Ante una economรญa estancada y con cuatro de cada diez personas en situaciรณn de pobreza, la mejora al sistema de salud mexicano puede impulsar notablemente la duraciรณn de la vida saludable de las personas en condiciones socioeconรณmicas de alta vulnerabilidad. Sin embargo, el abandono del Seguro Popular en favor de un nuevo sistema muestra que hay un importante riesgo de retroceso, un peligro que puede ser mรกs profundo que las molestias de quienes requieren los servicios y los desencuentros administrativos que conlleva la transiciรณn de un esquema a otro.
El reciรฉn desaparecido Seguro Popular gastaba cerca de $3,200 anuales per cรกpita y atendรญa a cuatro de cada diez mexicanos . Proporcionaba atenciรณn para los principales padecimientos de salud, la cual era provista por las entidades federativas mediante acuerdos con el gobierno federal. El esquema que lo sustituye, el mal llamado Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), absorbe los recursos previos y sin muchos mรกs pretende proporcionar atenciรณn mรฉdica y medicinas de forma ilimitada para todos, ademรกs de regresar a la centralizaciรณn de los servicios de salud, tambiรฉn mediante convenios con las entidades federativas.
En sus primeros dรญas de operaciรณn, las fallas mรกs visibles del Insabi, que hacen dudar de su institucionalidad y orientaciรณn al bienestar, han sido de comunicaciรณn y administrativas. Quienes buscan atenciรณn por un padecimiento en el nuevo instituto desconocen quรฉ pasos seguir para pasar de un sistema a otro, cuรกl es la cobertura que les corresponde y el costo asociado a la misma. Muchas unidades de salud tienen datos parciales al respecto, por lo que retrasan el servicio o cobran cuotas. Que la respuesta a tales preguntas sea tan aparentemente sencilla โse requiere la CURP, la credencial del INE o el acta de nacimiento, con una cobertura total de padecimientos y, en principio, sin costo alguno para el pacienteโ no hace sino evidenciar el descuido al difundir la informaciรณn necesaria.
Mรกs preocupante es la negligencia polรญtica que ha dejado sin una perspectiva clara a las entidades federativas que consideraron adherirse al Insabi, al punto de que algunas han quedado fuera de รฉl. Al menos ocho estados del paรญs decidieron no integrarse por el momento al nuevo esquema, ante sus incertidumbres operativas o la perspectiva de que fracase financieramente. Esta situaciรณn podรญa prevenirse con una explicaciรณn eficiente de las caracterรญsticas del Insabi, para convencer a los gobernadores de incorporar sus entidades federativas.
Otro descuido, esta vez legislativo, fue omitir en la recientemente reformada Ley General de Salud un artรญculo transitorio para una transiciรณn gradual y ordenada. Esto habrรญa brindado un camino menos incierto para mantener los acuerdos del Seguro Popular como marco para el Insabi, mientras se detallaban los procedimientos del segundo. Si a esto se suma la actual falta de reglas de operaciรณn, responsabilidad del Ejecutivo, se tiene una combinaciรณn peligrosa: objetivos ambiciosos sin una ruta para alcanzarlos.
Las debilidades mรกs preocupantes del Insabi no son, por el momento, visibles. En primer lugar, destaca la falta de presupuesto que ha venido afectando al sistema de salud desde tiempo atrรกs. Pese a que el gasto en salud en el Presupuesto de Egresos de la Federaciรณn aumentรณ ligeramente en tรฉrminos reales de 2019 a 2020, el gasto per cรกpita para el Seguro Popular, que estรก siendo transferido al Insabi, se redujo. Esto impide la cobertura completa de la poblaciรณn que actualmente no cuenta con acceso a algรบn sistema de salud โal menos uno de cada diez mexicanosโ, y mรกs aรบn la provisiรณn sin lรญmite de servicios de salud y medicinas.
La falta de recursos no serรก patente mientras se use la reserva que tenรญa el Seguro Popular a travรฉs del Fondo de Protecciรณn contra Gastos Catastrรณficos. Este fondo se habรญa diseรฑado para otorgar servicios mรฉdicos de alta especialidad a los beneficiarios del Seguro Popular que padecen enfermedades de alto costo, pero actualmente se utiliza una buena parte para la operaciรณn regular del Insabi. Asรญ, se estรกn utilizando ahorros para tiempos difรญciles en promesas de atenciรณn gratuita.
La falta de financiamiento se agravarรก, puesto que el diseรฑo del Insabi privilegia la atenciรณn a padecimientos en vez de su prevenciรณn, al no plantear la corresponsabilidad de la poblaciรณn en la adopciรณn de conductas saludables que reduzcan la frecuencia y el costo de la atenciรณn de las enfermedades. El nuevo enfoque apenas enfatiza la igualdad de oportunidades para atender la salud al no concentrarse en las deventajas de los mรกs vulnerables. Por otra parte, reduce el peso de la responsabilidad individual en evitar padecimientos y en el uso de los recursos de la sociedad para atenderlos. La falta de coaseguros razonables y de delimitaciรณn de la atenciรณn por enfermedades o recaรญdas evitables es parte del problema.
En su libro El gran escape. Salud, riqueza y los orรญgenes de la desigualdad, Angus Deaton, premio Nobel de economรญa 2015, muestra que en los รบltimos siglos el crecimiento econรณmico de los paรญses ha tenido una contribuciรณn poco significativa al mejoramiento de la salud de las personas mรกs pobres, mientras que el aumento en la calidad de las instituciones encargadas de la difusiรณn y uso del conocimiento de higiene y mรฉdico tuvo el mayor impacto. Por su operaciรณn, manejo polรญtico, recursos y diseรฑo, es prematuro considerar al Insabi como una mejora a las instituciones de salud, que actualmente ya resultan insuficientes. Aรบn se requiere amplia evidencia para determinar si podrรก contribuir de forma duradera al bienestar.