Lucas Aguayo/ZUMA Press Wire

La legitimidad de una derrota

En Chile, la institucionalidad democrรกtica busca adaptarse y sobrevivir entre dos fuerzas de signos polรญticos opuestos. Sea cual sea la que resulte triunfadora, parece haber llegado el tiempo de dialogar y negociar.
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Un mazazo. Un baรฑo frรญo, gรฉlido de realidad, es lo que la izquierda refundacional chilena ha recibido en las รบltimas horas. Ha sido un golpe seco, inesperado, sin anestesia. Toda la รฉpica construida en torno al โ€œestallido socialโ€ de octubre de 2019 se ha transformado en desconcierto, duda y confusiรณn.

A fines de los aรฑos noventa, los chilenos nos declarรกbamos y รฉramos vistos por muchos como โ€œlos jaguares de Amรฉrica Latinaโ€, un pomposo tรฉrmino para asimilarnos a Hong Kong, Singapur, Corea del Sur y Taiwรกn, los entonces llamados โ€œtigres asiรกticosโ€. Ya entonces resultaba grandilocuente la expresiรณn y absurda la comparaciรณn porque, entre otras diferencias estructurales con Asia, en Chile no existen los felinos en cuestiรณn.

Nuestro paรญs es, en buena medida, un territorio construido sobre mitologรญa y una buena dosis de exageraciรณn. A los chilenos nos gusta sabernos vistos por el mundo, admirados y aplaudidos; nuestra profunda inseguridad estructural, tanto telรบrica como psรญquica, nos hace buscar permanentemente certezas y validaciรณn. Por ello, a lo largo de nuestra historia hemos ido creando un relato funcional no solo para nosotros mismos, sino para lo que los demรกs han querido encontrar aquรญ.

El โ€œoctubre chilenoโ€ de 2019 fue ante todo una marea de hastรญo y cansancio con el discurso de la clase polรญtica, con una larga lista de expectativas no cumplidas, enojo con diversas situaciones de abuso pรบblico y privado y un descrรฉdito institucional de proporciones gigantescas. Las enormes manifestaciones fueron ademรกs un tsunami de malestar con el largo menรบ de posibilidades que los รบltimos treinta aรฑos de nuestra democracia liberal le habรญan ofrecido a la ciudadanรญa y el lento y frรกgil cumplimiento de las mismas.

En otras palabras, lo que tuvimos fue una revoluciรณn de consumidores de democracia y, aunque a muchos les cueste asumirlo, de mercado. Quienes creyeron que en el โ€œChile despertรณโ€ habรญa una renuncia al capitalismo y un renacer de los sueรฑos e ideales de la izquierda latinoamericana de hace 50 o 60 aรฑos, han visto frustrada esa esperanza, no en el 28% de los votos del ultraconservador Josรฉ Antonio Kast, sino en el mediocre resultado de la coaliciรณn liderada por Gabriel Boric quien, aunque quedรณ a solo dos puntos porcentuales de Kast, logrรณ lo que parecรญa imposible hace pocos aรฑos: jibarizar a la socialdemocracia y a la democracia cristiana, acorralar a la derecha liberal y potenciar hacia un muy probable triunfo a la ultraderecha y al pinochetismo el prรณximo 19 de diciembre.

Y es que el populismo, en sus dos variantes extremas, el que promete justica y dignidad y el que se ofrece como garante del orden y la estabilidad, estรก hecho de la misma madera: el facilismo funcional. Mientras la pandemia y sus secuelas cotidianas nos distrajeron, el populismo se nos fue colando por las rendijas; lo hizo en nombre de los desposeรญdos de siempre y de una clase media que, como en tantas latitudes, pende de un hilo. Y allรญ, en ese pastizal seco, fascismo y comunismo encontraron un terreno propicio para, en nombre de sus viejas consignas y falacias, dejar a nuestro imperfecto sistema democrรกtico como el rotor de una hรฉlice de aviรณn al borde de una trizadura mayor.

Una de las aspas de dicha hรฉlice, liderada por el Frente Amplio, cortoplacista, improvisador y adolescente, plantea refundarlo todo y deconstruir en nombre de la dignidad y el buenismo todo aquello que la denostada โ€œdemocracia de los acuerdosโ€ construyรณ desde el fin de la dictadura, en un ya lejano 1989. La otra aspa, la nostรกlgica, la del orden, la uniformidad, la bandera y la tradiciรณn, que parecรญa acorralada y reducida a una mรญnima expresiรณn despuรฉs de los resultados del plebiscito para la nueva Constituciรณn y la elecciรณn de los constituyentes que la escriben (recibiรณ en ambas ocasiones menos del 30% de los votos), ha renacido con una fuerza y popularidad descomunales.

Al medio, entre esas dos fuerzas que intentan imponer su movimiento, se encuentra nuestra institucionalidad democrรกtica, intentando sobrevivir y adaptarse a la bipolaridad emocional chilena y a la aparente esquizofrenia de sus decisiones electorales.

Mientras todo esto ocurre, las รฉlites polรญticas, econรณmicas, culturales y empresariales, aterrorizadas o petrificadas, han esperado sin comprender (y lo que es peor, sin hacer un verdadero esfuerzo por hacerlo) ni mucho menos conducir el proceso, a que este se decante en uno u otro sentido, para definir en quรฉ momento terminan de abandonar el barco o se quedan en รฉl.

