Donald Trump no solo le ha declarado la guerra comercial a México y Canadá. También ha amenazado con violar su soberanía y socavar a sus gobiernos. Ha dicho que atacará militarmente a las organizaciones criminales en territorio mexicano, y ha acusado reiteradamente al gobierno de estar al servicio del narcotráfico. Trump le ha dispensado también un trato humillante a Canadá, declarando repetidamente que es un país sin viabilidad económica propia que ha vivido ventajosamente de la abundancia de Estados Unidos, por lo que sería mejor que ceda su soberanía, se deje anexar y se convierta en el “estado número 51”.
A pesar de estar enfrentando amenazas similares, la presidenta Claudia Sheinbaum y el primer ministro canadiense Mark Carney han reaccionado con estilos retóricos muy distintos.
En el caso del líder canadiense, su discurso ha buscado, en lo externo, marcarle límites claros a Trump y, en lo interno, movilizar a toda la sociedad para enfrentar un cambio histórico. Sobre Trump, Mark Carney ha dicho desafiante que: “si creen que nos pueden intimidar con aranceles injustificados, piénsenlo dos veces. Vamos a defendernos y vamos a ganar, como siempre hemos ganado, en comercio y en hockey”. El premier también ha sido extraordinariamente claro en que lo que está en juego para Canadá va mucho más lejos del tema de los aranceles, ya que el país enfrenta un cambio histórico:
Los canadienses debemos reimaginar por completo nuestra economía. […] La antigua relación que teníamos con Estados Unidos, basada en una profunda integración de nuestras economías y una cercanísima cooperación militar y de seguridad se ha terminado.Lo que Estados Unidos hará a partir de ahora no es claro. Lo que sí es claro es que los canadienses tenemos capacidad de decisión y mandamos en nuestra propia casa […] Se requerirá una determinación y un enfoque muy claro de todos los gobiernos, de las empresas, de los trabajadores y de todos los canadienses. Tendremos que hacer cosas que antes se pensaban imposibles, cosas que no se han visto en varias generaciones.
La retórica de Claudia Sheinbaum, en contraste, busca apaciguar y resistir al enemigo externo y comunicar continuidad y normalidad en lo interno. En el discurso de Sheinbaum, la situación no representa una crisis existencial de la economía mexicana, ni una redefinición de la relación con Estados Unidos, sino una negociación comercial en la que, ella afirma, hay que ser “optimistas”, dada la profundidad de la integración económica trilateral y el marco institucional que provee el T-MEC:
Somos optimistas, porque el 2 de abril el gobierno de Estados Unidos ha anunciado aranceles recíprocos a todos los países. Si algún país le cobra por sus exportaciones, Estados Unidos le cobrará también. México no está en ese ámbito, pues nosotros hemos firmado dos tratados comerciales desde hace treinta años, donde se establece que no tenemos aranceles con ellos, ni ellos con nosotros.
Al igual que Carney, Sheinbaum ha empleado el discurso soberanista: “a México se le respeta”. Al mismo tiempo, ha sido sumamente deferente y cuidadosa al referirse a Donald Trump, eludiendo la confrontación directa. Ha evitado reaccionar de inmediato a sus erráticas decisiones, postergando su respuesta por días. La presidenta expresa con claridad su desacuerdo con la política de aranceles, pero no va más allá en su crítica a lo que hace el presidente estadounidense, ni mucho menos a su persona:
Nosotros debemos evitar confrontaciones, es una responsabilidad, al mismo tiempo, relacionarnos como iguales, nunca subordinados, defender nuestra soberanía nacional, independencia y defender a las y los mexicanos.
A diferencia de Carney, Sheinbaum ha usado un discurso que describe a un país que, lejos de tener que “reimaginar su economía”, puede darse el lujo de la continuidad. La presidenta habla de “una economía fuerte”, que prosperará con inversión pública y privada, y de una moneda que aguantará cualquier embate. También ha sido clara en que no necesita hacer ajustes a la política de gasto público, asegurando que las transferencias masivas a la población seguirán y aumentarán.
Si solo tuviéramos los discursos como evidencia, parecería que México está mucho mejor preparado que Canadá para resistir la mutación autoritaria de Estados Unidos. Pero toda la evidencia demuestra lo contrario: México tiene una economía menos desarrollada y resiliente que la canadiense y un Estado más débil e ineficaz que está enfrentando presiones financieras enormes. Además, nuestro país no tiene ninguna participación relevante en alianzas internacionales que puedan servir de parapeto, como Canadá sí tiene en la OTAN y la Commonwealth.
Todo ello nos vuelve un blanco mucho más vulnerable que Canadá ante los embates del trumpismo, no solo en materia económica, sino también en términos de defensa real de la soberanía. Si alguien debiera llamar a su pueblo con urgencia a “hacer cosas que antes se pensaban imposibles”, es Claudia Sheinbaum. Cabe preguntarse por qué ni siquiera pone una pausa a la confrontación y convoca a toda la sociedad mexicana a hacer al menos las cosas que sí son posibles, como poner en orden nuestra propia casa antes de que el agresivo vecino se nos meta a punta de pistola a tratar de “arreglarla”.
En suma, el primer ministro Mark Carney ha hecho una lectura del momento histórico, y ha concluido que es necesario convocar a Canadá a usar todos los recursos e instrumentos económicos, políticos y diplomáticos a su alcance a fin de mitigar los efectos de un cambio geopolítico radical. Es la retórica de un líder que tiene como prioridad que su país resista el vendaval. El tiempo dirá si lo logró.
Por su parte, la presidenta Sheinbaum ha hecho su propia lectura del momento histórico, y usa la retórica para convencer a la sociedad de que la economía nacional “está muy fuerte”, el pueblo “es mucha pieza” y los programas sociales “salvarán a México de los aranceles”. Es el discurso de una líder que tiene como prioridad que el vendaval no dañe la popularidad de su movimiento político, ni impida que acumule más poder. El tiempo también dirá si lo logra… y a qué costo para México. ~