Daniel Scioli y Cristina Fernรกndez de Kirchner.

El fin del discurso kirchnerista

El kirchnerismo se quedรณ sin discurso. Los excesos, los escรกndalos y el protagonismo histriรณnico de Cristina Kirchner ocasionaron que su movimiento polรญtico no sobreviva a su propia personalidad.
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Un dรญa descubrรญ en la televisiรณn argentina un peculiar programa de debate. A diferencia de las solemnes mesas de anรกlisis en Mรฉxico, los panelistas aquรญ polemizaban apasionadamente sobre la situaciรณn polรญtica y econรณmica del paรญs. La mayorรญa coincidรญa en que el panorama no podรญa ser peor. Habรญa solo un invitado pro-Cristina Kirchner que estaba en claro desacuerdo. Lo malo es que, en vez de presentar argumentos, se dedicaba a atacar a los otros panelistas. Los interrumpรญa, se reรญa de ellos, les gritaba y los descalificaba. Parecรญa que mรกs que ir a debatir, iba a reventar el debate. Preguntรฉ a mis familiares si no habรญa nadie que pudiera presentar con mรกs inteligencia los argumentos del gobierno. Me dijeron que el kirchnerismo nunca debate ni argumenta, sino que agrede con un discurso visceral, a quienes osan criticarlos.

Ese es tal vez el mayor pecado de los largos aรฑos del gobierno kirchnerista: transformar a Argentina en un escenario para la รณpera polรญtica protagonizada por Cristina y por “ร‰l”, el fallecido Nรฉstor Kirchner, presente en espรญritu e invocado por su viuda a la misma altura que Dios y la Patria. En la narrativa “K”, Nรฉstor y Cristina han sido la versiรณn siglo XXI de Juan Domingo y Evita Perรณn, lรญderes cuya autoridad emana no de las leyes o de las instituciones, sino de sus atributos personales: aguerridos idealistas y justicieros sociales, defensores incansables de la soberanรญa nacional y protectores del pueblo ante los embates de las rapaces รฉlites extranjeras y sus aliados locales.

Como todo discurso populista, el del kirchnerismo requiriรณ construirse enemigos internos y externos para legitimarse. En lo externo no lo tuvieron difรญcil: el imperialismo y el neoliberalismo, representados por los “buitres” acreedores de la Repรบblica.  Pero en lo interno, la lista de adversarios mortales crecรญa aรฑo tras aรฑo. Un dรญa los malos eran los productores del campo. A ellos se sumaron los medios de comunicaciรณn, despuรฉs los opositores, luego los estudiantes argentinos en el extranjero, la iglesia, los fiscales y los jueces.  Asรญ, la retรณrica del kirchnerismo fue volviรฉndose mรกs agresiva, viendo en cada crรญtica una conspiraciรณn, en cada grupo que no estaba de acuerdo un enemigo, y en cada decisiรณn legislativa o judicial que no les agradara, una traiciรณn a Argentina. Y Argentina, para los “K”, es lo mismo que Cristina.

Esta forma de gobernar dividiendo eclipsรณ los logros del gobierno, como la expansiรณn de los sistemas de seguridad social, y magnificรณ sus desaciertos, sobre todo en el terreno de la polรญtica econรณmica. El disparate se volviรณ un invitado frecuente en los largos discursos de la presidente en cadena nacional. Si a ello le sumamos el crecimiento exponencial de la corrupciรณn en las instituciones pรบblicas a todos los niveles, el incremento de la inseguridad y el debilitamiento sistemรกtico de la clase media y empresarial por el desastroso manejo de la economรญa, los sueรฑos de Cristina de prolongar su poder se convirtieron en una pesadilla para muchos argentinos.  

Eso se reflejรณ este domingo en las urnas. El candidato kirchnerista a la presidencia, el exgobernador de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, apenas superรณ (36.1%) al candidato de centro derecha, Mauricio Macri (34.9%), exalcalde de la ciudad de Buenos Aires. Dado que ninguno llegรณ al 40%, en tres semanas se enfrentarรกn en una segunda vuelta. Los analistas creen que Macri ganarรก, porque el kirchnerismo llegรณ a su techo de votantes, mientras que el exalcalde porteรฑo sumarรก los votos del descontento anti-K que en la primera vuelta se fueron por otros candidatos.  

Son muchas las razones que explicarรญan este resultado, pero a mi me parece interesante analizarlo desde la perspectiva de la comunicaciรณn. Lo que creo es que el kirchnerismo se quedรณ sin discurso. Los excesos, los escรกndalos y el protagonismo histriรณnico de Cristina Kirchner ocasionaron que su movimiento polรญtico no sobreviva a su propia personalidad. Sin ideas ni valores que lo unificaran y que le dieran contenido a su retรณrica, Scioli quedรณ como defensor de un rรฉgimen en el que ni รฉl parece creer. Y si uno no estรก convencido, entonces no puede convencer a nadie. 

La pregunta clave que un candidato oficialista tiene que responder en sus discursos es ¿quรฉ tenemos que perder con un cambio y quรฉ ganamos con la continuidad? Scioli nunca logrรณ construir una respuesta creรญble, ni articular una visiรณn de futuro atractiva. Su campaรฑa se quedรณ en un plebiscito sobre el gobierno “K”: a favor o en contra de que Cristina se vaya para siempre del poder. Sumemos a eso la falta de carisma del candidato y tremendos errores de campaรฑa, como irse de vacaciones a Italia en medio de una inundaciรณn desastrosa en su provincia, o no presentarse al primer debate presidencial, y tendremos una receta muy buena para la derrota.

Macri, por su parte, tampoco es un derroche de carisma o de retรณrica encendida. Al escucharlo hablar, pienso que a su discurso le falta generar mayor esperanza y entusiasmo. Su mensaje de cambio es demasiado simple: รฉl no es Cristina. De hecho, en un spot Macri hace una lista de “lo que no va a hacer”, que es todo lo que ha hecho mal la presidente Kirchner. ¿Eso es suficiente para emocionar a la gente? Tal vez no en otro paรญs, pero en la Argentina de 2015, no ser Cristina Kirchner ni su candidato es una ventaja clave que acerca a Macri a la victoria en esta elecciรณn, que mรกs que un duelo de propuestas y discursos atractivos, es el juicio ciudadano sobre una personalidad que ha dividido profundamente a Argentina. Conoceremos el veredicto final en tres semanas.

 

 

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Especialista en discurso polรญtico y manejo de crisis.


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