A lo largo de tres años Alain Cohn, Michel André Maréchal, David Tannenbaum y Christian Lukas Zünd “perdieron” más de 17 mil carteras para averiguar si quien encontraba la cartera la devolvía o no a su dueño.
Para los autores de “Civic honesty around the globe”, estudio masivo publicado la semana pasada, la honestidad cívica es “esencial para el capital social y el desarrollo económico, pero a menudo está en conflicto con el interés material personal”. Hay diversos estudios sobre las condiciones que dan lugar a comportamientos honestos, y este experimento buscaba en específico descifrar cuál es el impacto de los incentivos sobre la honestidad cívica. Esto es: si la cartera que te encuentras tiene dinero, ¿tienes más o menos incentivos para devolverla?
El experimento se efectuó en condiciones similares en 355 ciudades de cuarenta países. En México, entre el 7 y el 28 septiembre de 2015 se “perdieron” cuatrocientas carteras en las ciudades de Chihuahua, Guadalajara, León, Mérida, Ciudad de México, Monterrey, Puebla y Tijuana. Todas las carteras eran iguales y tenían idéntico contenido: tres tarjetas de presentación que mostraban el nombre del “dueño” de la cartera y su dirección de correo electrónico (en México estas tarjetas usaron de manera aleatoria los nombres de Carlos García, Daniel Martínez y José Hernández); una lista de compras (leche, pan, pasta y plátanos) y una llave. Algunas carteras contenían 105 pesos, otras no contenían dinero.
Las carteras se sembraron en bancos, teatros, museos y otros establecimientos culturales, oficinas de correos, hoteles, estaciones de policía, tribunales de justicia y otras oficinas públicas. En el lugar, uno de los asistentes de investigación se acercaba de incógnito a alguna persona que trabajara en este lugar y le decía “Hola, encontré esta billetera en la calle a la vuelta de la esquina… Alguien debe haberlo perdido. Tengo prisa y me tengo que ir. ¿Puede por favor hacerse cargo?” y el asistente abandonaba el lugar. La medida de resultado fue si los empleados contactaban o no al “dueño” de la cartera.
Los resultados fueron muy consistentes: los ciudadanos tenían una mayor probabilidad
((Agregar dinero a la cartera aumentó en 40% la probabilidad de reportarla. ))de reportar carteras perdidas con dinero que sin él. Este patrón se observó en 38 de los 40 países muestreados: solo en Perú, y más notablemente en México, las carteras con dinero tenían menor probabilidad de ser reportadas.
Los autores explican parcialmente estos resultados por una combinación de “preocupaciones altruistas y una aversión a verse a uno mismo como un ladrón”. Y en Twitter alguien hizo una interesante correlación de los resultados de este estudio con el índice de corrupción de Transparencia Internacional. Los resultados sin duda estaba correlacionados y México aparecía en el cuadrante menos halagador.
Es cierto que hay una cantidad infinita de variables con la que podemos correlacionar estos resultados: ¿debilidad de las instituciones? ¿PIB nacional? ¿Escolaridad? ¿Haber recibido clases de civismo? ¿Saber qué es civismo? ¿Conocer la cartilla moral de Alfonso Reyes? Pero ya se sabe: correlación no es causalidad.
¿Cómo mejoramos, como país, nuestros índices de “honestidad cívica”? No lo sé. Pero, en lo que la honestidad valiente y las multas cívicas nos curten, mejor no pierdan su cartera.
Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.