El entusiasmo de Pepe Carral

Josรฉ Carral fue empresario, banquero, deportista y consejero institucional, pero sobre todo fue un animador de lo mejor de Mรฉxico.
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Ha muerto Pepe Carral, una de las personas mรกs queridas y respetadas de Mรฉxico. Fue un amigo generoso a quien debo mucho. En su larga vida tuvo muchas casacas: empresario, banquero, deportista, consejero institucional. Pero sobre todo fue un animador de lo mejor de Mรฉxico: la civilidad, la creatividad, la concordia.

En cualquier reuniรณn formal o informal, en una charla telefรณnica, en una sobremesa o un pasillo, los proyectos le brotaban como en cascada. Provocaba ilusiรณn, pero no era una ilusiรณn lo que trasmitรญa: era un fluir continuo de empresas posibles, nacientes o ya en marcha, que juntas construรญan una nueva realidad donde antes no habรญa nada. No me refiero solo a las empresas en las que participรณ o a las que apoyรณ en su larga carrera en Bank of America. Un cรบmulo de iniciativas nacieron en su mente, en su oficina, en los salones del Club de Industriales que presidiรณ desde 1996.

En plรกticas casuales, en referencias de paso (porque Pepe, discreto siempre, hablaba poco de sรญ mismo), supe que su padre fue condiscรญpulo y amigo de los famosos “Siete Sabios” de la llamada “Generaciรณn de 1915”, integrada, entre otros, por Manuel Gรณmez Morin, Vicente Lombardo Toledano, Alfonso Caso. Esta generaciรณn, educada en el estruendo de la Revoluciรณn mexicana, tuvo por designio histรณrico fundar instituciones que vertebraran al paรญs maltrecho pero esperanzado que dejaba atrรกs la guerra civil. Pepe creciรณ viendo a aquellos hombres construir el paรญs que tenemos, que aรบn tenemos. Esa fue una fuente de su creatividad.

La juventud de Pepe coincidiรณ con la Segunda Guerra Mundial, de la cual Mรฉxico emergiรณ con la vocaciรณn nacional de industrializarse. Pepe se incorporรณ a la banca internacional que desde tiempos de Cรกrdenas acompaรฑaba y apoyaba el desarrollo nacional. Su labor fue extraordinariamente fructรญfera en cada etapa que le tocรณ actuar, de la sustituciรณn de exportaciones en tiempos de Ortiz Mena a la expansiรณn del sector privado y pรบblico en los setenta, y de ahรญ a la apertura econรณmica de los ochenta y noventa.

Pepe se refiriรณ muchas veces a su amor por la UNAM donde estudiรณ. Defendiรณ de joven la libertad de cรกtedra, apoyรณ desde su creaciรณn a la Fundaciรณn UNAM y fue su consejero. Pero pocos recuerdan las entrevistas que semanalmente concedรญa al noticiero matutino de Radio Universidad. En aquel tiempo posterior al 68, ese era uno de los pocos espacios de libertad que habรญa en la radio mexicana. Y ahรญ estaba Pepe, con su voz cรกlida, su trato impecable, su fraseo pausado, su razonamiento claro, objetivo, equilibrado, explicando al pรบblico joven los claroscuros de la economรญa nacional.

A principio de los aรฑos ochenta los escritores de la revista Vuelta propusimos que Mรฉxico transitara a la democracia. Recuerdo el entusiasmo de Pepe por esa iniciativa. Su aportaciรณn fue tomar en serio la esencia deliberativa de la democracia y concebir una idea notable: convertir el Club de Industriales (que hasta entonces era bรกsicamente eso, un club social) en el รกgora de las ideas, el conocimiento, la discusiรณn y el debate que es hoy. Nunca fue un foro partidario. Fue plural y diverso, respetuoso y tolerante, a imagen y semejanza de su presidente. Esa actitud lo honra, pero no quiere decir que Pepe se instalara en una cรณmoda neutralidad.

Le preocupaba el destino de Mรฉxico. Sentรญa que una corriente inversa al รญmpetu constructor se habรญa apoderado de nuestro paรญs y lo retrotraรญa dรฉcadas hacia esos aรฑos oscuros de violencia y caudillismo que habรญa atestiguado su padre. Pepe habรญa dedicado su vida a construir. “No es posible que los empresarios permanezcan callados ante lo que ocurre”, me dijo no hace mucho. Querรญa un Mรฉxico libre, abierto, respetuoso de las leyes e instituciones. Ese Mรฉxico que querรญa Pepe no se perderรก. Pero no nos engaรฑemos, igual que รฉl no se engaรฑaba: si no actuamos con valentรญa en la plaza pรบblica, este Mรฉxico nuestro podrรญa perder aรฑos o dรฉcadas irrecuperables.

Nunca conocรญ a nadie con el entusiasmo emprendedor de Pepe Carral. Tampoco conocรญ a nadie con su elegancia de lord inglรฉs, sus finos paรฑuelos en la solapa y esas corbatas de colores gloriosos que combinaba como una obra de arte. Su otra elegancia, su elegancia de alma, combinaba otras prendas como la sensibilidad ante el dolor y la alegrรญa del bien ajeno.

El canto a la alegrรญa que fue la larga vida de Pepe no nos llama a la pesadumbre. Nos llama a la acciรณn: hay tanto que hacer, tanto que crear, tanto que emprender.

Publicado en Reforma el 26/XII/21.

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Historiador, ensayista y editor mexicano, director de Letras Libres y de Editorial Clรญo.


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