Foto: ProtoplasmaKid, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

Elecciones, una lectura cultural

La oferta polรญtica del oficialismo consiguiรณ imprimir sus cรณdigos hacia la realidad. La oposiciรณn debe buscar nuevas formas de establecer la conversaciรณn polรญtica.
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En la vida pรบblica de Mรฉxico ocurriรณ una peculiaridad polรญtica. El gobierno civil ya habรญa dado a los militares una serie de posiciones que, cuando estos buscan, lo hacen a menudo por la fuerza. Ahora, el voto popular entregรณ al poder lo que frecuentemente le quitan las luchas sociales cuando buscan mayor pluralidad, representaciรณn, autonomรญa o fortalecer el Estado de derecho.

El resultado de las elecciones ha dejado ver una secuencia de inquietudes para la salud polรญtica mexicana. La magnitud del voto a favor del oficialismo arroja una serie de avisos alrededor de la condiciรณn de los partidos de oposiciรณn, sobre el recuerdo de la hegemonรญa gobernante y nos coloca en el punto democrรกticamente mรกs frรกgil en una era llena de tropiezos que iniciรณ aรฑos atrรกs de la alternancia y el milenio.

De ver con algo de distancia los saldos electorales, asomarรญan los pasos firmes de una realidad no muy atendida a pesar de riesgosa. El militarismo โ€“si se prefiere, reducido a la presencia masiva de militares en actividades civilesโ€“; la dominaciรณn de un partido รบnico; el control de los poderes del Estado, sin gran separaciรณn y bajo una visiรณn รบnica de paรญs; la vulneraciรณn a las estructuras de supervisiรณn autรณnoma, entre otras acciones parte del proyecto polรญtico oficial, son consecuencia de la ruptura de cรณdigos que parecรญan o intentaron ser comunes para todos.

Nuestra gran crisis es el resquebrajamiento de principios polรญticos compartidos. Todo lo demรกs son sรญntomas de ello.

ยฟCรณmo es que los รญndices de violencia y control territorial en manos del crimen organizado no merecen sanciรณn a un proyecto polรญtico por el grueso de los votantes? ยฟDe quรฉ tipo de Estado hablamos si la presencia militar en actividades civiles causa escasa o ninguna alerta?, ยฟpor quรฉ importa a unos y no a otros? ยฟPor la misma razรณn no pocos vemos a un gobierno obsesionado por debilitar el sistema judicial mientras otros, los mรกs, piensan lo opuesto? ยฟEstamos en una sociedad para la que la tercera parte de los votantes somos prescindibles? Cuando las cercanรญas al oficialismo dicen que lo somos, ยฟasumen su discurso antidemocrรกtico? ยฟSuscriben la postura quienes se decantaron por รฉl?

Si en algรบn momento las luchas polรญticas buscaron la descentralizaciรณn de poderes, ยฟquรฉ cambiรณ para apostar por centralizar su ejercicio y querer eliminar los sistemas de control y supervisiรณn a los gobiernos? ยฟEl cambio fue en la sociedad o en las รฉlites polรญticas? ยฟCuรกl fue el proceso para que el exceso de mortandad en la pandemia no tuviese mayor impacto en los votos de la mayorรญa?

Ninguna oposiciรณn polรญtica seria al oficialismo podrรก construirse sin hacerse esas o muchas otras preguntas similares, y hasta la democracia mรกs rupestre necesita de una oposiciรณn.

Toda sociedad necesita compartir en mรญnima medida una serie de principios polรญticos. Cuando su entendimiento deja de ser la base entre las diferentes visiones, inquietudes, aspiraciones y valores, dejamos de lado las oportunidades de convivencia polรญtica. Se abre la puerta para el surgimiento de versiones del despotismo, de la impunidad legitimada por la mayorรญa, de la irresponsabilidad institucionalizada y de la dificultad para habitar un mismo espacio donde no nos une nada mรกs que el territorio, el Estado. Eso que llamamos naciรณn.

Lo mismo aplica para Mรฉxico que para Estados Unidos o cualquier paรญs de Amรฉrica Latina. De igual manera para Europa, con el auge de la extrema derecha en las elecciones parlamentarias europeas de este fin de semana. El fenรณmeno es de รฉpoca, con singularidades acorde a cada lugar.

Son expresiones anรกlogas a la pรฉrdida de principios polรญticos compartidos desde los cuales rechazamos, atendemos o prestamos atenciรณn y jerarquizamos entre elementos de la vida polรญtica ciertos inadmisibles: el maltrato a migrantes, la devastaciรณn ambiental, el ejercicio de gobierno que es incapaz de cumplir la obligaciรณn bรกsica de seguridad, etcรฉtera.

La polรญtica mexicana se desenvuelve en sus propias maquinarias, perfectamente domesticadas entre nosotros que las asimilamos histรณricamente. Esa maquinaria una vez vieja se actualizรณ con engranes nuevos, bien sincronizados con los conocidos. El efecto electoral de los programas sociales, la identidad reforzada por medio de una construcciรณn retรณrica y el trabajo territorial de una fuerza polรญtica se combinaron con un ejercicio de reformulaciรณn de valores, ideas, juicios, increรญblemente eficaz para el partido en el poder. Asรญ, la democracia se ha estacionado en su faceta electoral, el sistema judicial se percibe รบnicamente a travรฉs de los jueces โ€“y a estos el discurso mayoritario les imprime rasgos negativos, ignorando sus virtudes pรบblicas y conceptualesโ€“ y el equilibrio de poderes es ofrecido como una abstracciรณn sin rรฉditos para el conjunto.

Al quedarnos con los cรณdigos de lectura habituales, se verรก en los programas sociales la razรณn del voto mayoritario. Si cambiamos a cรณdigos de lectura culturales, nos daremos cuenta de que el problema es mรกs complejo, pues enfrenta la modificaciรณn de valores con los que se evalรบan y perciben las condiciones del paรญs.

La oferta polรญtica del oficialismo consiguiรณ imprimir sus cรณdigos de entendimiento y acciรณn hacia la realidad. En algunos casos, con facilidad excesiva a causa de precariedades previas.

Antes y durante la transiciรณn, el objetivo de conquista era la democracia. Habรญa un entendido comรบn sobre esta. Hoy el terreno es distinto y volver a esa lรญnea, como se intentรณ durante la campaรฑa electoral, se encontrarรก con la decisiรณn del 60% del electorado. Otra forma de establecer la conversaciรณn polรญtica quizรก sea apostar por recuperar las nociones de responsabilidad polรญtica como un valor democrรกtico, compartido, que en este momento ha pasado a un segundo plano.

Responsabilidad polรญtica implicarรญa una barrera hacia la impunidad y contra la popularidad de pulsiones autoritarias. Llevarรญa a excluir de la conversaciรณn y a desechar los liderazgos partidistas tradicionales, evidentemente corresponsables del escenario donde nos encontramos. Obliga a pensar que en el paรญs hay quienes formamos parte de otro porcentaje.

Sea la responsabilidad polรญtica u otro el valor a definir como elemento de cohesiรณn para una oposiciรณn, resta preguntarnos si en este sistema, que necesita de partidos, es posible convocar a una discusiรณn a la que estos se sumen. De ellos no puede surgir. No lo sรฉ: espero.ย ~

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es novelista y ensayista.


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