Todo parece indicar que, en las elecciones del 2024 en México, las principales contendientes serán dos mujeres: Xóchitl Gálvez, hoy responsable de la construcción del Frente Amplio por México (FAM) desde la oposición, y Claudia Sheinbaum, por Morena, el partido en el poder. Ambas son ingenieras: Gálvez, en computación con especialidad en robótica, inteligencia artificial, edificios inteligentes, sustentabilidad y ahorro de energía; Sheinbaum, licenciada en física con doctorado en ingeniería energética. Ambas han hecho carrera en el servicio público. Ambas han sido jefas delegacionales. Ambas hoy se perfilan rumbo a la presidencia del país como las primeras mujeres con grandes posibilidades de ostentar el cargo.
Las carreras de ambas en el servicio público distan mucho de tener paralelos, dados los escándalos de negligencia y corrupción que enturbian la trayectoria de Sheinbaum –la tragedia del Colegio Rébsamen y el derrumbe de la Línea 12 del Metro–, y el inicio de la travesía de ambas rumbo a la presidencia es también diametralmente opuesto. A pesar de que los procesos autorizados por el INE para la designación de sus perfiles desde sus trincheras políticas han transcurrido de manera casi simultánea, ya permiten vislumbrar los valores que cada una de las candidatas va a representar de cara a la contienda del próximo año.
La gran sorpresa en este escenario ha sido sin duda, la relevancia que el perfil de Xóchitl Gálvez ha alcanzado desde que, el 4 de julio, decidió registrarse como aspirante a liderar los trabajos de coordinación del FAM, una alianza que, a pesar de las diferencias ideológicas entre los partidos que la conforman (el PAN, de derecha, el PRI, de centroderecha, y el PRD, de izquierda), por primera vez en la historia del país abrió las puertas a la participación de la ciudadanía.
Gálvez arrancó el camino hacia la candidatura para presidenta de la República animada, según lo expresó, por la posibilidad de lograr ese respaldo ciudadano desde su falta de afiliación política. El proceso de selección del FAM descansó en un fuerte componente ciudadano apartidista, desde los órganos de organización hasta los de observación y acompañamiento. El comité organizador estuvo compuesto por seis representantes de los tres partidos políticos y siete ciudadanos notables de reconocida experiencia en materia electoral. Posteriormente se integró a este Comité un octavo ciudadano, que hizo las veces de secretario técnico, dada la complejidad de los retos que presentaba el proceso a realizarse en el tiempo máximo de casi nueve semanas.
A este Comité se sumó la Misión de Acompañamiento Ciudadano, conformada por 13 ciudadanos propuestos desde las organizaciones de la sociedad civil y 13 ciudadanos propuestos por el PRI, el PAN y el PRD, quienes presentarán un informe sobre las actividades del Frente a mediados de septiembre. (Aclaración: yo formé parte de esta Misión). A la Misión se integraron también observadores de organismos internacionales provenientes de Argentina, Venezuela, Chile, Paraguay, Ecuador, Colombia y Estados Unidos, entre otros, para dar certeza a la legitimidad del proceso y las decisiones tomadas por el Comité durante su desarrollo.
Xóchitl Gálvez se dio a la tarea de cumplir con los requisitos en cada etapa del proceso, en equidad con los otros 13 aspirantes que cumplieron los requisitos para participar. Del 12 de julio al 8 de agosto, Gálvez reunió las 150 mil firmas de apoyo en por lo menos 17 estados de la República, y pasó a la siguiente etapa del proceso junto con Santiago Creel y Beatriz Paredes.
Ya desde esta primera etapa, la fuerza de la participación ciudadana en el proceso del FAM mostró su contundencia y llevó a la conformación de un padrón ciudadano con poco más de 2 millones 300 mil ciudadanos registrados, listos para participar en la consulta ciudadana que se habría llevado a cabo el 3 de septiembre.
