Empiezo con cinco premisas para reflexionar la propuesta del presidente en cuanto a designar a los miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Naciรณn por voto popular.
Primera. La Corte ha mostrado que es capaz de detener abusos del poder ejecutivo y excesos del legislativo que violentan las reglas del juego. En el reloj de los pesos y contrapesos, funciona.
Segunda. El mรฉtodo de selecciรณn de los ministros de la Suprema Corte no da peso excesivo a los partidos polรญticos, a los clanes judiciales, al presidente ni a los poderes fรกcticos, pues es un procedimiento escalonado, desfasado de la lรณgica electoral, con participaciรณn de un cuerpo colegiado cuyos equilibrios mutan periรณdicamente (el Senado)
Tercera. El presidente Andrรฉs Manuel Lรณpez Obrador busca destruir la resistencia que encuentran algunas decisiones de su gobierno. Esa resistencia no la ve en la Constituciรณn, sino en los que protegen su inviolabilidad, es decir, los ministros de la Corte.
Cuarta. La Suprema Corte de Justicia no es un agente polรญtico de oposiciรณn. Es una pieza autรณnoma del sistema que tambiรฉn debe ser tomada en cuenta al gobernar. El gobierno no es solo el presidente.
Quinta. Elegir a los ministros a travรฉs del voto popular no es una estrategia ni para hacer mรกs democrรกtico al paรญs ni para mejorar el desempeรฑo de la Suprema Corte. Es el esfuerzo del presidente por sacudir el tablero y cambiar el equilibrio polรญtico a su favor.
Estas cinco premisas enmarcan el debate sobre el funcionamiento de la Corte y la tirante relaciรณn que tiene con el actual ejecutivo. La Corte funciona, pero no funciona al rรฉgimen, ese es el punto, y cualquier presidente intentarรญa hacer lo que propone Andrรฉs Manuel Lรณpez Obrador: quitarse ese moscardรณn de encima. A ningรบn poder (ejecutivo, legislativo o judicial) le gusta que los otros lo frenen, pero es esa resistencia la que protege al ciudadano de los abusos de un gobierno sin lรญmites internos.
Dicho esto, propongo reflexionar con seriedad sobre los criterios que sรญ debemos poner sobre la mesa para tener un poder judicial รบtil a la democracia. El poder judicial, y su mรกs alto tribunal, debe ser competente, legรญtimo e independiente. Si no tiene esas tres caracterรญsticas o es inรบtil o le es รบtil a un tirano.
Con la competencia me refiero a que sus integrantes sean letrados. Que tengan una formaciรณn jurรญdica sรณlida (de preferencia sin plagios acadรฉmicos), ideas propias y capacidad de sinapsis. Que cada uno de ellos se enorgullezca de ser un jurista conocedor de nuestras reglas y defensor de los principios jurรญdicos que nos otorgan dignidad. Si hay algo que revisar ahรญ, que se revise.
La legitimidad es necesaria para que sus decisiones sean aceptadas sin chistar. Esa legitimidad proviene de varias fuentes. De su independencia, de su competencia y de sus protocolos. Su competencia se ve en sus argumentos; sus protocolos son las reglas del juego interno, y de su independencia escribo a continuaciรณn.
โDel poder judicial (y peculiarmente de una corte suprema) no solo se espera que demuestre su independencia al oponerse al poder polรญtico, sino que lo haga por buenas razones, ajustadas a lo impartido por la norma y lo requerido por el interรฉs generalโ, me recuerda epistolarmente Jean-Eric Shoettl, uno de los juristas mรกs respetados actualmente en Francia. Fue secretario general del Consejo Constitucional y hoy es uno de esos sabios a los que hay que respetar.
Schoettl me lo dice porque este mes escribรญ sobre la democracia como arco y porque me detengo en la independencia del poder judicial como pieza de ese arco, poniendo รฉnfasis en el rol de esta independencia para contener a otros poderes. Tiene toda la razรณn: no solo se trata de ese rol. El anhelo de jueces independientes no es un sueรฑo de oposiciรณn y crรญtica al gobierno en turno. Es un sueรฑo de justicia. Si los ministros no responden a un agente mรกs poderoso, podrรกn ejercer justicia para el pobre y para el rico. Para el polรญtico y el taquero, para la feminista y para el sacerdote.
Esa independencia descansa en su autonomรญa interna, en el presupuesto y en la designaciรณn. Esta รบltima es la รบnica que quiere cambiar el presidente Andrรฉs Manuel Lรณpez Obrador, modificando un sistema de designaciรณn mixta en el que no prevalece nadie, para que ahora los ministros sean elegidos por voto popular. Eso significa que hagan campaรฑa, tengan partido y piensen mรกs en sus electores (o en sus donantes) a la hora de tomar decisiones.
En Estados Unidos esa fรณrmula se utiliza en tribunales estatales y presenta una paradรณjica desventaja frente a otros mรฉtodos: los jueces son mucho menos independientes. Responden a agentes econรณmicos y polรญticos que los impulsan durante los procesos de elecciรณn, aunque tengan la contenciรณn de los jurados populares.
Me he extendido y podrรญa hacerlo mรกs, pero me contengo aquรญ y concluyo: el presidente no quiere una mejor Corte, quiere una Corte dรณcil con ministros preocupados por ser votados por el lopezobradorismo. ~
es politรณloga y analista.