Una constante en las semanas que han transcurrido desde la llegada del coronavirus a México ha sido el desfase entre las preocupaciones de una parte de la opinión pública y las acciones gubernamentales. Así, cuando algunas universidades, escuelas y empresas decidieron implementar medidas de distanciamiento social desde el 12 marzo, con el fin de contribuir a frenar la epidemia, el gobierno federal anticipó que esperaría a que se dieran ciertas condiciones para anunciar el arranque de la fase 2 de respuesta epidemiológica, que contempla medidas más estrictas para limitar la movilidad y evitar la dispersión del virus. Además de las razones científicas que justifican esa respuesta, el gobierno ha dicho, en voz del propio presidente y del subsecretario López-Gatell, que la decisión de refrenar las medidas de aislamiento social tiene como objeto no afectar la economía.
Esta preocupación no es menor. La pandemia del Covid-19 está causando estragos en todo el mundo. Los cálculos preliminares sugieren que los dos meses de suspensión de actividades en China habrían causado una caída de hasta 20% de su PIB con respecto al año anterior. En México, la hotelería, la industria restaurantera, la aviación comercial y las maquiladoras, entre otros, ya resienten los efectos de la desmovilización forzada en Estados Unidos y otros países con los que México tiene lazos comerciales importantes. La construcción podría tener una caída de 9.5%. El turismo perdería 2 mil 400 millones de dólares.
La perspectiva económica ya era negativa antes de la llegada del coronavirus. La falta de inversión y los problemas en Pemex, entre otros factores, ya habían ensombrecido las previsiones. La crisis sanitaria las ha agravado. La OCDE, el Banco de México y distintos grupos bancarios han revisado a la baja, en números que van del -0.7% (OCDE) al -5.7% (Scotiabank), sus estimaciones de crecimiento para México.
Los países más afectados por la epidemia ya han anunciado medidas de diverso calado para paliar los efectos económicos de la crisis. Francia dispone de un paquete de 383 mil millones de dólares que contempla apoyar directamente a negocios, garantizar los préstamos bancarios y reducir las contribuciones a la seguridad social. Estados Unidos destinará 850 mil millones de dólares al rescate de aerolíneas y el apoyo a comercios, entre otras provisiones. España anunció gastos por 220 mil millones de dólares y medidas como el aplazamiento del pago de impuestos.
Pese a su justificada preocupación por los efectos negativos que el coronavirus puede tener en la economía, el gobierno federal ha sido fiel a la estrategia de postergar el anuncio de medidas en este terreno. En la conferencia de prensa donde, el día de ayer, se hizo público que México se encuentra ya en la fase 2 de la epidemia, poco se dijo sobre lo que se hará en el terreno económico.
Arturo Herrera, secretario de Hacienda, explicó que se dotará de fondos adicionales a las secretarías de la Defensa, Marina, Salud y al Insabi para enfrentar la emergencia sanitaria. El presidente López Obrador dijo que se cuenta con fondos adicionales de 400 mil millones de pesos que servirán para mantener los programas de bienestar y continuar la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, entre otros proyectos de infraestructura. Y adelantó que “en su momento vamos a otorgar créditos sin intereses o con tasas muy bajas a un millón de pequeños negocios, esto es para pequeño comercio, para fondas, taquerías, talleres, todo lo que va a resultar, desgraciadamente afectado por la crisis económica”.
El gobierno no ha anunciado otras medidas. Esta mañana, López Obrador descartó posponer o reducir el pago de impuestos, porque “el modelo neoliberal ya no se aplica”.
El Consejo Coordinador Empresarial ha pedido al presidente que considere otorgar estímulos fiscales a las empresas, además de otras medidas destinadas a preservar el empleo y estimular el consumo y la inversión. El sector turístico propuso también una serie de estímulos fiscales que pueden ayudar a la economía durante la crisis sanitaria y una vez que esta haya sido superada.
Los gobiernos estatales no se han quedado atrás. Enrique Alfaro puso en marcha el plan Jalisco Covid-19, que contempla apoyos por mil millones de pesos dirigidos a trabajadores informales, micro y pequeñas empresas y productores de maíz. En la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum anunció apoyos por 800 millones de pesos para familias y microempresas. Otras soluciones han sido y serán puestas sobre la mesa. Alfredo del Mazo tiene planes similares en el Estado de México.
Toda vez que los efectos de la desmovilización económica se amplificarán con el paso de los días y alcanzarán a un número cada vez mayor de personas, la oportunidad de las medidas es también crucial. Si se toman a tiempo, pueden amortiguar los efectos de la crisis y hacer que la recuperación llegue antes.
No es el propósito aquí analizar los méritos y deficiencias de los distintos planes, sino señalar la urgencia de que el gobierno tome en cuenta las inquietudes de distintas industrias y grupos de expertos, y elabore un plan ambicioso para hacerle frente a la mala situación económica. Si ese plan ya existe, debe darse a conocer.
Sabremos, con el paso de los días, si las medidas de contención epidemiológica serán suficientes para evitar que México pase por los trances de España, Italia o Estados Unidos. Pero es de reconocerse que las autoridades de salud han hecho un esfuerzo constante para comunicar sus acciones y explicar el por qué de las mismas.
Sería deseable que un esfuerzo de comunicación similar se practique en las secretarías de Hacienda y Economía: abonaría a la certidumbre económica, a la tranquilidad de las empresas y las familias, y reduciría el impacto económico del coronavirus. Cuanto antes inicie, mejor.