Fotografías: Fred Ramos

Crisis electoral en Honduras

Han pasado 12 días desde las elecciones presidenciales en Honduras y aún no se conoce quién gobernará al país en los próximos cuatro años.
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Han pasado 12 días desde las elecciones presidenciales en Honduras y aún no se conoce quién gobernará al país en los próximos cuatro años. La desconfianza inicial se ha transformado en agitación política y los hondureños han salido a las calles para denunciar un posible fraude. Entre saqueos, bloqueos, autos incendiados y marchas, los hondureños viven la incertidumbre de su futuro político. Aquí un recuento de lo sucedido:

Juan Orlando Hernández, también conocido como JOH, es el actual presidente y máximo líder del Partido Nacional y busca quedarse en el mandato en un país donde la reelección está prohibida a nivel constitucional pero que desde hace dos años es permitida por la Corte Suprema. Su oponente es el ex presentador de televisión Salvador Nasralla, quien encabeza la Alianza de Oposición contra la Dictadura y ha atraído los votos de los sectores de izquierda, además de que cuenta con el apoyo del ex presidente Manuel Zelaya.

En los primeros conteos, Nasralla se mantenía a la cabeza. Sin embargo, en lo que parece ser un fallo en el sistema o un fraude electoral, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha señalado a Hernández como posible ganador al obtener el 42.98% de los votos frente al 41.39% de su contrincante. Honduras se enfrenta a la mayor crisis política desde el golpe de Estado contra Zelaya en el 2009.

Aunque su triunfo todavía no es oficial porque debe realizarse el proceso de impugnaciones que marca la ley, los hondureños han tomado las calles motivados por Zelaya y Nasralla para expresar su temor de que el gobierno de JOH se vuelva una autocracia. Su principal inconformidad son los casos de corrupción en los que el todavía presidente se vio involucrado: desvío de recursos de las instituciones de salud y la procedencia ilícita de los recursos financieros de su campaña electoral en 2013. Además, su gobierno se ha destacado por imponer medidas que limitan la libertad de expresión, como demuestra el toque de queda que durante esta semana hubo en varios departamentos.

Aunque Nasralla ha convocado a manifestaciones pacíficas,  las protestas han desatado una ola de violencia, como describe Carlos Dada: “[…] el jueves por la mañana, los manifestantes ya no eran los estudiantes de cara destapada que cantaban el himno nacional con banderas hondureñas alrededor de una fogata. Los que amanecieron en las calles de Tegucigalpa eran encapuchados con palos, dispuestos a arremeter contra lo que se les pusiera enfrente. Rompieron vidrios, cerraron calles, quemaron las estaciones del metrobús que la alcaldía de Tegucigalpa nunca puso en marcha. Eran turbas. Amenazaron y asaltaron a periodistas. Abrieron negocios a la fuerza y del saqueo se encargaron los que pasaban por ahí”.

Los siguientes días son cruciales para ver si la presión social logrará convocar a una segunda vuelta electoral o si el anuncio de los resultados será suficiente para frenar la violencia y recuperar la confianza de los electores.

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