The Journal of Composition Studies se define como “una revista académica dedicada a las prácticas profesionales asociadas con la retórica y la redacción: la enseñanza de la escritura universitaria, la teoría de la retórica y la redacción, la administración de programas relacionados con la escritura, la preparación para los futuros estudiosos de la pedagogía”. Recientemente, ha lanzado una “Guía para las prácticas antirracistas en la revisión de los estudios de composición escrita”, diseñada para guiar a los editores, equipo editorial, reseñistas y autores a prácticas de edición y publicación antirracistas e inclusivas”. En su mayor parte, las directrices eran predecibles, al punto de incluir la instrucción de que “las bibliografías que solo incluyen a estudiosos blancos son inaceptables”. La revista también alardea de que ya requerirá el uso de lo que denomina “citas canónicas” sobre la base de que “Entendemos que los autores de algunos de esos textos pueden haber participado en acciones opresivas y/o perjudiciales”.
Canónico significa autoridad. Porque significa que la biografía de un estudioso es más importante que la calidad de la investigación, o, de manera más precisa, que ambas son inseparables. Que esto sea lo que constituye el “antirracismo” es un testimonio no del cierre de la mente estadounidense –porque, ah, qué optimista vemos ahora que era Allan Bloom– sino más bien de su suicidio asistido. Pero la revista tiene un problema. Se ha comprometido a extirpar el racismo, especialmente del proceso de la revisión por pares, y se jacta de su pertenencia a lo que denomina MMU, un acrónimo “antirracista” relativamente que significa Múltiplemente Marginalizados y Poco Representados, por sus siglas en inglés. El problema de la publicación es que mientras por un lado se declara “comprometida a escuchar y creerle a los revisores de MMU y sus perspectivas, especialmente cuando leen una pieza que les parece que es intolerante, que excluye o que no está vinculada a investigación relevante de estudiosos del campo MMU”, le preocupa que los reseñistas MMU puedan entrar en “contacto con material potencialmente intolerante o traumático”. Por tanto, promete aportar una perspectiva [MMU] revisores “con el resumen de la pieza que les pedimos revisar”, y por tanto ofrecerles “la oportunidad de negarse a leerla”.
Adorno escribe en algún sitio que “la intolerancia de la ambigüedad es la marca de una personalidad autoritaria”, y la intolerancia es totalmente obvia en las directrices de la revista. Pero resulta también igualmente evidente hasta qué punto el concepto del trauma se ha convertido en uno de los principios centrales de los movimientos emancipatorios de la época.
https://davidrieff.substack.com/p/desire-and-fate-2fd?r=jyddz&utm_campaign=post&utm_medium=web
David Rieff es escritor. En 2022 Debate reeditó su libro 'Un mar de muerte: recuerdos de un hijo'.