes. En ella destacan obras de Juan Villoro, Hans Magnus Enzensberger, Ryszard Kapuscinski, Jorge Carrión y otros.
Treinta y dos años después de esa primera publicación, la casa editorial, en alianza con la Universidad Autónoma de Nuevo León, promueve el ejercicio del periodismo narrativo en Hispanoamérica con el primer Premio Anagrama de Crónica Sergio González Rodríguez.
En el concurso podrán participar escritores y periodistas hispanoamericanos con un libro inédito de crónicas. El ganador firmará un contrato por 15 años y recibirá 10 mil euros por concepto de anticipos de derechos de autor. El jurado está integrado por Juan Villoro, Leila Guerriero, Martín Caparrós, Silvia Sesé y un representante de la UANL. La recepción de textos cierra el 30 de junio y el ganador se dará a conocer en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.