Los objetivos del FAM fueron claros desde un principio: incentivar la participación ciudadana en los procesos de selección de los liderazgos políticos, abriendo la puerta a que estas decisiones se tomaran fuera de las cúpulas de los partidos, en igualdad de circunstancias con las militancias y a través de la confrontación de las ideas abierta a la ciudadanía y medios de comunicación. Se realizaron seis foros –uno nacional, en la Ciudad de México, y cinco regionales en las ciudades de Durango, Monterrey, León, Guadalajara y Mérida– en los que la ciudadanía pudo participar y conocer de primera mano las visiones de los aspirantes respecto de los grandes retos que enfrenta nuestro país en la actualidad.
La popularidad y aceptación de Xóchitl Gálvez fue creciendo entre la ciudadanía. Luego de la declinación del aspirante Santiago Creel a favor de Gálvez, y a petición de la propia Beatriz Paredes y los dirigentes de los tres partidos políticos en forma conjunta, se dieron a conocer de manera anticipada los resultados de un segundo sondeo telefónico y en tierra, previo a la realización de la encuesta del 3 de septiembre, que junto con los resultados de esta, definirían la selección de el o la responsable de la construcción del FAM. Estos resultados arrojaron una considerable ventaja en las preferencias a favor de Xóchitl Gálvez. Beatriz Paredes anunció entonces su salida del proceso ante las dirigencias partidistas el 30 de agosto.
El 31 de agosto se dio el encuentro entre Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes en la sede del PRI, que cerró con un emotivo abrazo entre quienes habían sido contendientes hasta unas horas antes. El Comité organizador anunció entonces la suspensión de la encuesta de participación directa y anunció formalmente la designación de Xóchitl Gálvez como la responsable de la construcción del FAM y convocó a un acto público para la entrega de la constancia respectiva. La alianza efectiva entre la sociedad civil y los partidos políticos quedaba plasmada en la legitimidad de la selección de Gálvez.
Por supuesto, el proceso del FAM no transcurrió sin incidencias. Pero la convicción democrática de los miembros del Comité contribuyó a solventarlas sin fracturas. Las impugnaciones de los aspirantes Silvano Aureoles y Miguel Mancera por la falta de cumplimiento del requisito de las 150 mil firmas fue atendida por el Comité en respeto pleno a la garantía de audiencia. Aureoles expresó su conformidad con la resolución; Mancera, por su parte, continuó en ejercicio de su derecho a través del Tribunal Electoral, que determinó que la atención a sus requerimientos era competencia de la Comisión de Honor y Justicia del PRD. Esta a su vez resolvió como inconsistentes las inconformidades presentadas y la unidad del FAM no sufrió del mínimo resquebrajamiento. La salida de Beatriz Paredes del proceso también se resolvió en respeto a los derechos de participación electoral de la aspirante, que terminó en un acto de conciliación y unión entre Gálvez y Paredes. Finalmente, tanto los partidos políticos como los 13 aspirantes de origen rendirán sus reportes para la debida fiscalización de las erogaciones que hayan realizado, ante el INE.
En la esquina opuesta, no fue sorpresa para nadie la designación de Claudia Sheiunbaum como coordinadora de la Defensa de la transformación, denominación y proceso que por cierto, carecen de sustento legal y formal en los mismos estatutos del partido en el poder. Sheinbaum, ungida a través de multiples actos simbólicos como la corcholata favorita del presidente por el mismo López Obrador desde hace más de dos años, ha llevado una campaña intensa de promoción desde hace más de año y medio, a través de giras y mítines políticos para “informar” acerca de su forma de trabajo en distintas ciudades de la República a lo largo del país. A esto hay que agregar los espectaculares que aparecieron de manera simultánea en todas las ciudades principales de la República con su perfil y la leyenda “Es Claudia”, sin que hasta la fecha se conozca el origen de los recursos con que se financiaron. De las miles de bardas pintadas con tal leyenda, portadas de revistas y espectaculares promocionando un libro que aún no se ha publicado, ni hablemos.
Dentro del proceso “formal” de selección del coordinador o coordinadora de la Defensa de la transformación no hubo más órganos de organización, vigilancia y control que la propia dirigencia del partido, ni mayores lineamientos que los establecidos por el presidente López Obrador desde sus conferencias mañaneras. Por decisión expresa del mandatario, todo debate entre los aspirantes estuvo prohibido, así como la interacción con aquellos medios que clasifica como “neoliberales”. La dinámica entre los aspirantes estuvo definida por mítines políticos, en medio del escándalo del desvío de recursos públicos de los trabajadores del estado de Colima y de la Ciudad de México hacia la campaña-no-campaña de Claudia Sheinbaum y los constantes señalamientos de incidencias e inequidad por parte de Marcelo Ebrard, el segundo en preferencia de entre los seis aspirantes –además de Sheinbaum y Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco– inscritos en el proceso.
