El Libro de los ritos, restituido

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Fray Diego Durรกn
Libro de los ritos
ediciรณn de Paloma Vargas Montes
Ciudad de Mรฉxico, El Colegio de Mรฉxico, 2018
487 pp.

 

En el siglo XIX, el historiador Josรฉ Fernando Ramรญrez lamentaba la fortuna de fray Diego Durรกn: โ€œla historia que conserva recuerdos harto triviales, suele dejar en el olvido, o envueltos en tinieblas impenetrables, hechos y nombres que la posteridad inรบtilmente le demanda. Injusta con fray Diego Durรกn, le deparรณ todas las desventuras que pueden perseguir, al que ha consumado una larga y laboriosa vida en รบtiles trabajosโ€ฆ Diligente investigador y conservador de antiguas tradiciones y monumentos histรณricos, trabajรณ para extraรฑos, o para la polilla, no dejรกndonos recuerdo alguno, ni de su familia, ni de su personaโ€. Los siglos XIX y XX, empezando por el propio Ramรญrez, su primer editor, fueron reparando la fortuna del fraile dominico (en especial de su Historia de las Indias de Nueva Espaรฑa, su obra mรกs editada), pero es apenas ahora, con la apariciรณn de esta ediciรณn crรญtica, que uno de sus trabajos mรกs importantes, el Libro de los ritos, nos ha sido plenamente restituido por Paloma Vargas Montes.

Fray Diego Durรกn, nacido en Sevilla en 1537 y emigrado niรฑo a la Nueva Espaรฑa, viviรณ esos aรฑos cruciales posteriores a la Conquista en los que la cultura religiosa mexica, si bien obviamente reprimida, se encuentra muy viva y literalmente al alcance de la mano. Durรกn, por ejemplo, recuerda sus paseos juveniles con sus amigos por los alrededores del templo de Cihuacoatl, โ€œla casa del diabloโ€, no lejos del actual Zรณcalo, en el que aรบn eran visibles los รญdolos y las efigies de piedra. No se trata, naturalmente, de la experiencia moderna de visitar unas โ€œruinasโ€. La sombra de los antiguos dioses se extendรญa aรบn por la vieja Tenochtitlรกn, reciรฉn convertida en Ciudad de Mรฉxico.

Tras ingresar en la Orden de Predicadores, a mediados del siglo XVI, Durรกn fue aguzando su interรฉs por los asuntos indรญgenas y comenzรณ su vasta tarea etnogrรกfica, histรณrica y de estudios religiosos. Como otros cronistas, cumpliรณ el peliagudo papel de mediador y traductor entre la cultura y la lengua nativas y las de los reciรฉn llegados. En el caso de los temas religiosos, la razรณn oficial era clara: la extirpaciรณn de idolatrรญas; conocer bien las creencias antiguas de los indios para mejor convertirlos al cristianismo. Asรญ lo declara en el prรณlogo: โ€œhame movido, cristiano lector, a tomar esta ocupaciรณn de poner y contar por escrito las idolatrรญas antiguas y religiรณn falsa con que el demonio era servido antes que llegase a estas partes la predicaciรณn del sancto Evangelio, el haber entendido que los que nos ocupamos en la doctrina de los indios nunca acabaremos de enseรฑarles a conocer al verdadero Dios si primero no fueren raรญdas y totalmente borradas de su memoria las supesticiosas ceremonias y cultos falsos de los falsos dioses que adorabanโ€. Pero no hace falta saber leer entre lรญneas para de inmediato advertir en el resto de su obra un genuino interรฉs, por amor al conocimiento y a los pueblos entre los que viviรณ, mรกs allรก de la finalidad prรกctica sancionada y reconocida (y es, de hecho, gracias a hombres como Durรกn que alcanzamos a conocer los antiguos ritos). Una y otra vez defiende y hace el elogio del pueblo nahua: โ€œยฟEn quรฉ tierra del mundo hubo tantas ordenanzas de repรบblica ni leyes tan justas ni tan bien ordenadas como los indios tuvieron es esta tierra? ยฟNi dรณnde fueron los reyes tan temidos ni tan obedecidos ni sus leyes y mandatos tan guardados como en esta tierra? ยฟDรณnde fueron los grandes y los caballeros y seรฑores tan respetados ni tan temidos ni tan bien galardonados sus hechos y proezas como en esta tierra? ยฟEn quรฉ tierra del mundo ha habido tanto nรบmero de caballeros e hijosdalgo ni tantos soldados valerosos que con tanta cudicia y deseo procurasen seรฑalar sus personas en servicio de su rey y para ensalzar sus nombres en las guerras por solo interese de quโ€™el rey los honrase, como en esta tierra?โ€. Como apuntรณ Enrique Krauze en La presencia del pasado, el principal rasgo de Durรกn fue la empatรญa.

El Libro de los ritos es una de las principales fuentes para conocer la religiรณn de los antiguos mexicanos: sus dioses, ceremonias, fiestas, costumbres, etc. De obvio interรฉs para el historiador o el antropรณlogo, lo es para cualquiera interesado en la historia de Mรฉxico. Mucho le ayuda el estilo de Durรกn, dueรฑo de una prosa castellana clรกsica del siglo XVI: sobria, directa y clara. Como Bernal, es un autor plenamente literario por la forma. Las dificultades lรฉxicas, las voces en nรกhuatl, las referencias histรณricas o mitolรณgicas, son pulcramente resueltas en el aparato de notas compuesto por la editora, que preparรณ el texto basรกndose en el Cรณdice Durรกn, resguardado en la Biblioteca Nacional de Espaรฑa (dicho sea de paso, serรญa deseable una ediciรณn en formato grande que, aprovechando este nuevo texto, reprodujera las bellas ilustraciones del cรณdice: una joya bibliogrรกfica).

Entre las curiosidades que depara al lector el Libro de los ritos se encuentran algunas de las descripciones mรกs precisas de los sacrificios humanos. Por ejemplo, este a Huitzilopochtli: โ€œy subรญa al lugar donde estaban apercibidos los ministros satรกnicos, y tomรกndolos uno a uno, uno de un pie y otro de otro, y uno de una mano y otro de otra, lo echaban dโ€™espaldas encima de aquella piedra puntiaguda donde el cuitado le asรญa el quinto ministro y le echaba la collera a la garganta y el sumo sacerdote le abrรญa el pecho, y con una presteza estraรฑa le sacaba el corazรณn, arracรกndoselo con las manos, y asรญ, vaheando, se lo mostraba al sol, alzรกndolo con la mano, ofreciรฉndole aquel vaho, y luego se volvรญa al รญdolo, y arrojรกbaselo al rostroโ€.

El melancรณlico dictamen de Ramรญrez sobre la figura de Durรกn citado al inicio ha quedado por fortuna invalidado por la serie de estudiosos y editores que poco a poco han ido recuperando su obra. No acabรณ trabajando para extraรฑos โ€“ni para la polillaโ€“ sino para todos nosotros, los descendientes de espaรฑoles como รฉl y de los antiguos mexicas (y otros pueblos indรญgenas) a los que dedicรณ su vida: los mexicanos de hoy.

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(Xalapa, 1976) es crรญtico literario.


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