Jalisco tiene el tercer padrón electoral más grande de México y es uno de los dos estados que no es gobernado ni por el partido oficial actual, ni por el ex partido oficial ni por los partidos de oposición más competitivos del sistema. Ahí gobierna Movimiento Ciudadano (MC), bajo la égida de Enrique Alfaro.
Alfaro es una de las cartas fuertes de MC para las elecciones presidencial y legislativa del 2024. Por lo menos era una de las cartas fuertes hasta hace unos días, cuando anunció que no buscará la candidatura presidencial y criticó la decisión de MC de no participar en la mesa de juego que ya pusieron todos los otros partidos.
De un lado, Morena blofea con sus cartas, buscando elevar las apuestas. Del otro, el PAN, el PRI y el PRD barajaron su mazo con tal suerte que les salió un as de corazones con el que todavía no saben si harán un par o un póker.
Movimiento Ciudadano es el único partido que sigue viendo de lejos este juego, sin apostar por el que parece que trae mano, sin apostar por el que trae una buena carta y sin meterse él mismo a la contienda.
En la lógica de esta postura me detendré más adelante. Comienzo con la decisión de Alfaro, quien no quiso participar como candidato. Advierto que tiene razón y que no le faltó imaginación. Me explico.
Primero: no es lo mismo ser gobernador de un estado grande y potente, líder de un grupo político pujante y autoridad en cada uno de los 78 mil kilómetros cuadrados de Jalisco, que hacerle al candidato perdedor de un partido que queda fuera del gobierno del próximo sexenio pero que sí, se mantiene vivo.
Segundo, derivado de lo anterior: ¿qué interés puede tener el gobernador en mantener vivo un partido que no logró hacer suyo? Tiene fuerza en su hacienda y no quiere ser cortesano menor en el centro. Además, esos que le ofrecen ser cortesano menor, lo hacen a cambio de meterse en su hacienda. ¿Qué sentido tiene eso para un hombre de poder?
Tercero: marcar distancia con la dirigencia nacional de MC le permite liberarse de ataduras para platicar cómodamente la participación o ausencia o colaboración o complicidad o alianza de facto con otros personajes del ámbito federal, tanto en los partidos con miras a la elección como en el próximo gobierno, sea del color que sea.
Aquí quiero hacer una aclaración pertinente: MC tiene grandes posibilidades de ganar la gubernatura jalisciense en 2024 y no necesita alianzas para ello. Al mismo tiempo, puede empujar votos para la legislatura federal, que por cierto, es la que sirve para que un partido tenga recursos y registro. Sin embargo, no hay por ahora ninguna posibilidad de afirmar que los votos de MC, si se alía, se irían automáticamente al lado deseado en la elección presidencial. Tampoco se puede decir que, si no se alía, afecte expresamente a uno de los lados. Y como no se sabe, no es en eso en lo que están pensando.
Ni Enrique Alfaro ni Dante Delgado tienen la elección presidencial en mente. El primero advierte que su grupo político lleva las de ganar y que necesita libertad para, desde Jalisco, con los votos de Jalisco, acomodarse en la orquesta nacional electoral o postelectoral.
El segundo advierte que su partido se desdibuja si deja de ser una opción entre los bloques oficial-oficial y opositor-oficial. No piensa en ganar la presidencia, sino en mantener el partido, y no importa quién sea el candidato presidencial de MC o enfrente.
Esta perspectiva implica poner los intereses de la elección legislativa por encima de un grupo político estatal con fuerza propia, y tiene lógica: si se sumara a uno de los bloques, MC quedaría subordinado, perdería su bandera de tercero en discordia y por lo tanto, arriesga su bolsa de curules. Ni sacar a Morena ni impedir que llegue el Frente está entre las prioridades del instituto político. Mantenerse y, de ser posible, crecer, es su apuesta. Gobernar no.
Así visto, hay tres lógicas en el tablero y cada actor está tomando las decisiones adecuadas según se trate de la elección estatal, la presidencial o la legislativa.
Enrique Alfaro tiene la mira puesta en Jalisco y el futuro (o la consolidación) de su grupo. Dante Delgado tiene como objetivo las elecciones legislativas y la elección presidencial está en otra pista. Aquí hay tres lógicas electorales. ~
es politóloga y analista.