La designación de Sheinbaum como coordinadora y futura candidata presidencial de Morena se dio en el marco de sospechas de manipulación del resultado de las encuestas, irregularidades en el proceso de recolección de las preferencias en los distintos puntos de consulta y el desprecio a la garantía de audiencia a Ebrard por parte de Mario Delgado y Alfonso Durazo, que calificaron las incidencias denunciadas como intrascendentes para los resultados del proceso y para la unidad del partido, momentos después de que se impidió a la senadora Malú Micher, a Jimena Escobedo y al diputado Emmanuel Reyes, representantes de Ebrard para el proceso, el acceso al recinto donde se llevaba a cabo el conteo de boletas, usando para ello a la policía bancaria. Ebrard no compareció al acto de entrega de constancia a Claudia Sheinbaum. Por el contrario, según trascendió en medios, dijo que no se sometería a quien se habría referido como “la señora”. Dejó claro que no vislumbra espacio para él en Morena.
Aunque la contienda entre dos mujeres por la presidencia de México es un hecho histórico, lo cierto es que solo uno de estos perfiles es un signo de los tiempos que corren, en los que las mujeres estamos asumiendo las posiciones de poder con dignidad y en pleno reconocimiento a nuestras capacidades. Desde sus inicios en la vida pública del país, Xóchitl Gálvez ha transitado gracias a su habilidad para sobreponerse a los retos con resiliencia, capacidad de adaptación e independencia, incluso en relación a todos los partidos políticos. Su capacidad para conciliar le ha permitido ser interlocutora con todas las fuerzas politicas del país. Y considero que ha sido esa independencia, aunada a su desparpajada honestidad, alegría y capacidad de conciliación la que la posicionó en la simpatía ciudadana.
Por el contrario, Claudia Sheinbaum ha llevado su carrera política de la mano de Andrés Manuel López Obrador. A él le debe su designación y posterior postulación a la presidencia de la República, a pesar de la simulación de un “proceso democrático”. Es el presidente quien le dice con qué medios hablar y cuándo guardar silencio. Quien marcó su mandato como jefa de gobierno, reproduciendo en sus propias conferencias las manifestaciones de López Obrador en las mañaneras. Sheinbaum ha prometido la continuidad del gobierno obradorista en caso de resultar elegida como presidenta. No hay diferencia entre los proyectos y formas de ejercer el poder del presidente y de Claudia Sheinbaum.
Queda ver qué papel decide jugar Marcelo Ebrard en la campaña del 2024. Si, como ha declarado, insiste en aparecer en la boleta presidencial, su eventual candidatura no tiene posibilidades reales de ganar. Si participara a través de Movimiento Ciudadano, pondría seriamente en duda el repentino ataque de esta semana, so pretexto de una pretendida dignidad, y terminaría operando como el candidato de la discordia y la división. Si, por el contrario, recula de esta intención y permanece en Morena, sería la cuña que apriete a Sheinbaum, ambos a favor de la continuidad del régimen autoritario de López Obrador. Pero si decide honrar la autodefinición del hombre “que concilia a las izquierdas” en México, podría sumarse al equipo de Gálvez, en una decisión de arrojo y valentía.
Como sea, lo más probable es que quien ejerza la titularidad del poder ejecutivo nacional en México a partir del 2024 será una mujer. Más nos vale que resulte elegida la legítima preferencia de la ciudadanía que representa los valores del Estado de Derecho, la transparencia, la rendición de cuentas, la democracia y la libertad, que aquella que surge del desvío de recursos públicos, el desprecio a la ley, la opacidad, y la voluntad de un solo hombre por sobre todo lo demás. ~
es licenciada en derecho con especialidad en derecho fiscal por la UDLAP. Activista en favor de la cultura de la legalidad.