¿En la víspera de la destrucción?

La violencia retórica entre Trump y Kim Jung-Un amenazan con producir una catástrofe y bien haríamos en no olvidar las lecciones de la guerra de Vietnam.
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Hoy que la ignorancia, la arrogancia y los exagerados egos de dos bravucones armados con arsenales nucleares nos amenazan con producir una nueva catástrofe de dimensión desconocida, no debemos olvidar la lección de Vietnam

En el otoño de 1965 estaba yo en una discoteca en Nueva York viendo bailar a los jóvenes cuando mi amigo, el escritor Jack Gelber, me pidió que pusiera atención a la letra de la canción: “La víspera de la destrucción”

Don’t you understand, what I’m trying to say?

And can’t you feel the fears I’m feeling today?

If the button is pushed, there’s no running away,

There’ll be no one to save with the world in a grave,

Take a look around you, boy, it’s bound to scare you, boy,

And you tell me over and over and over again my friend,

Ah, you don’t believe we’re on the eve of destruction.

 

¿No entiendes lo que intento decirte?

¿No sientes los temores que yo siento ahora?

Si aprietan el botón no habrá escape

No habrá a quien salvar en un mundo convertido en tumba

Mira a tu alrededor muchacho, y sentirás miedo muchacho

Y me dices y me repites una y otra vez amigo,

Que tú no crees que estamos en la víspera de la destrucción.         

Jack me contó que las críticas a los autores, y a Barry McGuire, el cantante, fueron despiadadas y copiosas. La canción fue declarada No-Americana y boicoteada por los grupos conservadores que acusaban a los autores de colaborar con el enemigo en Vietnam. Sin embargo, y a pesar de la enconada reacción de la derecha, en Septiembre de 65, ya ocupaba el primer lugar en popularidad en toda la nación.

La semana pasada recordé esta escena de mi juventud al oír la  canción en el extraordinario documental sobre Vietnam dirigido por Ken Burns y Lynn Novick en PBS, la estación de la televisión pública que a duras penas resiste los embates de la administración de Trump. El propósito anunciado del documental, que consta de diez episodios, dicen los directores, no es adjudicar culpas o recriminaciones sino refrescar la memoria del infortunado suceso presentándolo desde una perspectiva plural que incluye testimonios de los protagonistas en ambos países. Pero no obstante sus buenos deseos, el juicio de la historia es inevitable e implacable contra todos los políticos que fueron directamente responsables de la muerte más de tres millones de vietnamitas, más de 50 mil estadounidenses, de cientos de miles de heridos, y que ahondaron profundamente la división de Estados Unidos en dos bandos irreconciliables.

En el documental hay entrevistas con muchos de los protagonistas de la guerra tanto vietnamitas como estadounidenses, en total 79 participantes en el conflicto. Al principio muestra los fracasados esfuerzos iniciales de Ho Chi Min en Estados Unidos pidiendo ayuda para liberar a su país de la ocupación francesa. Hacia la mitad de la serie, también documenta cómo Ho, el padre de la resistencia vietnamita, iba siendo desplazado del mando por elementos ideológicamente más radicales como Le Duan.

 También incluye dramáticas grabaciones hechas por John F. Kennedy, Lyndon B. Johnson y Richard M. Nixon en las que aceptan que a pesar de que no había modo de ganar la guerra, el imperativo político de ganar la siguiente votación presidencial les obligaba a prolongarla. Sin importar el sacrificio humano, los tres presidente sabían que mostrarse débiles ante “la amenaza comunista” significaba el suicidio político y preferían seguirle mintiendo a la nación diciendo que faltaba poco para ganar la guerra.

Otra virtud del documental es mostrar que ambos bandos cometieron atrocidades sin nombre. Así como nos horrorizó la matanzas de My Lai en 1968, en la que los estadounidenses mataron a más de 500 civiles, incluyendo niñas y mujeres violadas antes de ser asesinadas, también nos sobrecoge oír de dos militares norvietnamitas de la masacre de más de 2,800 pro-Saigón Vietnamitas del Sur a manos del Viet Cong.

Después de décadas de lucha, primero contra los franceses y luego contra los estadounidenses, en Vietnam triunfaron los comunistas y el mundo sobrevivió intacto. La famosa teoría del dominó no afectó más que a los pobres vietnamitas que instalados en el comunismo hoy intentan reinventarse con una sui generis “economía de mercado-socialista”.

Pero la gran lección de este documental sobre Vietnam, creo yo, es que resalta el carácter inhumano de la guerra, algo que no podemos olvidar ahora que la ignorancia, la arrogancia y los exagerados egos de dos bravucones armados con arsenales nucleares nos amenazan con producir una nueva catástrofe de dimensión desconocida.

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Escribe sobre temas políticos en varios periódicos en las Américas.


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