Como siempre, lo ocurrido no es tan difรญcil de explicar. El encantamiento, al igual que el optimismo ilusorio, suele conjugarse con la prisa, en tanto el optimismo realista lo hace con la importancia. Y el establishment izquierdista optรณ con claridad por el primero. Con todo, algunos ya comienzan a culpar a la pandemia, a la mediocridad del gobierno de Piรฑera y a la respuesta cruel y desproporcionada con las que actuรณ frente a las legรญtimas manifestaciones de fines de 2019, para explicar el crecimiento del populismo izquierdista.

Es cierto, la covid-19 nos golpeรณ, y mucho, y la actual administraciรณn ha โ€œdesgobernadoโ€ con ceguera y torpeza. Pero tambiรฉn es verdad que la centroizquierda y sus lรญderes se encargaron de dinamitar la confianza y el respeto que habรญan construido โ€“textualmenteโ€“ con sangre, sudor y lรกgrimas para recuperar la democracia. El โ€œdedazoโ€ de Bachelet para nominar a la abanderada socialista Paula Narvรกez, y la burda operaciรณn de inteligencia de รlvaro Elizalde, presidente del mismo partido, secundado por la mayorรญa de los lรญderes de ese sector, para desbancar al socialdemรณcrata Heraldo Muรฑoz y a la precandidata demรณcrata cristiana Ximena Rincรณn, negociando en forma secreta con el Partido Comunista y el Frente Amplio, terminaron por colmar la paciencia del electorado e instalar el convencimiento de que cuando la deslealtad cruza ciertos lรญmites, difรญcilmente hay retorno de las confianzas en el corto plazo. Todo lo anterior, acompaรฑado del contrasentido de que quien aparece liderando la renovaciรณn polรญtica chilena, Gabriel Boric, licenciado en derecho de 35 aรฑos, artรญfice del acuerdo constitucional de noviembre de 2019, de impecable comportamiento democrรกtico esa noche, haya elegido aliarse con un partido cuya cรบpula sigue apoyando a Daniel Ortega, Nicolรกs Maduro, e incluso por momentos a Corea del Norte. De ahรญ a que el espejismo del populismo derechista encandilara a buena parte de los votantes hubo un corto trayecto.

Entonces, ยฟdebe llamarnos la atenciรณn que un candidato โ€œvirtualโ€, como Franco Parisi, economista residente en Estados Unidos que no puede regresar a Chile por las demandas que su exesposa e hijos han interpuesto en su contra por una deuda de 200 mil dรณlares por pensiรณn alimenticia, se haya trasformado en el tercer candidato mรกs votado, desplazando a los representantes de la centro derecha y la centro izquierda al cuarto y quinto puesto respectivamente? Probablemente no.

Con todo, hay espacio para albergar esperanza; nuestro Congreso, una de las instituciones chilenas mรกs desprestigiadas, acaba de renovar toda la Cรกmara de Diputados y la mitad del Senado y, para sorpresa de muchos y desilusiรณn de la extrema izquierda, la nueva correlaciรณn de fuerzas de este obligarรก a negociar con altura de miras al prรณximo presidente, sea quien sea, y a su respectiva oposiciรณn, y balancearรก el peso de la Asamblea Constituyente, liderada por el Frente Amplio y el Partido Comunista, que se pretendรญa imponer como una suerte de poder paralelo al ejecutivo y legislativo.

Es cierto que somos una suma de paisajes bellos y deslumbrantes, pero tambiรฉn una larga lista de mitologรญas. Nuestra democracia, hasta 1973, nunca fue ni tan sรณlida ni tan estable como hemos querido y hecho creer: basta con leer nuestra historia detenidamente. Hemos sido y somos una tierra de odios y violencia, baรฑada ademรกs, no pocas veces, por horrores y espantos.

Sinceremos las cosas, es mรกs, confesemos un par de verdades: en polรญtica nada es gratis y en la psicologรญa humana tampoco. Los verdaderos cambios, la madurez misma, se construyen con coraje, generosidad, imaginaciรณn y, sobre todo, rigor; responsabilidad personal y coherencia, esos atributos tan escasos por estas tierras en el รบltimo tiempo. En definitiva, una cosa es cierta, todos hemos sido derrotados de una forma u otra, y con ello, la legitimidad de encontrarnos cada uno de nosotros en posiciones precarias nos puede dar una oportunidad.

Nos guste o no, el tiempo de dialogar y negociar aparece cada vez con mรกs nitidez en el horizonte. Si somos capaces de echar mano de los atributos mencionados y aprendemos a convivir con nuestras mutuas desconfianzas y miedos, es posible que salgamos al final fortalecidos y que no tengamos que, en un tiempo, volver la vista atrรกs y lastimeramente decir, como lo planteamos en otro artรญculo: โ€œvivรญamos en democracia y no lo sabรญamosโ€.

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es psicรณlogo, lingรผista y artista visual. Sus libros mรกs recientes son La revoluciรณn del malestar (2020) y En defensa del optimismo (2021). Es vicepresidente de Amarillos por Chile.


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