En las horas previas a su segundo informe ante el Congreso de Estados Unidos sobre el estado del país, el llamado State of the Union, Donald Trump usó Twitter para burlarse del líder de la bancada Demócrata en el Senado, decir que los Demócratas no hacen nada por la seguridad fronteriza, y hacer leña del árbol caído al llamar “imperdonable” la foto de juventud en la que presuntamente aparece el gobernador demócrata de Virginia usando un disfraz racista.
Hasta aquí, todo parecía normal. Trump estaba haciendo lo que sabe hacer: polemizar, polarizar y atacar a la oposición con golpes bajos. Pero en el arranque de su discurso anual ante el Congreso, parecía que estábamos viendo a otra persona en el podio:
Estoy aquí listo para trabajar con ustedes para alcanzar logros históricos para todos los estadounidenses. Millones de nuestros conciudadanos están mirándonos, reunidos en este gran recinto, esperando que gobernemos no como dos partidos, sino como una nación. […] La victoria no es ganar para nuestro partido. La victoria es ganar para nuestro país. […] Debemos rechazar la política de la revancha, la resistencia y la retribución, y abrazar el ilimitado potencial de la cooperación, el compromiso y el bien común.
Sin duda, estas son líneas bien logradas desde el punto de vista de la redacción de discursos. Las frases apelan a valores compartidos y usan recursos de estilo como la aliteración (sucesión de palabras que inician con la misma letra) y la anáfora (repetición de palabras en frases sucesivas). Pero quienes redactaron este texto se concentraron en la forma y olvidaron por completo el fondo: los argumentos (racionales y emocionales) deben estar alineados con la personalidad y la esencia del orador. Logos y pathos deben ser congruentes con el ethos si se quiere persuadir. En este caso, las palabras no solo no encajaban con el orador: eran absolutamente contrarias a lo que piensa, siente y expresa cada día. Todo un caso de disonancia cognitiva que, sin duda, hizo que el discurso fracasara en su intento de tender puentes con la oposición, pues sonó completamente falso. El aplauso igualmente falso de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, fue la muestra más patente de que el mensaje no convenció.
Otra cosa que llamó la atención fue el uso y el abuso del recurso retórico de la anécdota, que es un relato sobre algo ocurrido al orador, o a otra persona, y que sirve para darle fuerza a los argumentos presentados en el discurso. Una, dos, tal vez tres anécdotas a lo largo de un discurso pueden ayudar a volverlo más ligero y persuasivo. Pero Trump once historias distintas para darle brillo a su discurso, incluyendo las de dos sobrevivientes del Holocausto hasta una valiente niña que derrotó al cáncer, pasando por policías, padres de soldados caídos, familiares de víctimas del crimen, el segundo hombre en la luna, veteranos de la Segunda Guerra y dos personas excarceladas, entre otros. El abuso de este recurso despojó de sinceridad al discurso y lo volvió, por momentos, un show efectista en el que Trump estaba usando el dolor y el heroísmo ajenos para parecer virtuoso ante su audiencia.
Finalmente, el tercer punto que caracterizó al discurso de Trump fue el populismo nativista con el que el presidente trató de argumentar a favor de su famoso muro en la frontera con nuestro país. Aquí Trump se dio vuelo con la hipérbole:
Republicanos y Demócratas debemos unir fuerzas para enfrentar una crisis nacional urgente […] y asegurar nuestra muy peligrosa frontera sur. […]
En estos momentos, grandes caravanas organizadas están en marcha hacia Estados Unidos. Apenas escuchamos que las ciudades de México, para remover a los migrantes ilegales de sus comunidades, están consiguiendo autobuses para traerlos a nuestro país en áreas donde hay poca protección fronteriza. […]
La falta de ley en nuestra frontera sur es una amenaza a la seguridad y al bienestar financiero de todos los estadounidenses. […]
Estas y otras palabras en contra de la inmigración ilegal tenían un solo propósito: apelar al miedo de la audiencia para reforzar su apoyo a la construcción del muro. Pero la exageración del orador en su intento de incitar el temor fue tan obvia, que el sitio de sátira noticiosa The Onion se burló con una cita falsa del discurso: “‘Alguien aquí será asesinado esta noche por un inmigrante ilegal’ anunció Trump antes de que las luces se apagaran en el Congreso”. Francamente cuesta trabajo imaginar qué barbaridades dirá Trump en su próximo State of the Union si para 2020 el muro todavía no se construye, como es muy probable que ocurra. Lo único bueno es que, al menos en este discurso, Trump no dijo que México pagará el muro. Algo es algo.
Especialista en discurso político y manejo de crisis.