Un video sobre la vida de Mahoma, que apareciรณ en YouTube hace dรญas, provocรณ nuevamente una oleada de violencia en el Medio Oriente que costรณ la vida, entre otros, al embajador norteamericano en Libia, Christopher Stevens. El deplorable video de mala factura, obra de un fanรกtico que buscaba probar que el islam es un “cรกncer” –y demostrรณ una vez mรกs que el verdadero “cรกncer” es el fanatismo de cualquier signo ideolรณgico– debiรณ haber transitado por la red sin pena ni gloria. El video es incidental: una de las muchas desafortunadas manifestaciones racistas que pululan en internet. Lo importante es que un video que representa el punto de vista de un pequeรฑรญsimo grupo de ciudadanos estadounidenses se considere en Egipto, Libia, Yemen y otros paรญses islรกmicos como una razรณn legรญtima para asaltar embajadas y consulados occidentales y asesinar a diplomรกticos. Menos grave pero igualmente notable es que los jรณvenes musulmanes que han atacado sedes diplomรกticas estรฉn convencidos de que la apariciรณn del malhadado video en YouTube es responsabilidad directa del gobierno de los Estados Unidos.
Los ataques prueban, antes que nada, que aun en los paรญses que enviaron a dictadores como Gadaffi y Mubarak al basurero de la historia y han emprendido pedregosas transiciones a la democracia, la primavera convive con el invierno. El orden tradicional se sobrepone a una modernidad econรณmica inacabada y una democratizaciรณn polรญtica sui gรฉneris, donde la religiรณn juega un papel fundamental.
Como otras naciones islรกmicas –explica Pankaj Mishra en su reciente libro From the Ruins of Empire–, Egipto, el paรญs que ocupa una posiciรณn geopolรญtica privilegiada en la regiรณn, y donde empezaron las protestas, no ha podido resolver el dilema que ha arrastrado desde el siglo XIX: la inserciรณn a un orden capitalista colonial, que convirtiรณ al paรญs en un monoproductor –de algodรณn– sometido a los vaivenes de la demanda de su principal producto de exportaciรณn que lo obligaron a endeudarse hasta la coronilla. Las รฉlites corruptas que crecieron al amparo del algodรณn nunca dieron el brinco a la democracia: la posible pรฉrdida del poder resultaba un grave inconveniente.
Paradรณjicamente, el uso del islam como instrumento polรญtico surgiรณ como reacciรณn al estado de cosas colonial decimonรณnico. El รบnico lazo de uniรณn entre los musulmanes agraviados que vivรญan desde Turquรญa hasta la India era (y sigue siendo) el islam. El poder e influencia del panislamismo sobreviviรณ a dรฉcadas de gobiernos autoritarios pero laicos, como el de Mubarak, y es ahora un protagonista fundamental en la polรญtica.
La radicalizaciรณn de grupos fundamentalistas (que desafรญan a los gobiernos reciรฉn electos en Egipto y Libia), sumada a la herencia del autoritarismo, ha resultado ser un obstรกculo insalvable para que prendan entre la poblaciรณn prรกcticas democrรกticas fundamentales. Entre ellas, la libertad de expresiรณn. Los protagonistas del invierno รกrabe, acostumbrados a que en sus paรญses no se movรญa una hoja si el dictador en turno no lo ordenaba, no pueden entender que la Casa Blanca pueda recomendar o pedir a Google –dueรฑo de YouTube– que baje un video, pero no ordenarle que lo haga. (De hecho, Google restringiรณ el acceso al video en algunos paรญses, pero sigue en el sitio para quienes quieran verlo en el resto del mundo.) La separaciรณn entre la iglesia y el Estado, un cimiento bรกsico de la modernidad polรญtica, es tambiรฉn un concepto ajeno a las sociedades musulmanas de hoy, herederas del panislamismo, y la tolerancia brilla por su ausencia.
El dilema para Occidente y para los protagonistas de la llamada primavera รกrabe es que el islam, como fuerza polรญtica, llegรณ para quedarse. El desafรญo para aquellos que buscan enraizar la democracia en los paรญses islรกmicos del Medio Oriente es, no solo evitar que la religiรณn obstaculice el desarrollo econรณmico y polรญtico, sino convertir al islam en una vรญa hacia la modernidad (como lo hizo Erdogan en Turquรญa al principio de su gobierno). El desafรญo para Occidente es ayudar a los nuevos gobiernos democrรกticos en paรญses como Libia y Egipto a conseguirlo.
(Publicado previamente en el periรณdico Reforma)
Estudiรณ Historia del Arte en la UIA y Relaciones Internacionales y Ciencia Polรญtica en El Colegio de Mรฉxico y la Universidad de Oxford, Inglaterra.