Cada cual reescribe su genoma en vida desde dentro sobre la marcha. Hijas de las luces largas. Pequeños objetos sagrados para regalar, todos lo son: figuritas, humanoides, golems, señoricos de dos caras, janos… El genoma se remodela con los dedos en el aire. Todo se va haciendo en la rueda de las eternidades simultáneas que exprimen los negocios y la peli El doctor Strange en el multiverso de la locura, de Sam Raimi. Licorice Pizza, de Paul Thomas Anderson: se olvida lo accesorio, todas las escenas, y se recuerda un hilo de amor, leve misterio, hilos de luz. Gloria eterna a Shonda Rhimes y sus series para Netflix.
Antonio Tausiet ha escrito para sí Los amigos de Buñuel, le han salido 157, se va a publicar y los ilustra José Luis Cano, 157 amigos, el número de Dunbar. Tausiet ha escrito también para su uso personal la guía Las partículas y el cosmos (Los libros prohibidos y en pdf abierto en la web).
Cada encuentro modela el genoma, el suyo y el tuyo/mío. El genoma es público, está abierto al plástico del aire y al gasoil que en su alquimia se hace ceodós.
Solo queda el universo (encarnado a ratos en sus símbolos, geometrías y películas). Me estoy quitando de las cosas, me quedan tres o cuatro herramientas, alicates, cuchillo, manos. Vaciando el móvil, vaciando el portátil, vaciando la memoria interna cárnica (la más pegajosa). El genoma se realoja con cada Saoko mami saoko. Las letanías diurnas del vivir. Me saluda por la calle un conocido y al acercarnos (en las últimas horas de mascarilla) vemos que nos hemos confundido pero estamos bien, mejor que si fuéramos aquellos conocidos remotos. Libertad absoluta nadie nada.
Ahora siguiendo las pestañas abiertas de María Sabina, Huautla de Jiménez, Oaxaca, México, 1895-1985. Que cada cual reescriba su genoma en vida. La esfera del mundo en casa, la bola hinchable de pilates trae sus constelaciones, azulea el balcón. Un poco de arameo: Vicente Haya explica que los semitas sitúan el amor en el hígado y el conocimiento en el corazón. Cada cual se modifica su genoma en caliente, y el de los demás: influencer. Nuevas androginias rutinarias. De nuevo siempre en Juan Eduardo Cirlot, su libro circular inagotable; su hija Victoria te lleva a la tipografía inventada de Hildegarda de Bingen: aquí al lado hay un comercio de piedras sagradas que exalta sus libros, curaciones (de Hildegarda, que es santa). Vuelve la chamana María Sabina a partir de un manual de Enrique González Rubio Montoya, que empezó con ella de antropólogo marxista y devino a su vez en aprendiz de chamán. Remordimientos geolocalizados en la ciudad. Guía de dos mil años de sufrimientos y alegrías. La quinta torre escondida. Raúl Herrero y los Libros del Innombrable. El universo y yo hemos cambiado de actitud. Desde que se descubrió (en un futuro) que cada cual se hackea el genoma y eso será la vida todo fluye y a la vez el tiempo se ve pasar más deprisa aunque esto puede ser por el 5g, que ya se ventea. En definitiva algo mío le gusta a alguien alguna vez para siempre este rato. Si lo tienes lo quieres (y al revés). Puedes ver una película y al minuto haberla olvidado: esta olvidabilidad también es un valor. Accedo a la lista de las cosas del mundo y no estás. El librito de Enrique González Rubio Montoya, de 2009, es Chamanismo cuántico, y al buscar al autor sale ya convertido hablando de María Sabina y sale también un artículo de Octavio Paz de 1984 en El País (de España) que cita a la chamana de pasada y también a Antonin Artaud y su Viaje al país de los Tarahumaras donde dice, por el peyote: “Uno ya no siente el cuerpo que uno acaba de abandonar y que le inspiraba seguridad en sus límites, en cambio, uno se siente mucho más contento de pertenecer a lo ilimitado que a uno mismo.” Qué vida, cuánto electroshock y hambre. Y sale María Sabina en un artículo de Adolfo Castañón de 2010 en Letras Libres, y esta frase: “¿no es curioso que la misma palabra –oración– designe en castellano el enunciado cabal y la plegaria?”. Y Robert Gordon Wasson, vicepresidente del banco JP Morgan que desde 1926 y por su mujer, la rusa Valentina Pavlovna, se volcó en los hongos del mundo y en el año 57 publicó en life un reportaje sobre María Sabina que la hizo famosa en el mundo (está en archive.org, el original y en español el de la versión chilena: “En busca del hongo mágico”). María Sabina no hablaba español y su vecino Álvaro Estrada tradujo y publicó su testimonio y los conjuros o ensalmos curativos que le iban dictando los honguitos sagrados en el libro María Sabina, la sabia de los hongos (1975). También hay un documental de sus veladas. Ella dice en ese libro, accesible en la web: “Soy la mujer de bien porque puedo entrar y salir en el reino de la muerte.” A Gordon Wasson le dio la pista de la chamana y sus hongos Robert Graves, quien también se lo contó a Camilo José Cela, que –y esto da idea de la fama de la curandera–, publicó en el 69 un María Sabina. Oratorio dividido en 1 pregón (que se repite) y 5 melopeas, luego eliminado de sus obras completas (también está casi entero en internet). A través de Gordon Wasson llegó la cia hasta la chamana de Huautla. Los superpoderes de María Sabina con sus honguitos para ver a distancia o ver el futuro la vinculan a uno de los infinitos proyectos de control mental agrupados bajo las siglas mkultra (que ha dado películas como Ipcress, de Sidney J. Furie, 1965, o El mensajero del miedo, de J. Frankenheimer, 1962). Hippies, famosos y agentes secretos se adentraron en las montañas en busca de los poderes prehispánicos de los chamanes mazatecos. El joven antropólogo Enrique González Rubio Montoya, marxista y ateo que fue a entrevistar a la curandera y luego estudió física se convirtió. Y explica en un Youtube: “Nuestra alma es inmortal, es infinita y se funde con la conciencia cósmica.” Cada cual reescribe… ~
(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la página gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).