Foto: Steve Parsons / Avalon/Avalon via ZUMA Press

“Merry crisis and a happy new vaccination”

La vacuna contra la covid-19 llega a socorrer al Reino Unido y al gobierno de Boris Johnson, estancado en un escenario de crisis econรณmica, polarizaciรณn social e inminente ruptura con la Uniรณn Europea.
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La pandemia enterrรณ el siglo XX, pero la historia es una locomotora que no modificarรก su inercia, al menos hasta mediados del siglo actual. Ningรบn suicidio puede detenerla. Ni siquiera el Brexit. Sin embargo, la humanidad aminorรณ su paso. Lo que hace tres aรฑos era inconcebible, se convirtiรณ en la nueva normalidad del aรฑo que termina. Sin trรกfico, las ciudades se abrieron temporalmente a la naturaleza. El aire se limpiรณ. Hubo espacio para abrazar la luz y, en el Reino Unido, presupuesto para poner en prรกctica todo lo que un buen gobierno socialista habrรญa podido hacer: recurrir a prรฉstamos de dinero barato para mantener a los desempleados, apoyar a la industria e invertir en salud pรบblica, lo que en parte habrรญa sido posible por el aligeramiento de la presiรณn sobre el transporte colectivo. La pandemia trajo un nuevo equilibrio que, bien aprovechado, pudo significar una redistribuciรณn de la riqueza entre la provincia y sus exteriores. Desdibujรณ la ya borrosa divisiรณn entre derecha e izquierda y puso a los conservadores a implementar el programa de Jeremy Corbyn.

2020 es el aรฑo de la peste, aรฑo en que los gobiernos pusieron en prรกctica estrategias para luchar contra la pandemia y contenerla. Esta historia comienza el 3 de enero, cuando el profesor Zhang Yongzhen iniciรณ las indagaciones sobre un virus desconocido โ€“similar al sรญndrome respiratorio agudo de aรฑos atrรกsโ€“ en el Centro de Salud Pรบblica de Shanghai. Poco despuรฉs se logrรณ establecer la estructura del virus, que dio pie a los estudios que culminarรญan en la concepciรณn de varias vacunas.

En este lapso han muerto cerca de un millรณn y medio de personas. No hay quien se encuentre al margen de la pandemia ni de los cambios que ralentizaron al mundo. Durante este aรฑo se transformรณ nuestra relaciรณn con el trabajo, el tiempo y el espacio โ€“este รบltimo resultรณ mรกs afectado. Algunas personas descubrieron cosas que ninguna terapia introspectiva habrรญa logrado en tan poco tiempo, como la importancia de revalorar el espacio personal. Lo que antes era invisible se nos vino encima. Durante este aรฑo que afortunadamente termina, muchos aprendieron a cocinar, a hacer ejercicio y a leer, pintaron, decoraron sus madrigueras y tuvieron tiempo para ponderar lo que hasta el 2019 era una experiencia restringida. De pronto, quienes contaban con un capital pudieron discernir las ventajas de apartarse de un estilo de vida tรณxico. Sucediรณ lo mismo a quienes vivรญan de su trabajo.

La revoluciรณn del espacio no fue solo domรฉstica, y se refleja en las fuerzas del mercado que abaten a las grandes cadenas que han poblado las calles principales, dejando detrรกs de la catรกstrofe los escombros de la modernidad. Entre el aรฑo pasado y el final de este, hay miles de kilรณmetros de espacio comercial ocupados por cadenas de tiendas que antes de la pandemia aseguraban la entrada de los consumidores.

La suerte de los shopping malls no es distinta a la de los almacenes en el centro de las ciudades. Se habla de una reconversiรณn radical del espacio que afecta tambiรฉn a los terratenientes. Las rentas de locales comerciales que antes eran redituables dejaron de serlo. Una tras otra las fuentes se secaron. La quiebra del comercio no es menor que la del turismo, ni que el temor al contagio en tiempos del Brexit.

La covid-19 se convirtiรณ en un รญndice de la polarizaciรณn que separa a los pobladores entre quienes poseen recursos y espacio, y quienes se hacinan porque no tienen otra posibilidad, una lรญnea divisoria que tiene un correlato racial. El virus es sociable. Entre febrero y fin de aรฑo, la peste ha sido incontrolable. Antes del verano parecรญa lรญcito albergar esperanzas y despuรฉs cada paรญs europeo fue cayendo en zonas de exclusiรณn y nuevas estadรญsticas de muertos.

Asรญ fue hasta que llegรณ la vacuna que liberarรก al mundo. En el Reino Unido, cada โ€œreino asociadoโ€ (Escocia, Gales y el territorio de Irlanda del Norte) configurรณ una estrategia propia. En Inglaterra, el norte estรก en el mรกs alto nivel de alerta, con la protesta ante las consecuencias econรณmicas de las polรญticas sanitarias, que subrayan la diferencia entre esta regiรณn empobrecido y el prรณspero sur. 

Los estragos de la peste son universales. En manos republicanas, Estados Unidos es el paรญs con mayor nรบmero de vรญctimas y contagios, hecho que no obedece solamente a la pobreza estructural, sino a otras cuestiones como el mal uso del tapabocas, que se ha vuelto un icono de hombrรญa al estilo Trump. Los que bendicen Amรฉrica linchan a quienes defienden los derechos civiles y cuelgan de tanto en tanto un afroamericano, no cumplen con las medidas sanitarias y no confรญan en las vacunas. Hace poco, en Georgia 10 mil personas escucharon al todavรญa presidente, la mayorรญa a rostro descubierto.

El aรฑo cierra el cรญrculo. El cataclismo financiero que fracturรณ irreparablemente las diferencias de clase se prolonga letalmente, dividiendo a vรญctimas y a sobrevivientes. En la debacle del 2008 se defendรญa una polรญtica financiera de โ€œlibre mercadoโ€, que era lo que habรญa causado el colapso financiero, como si la libertad consistiera en asaltar al vecino. El presente no comenzรณ ayer. La รบltima dรฉcada y media del siglo pasado ha mostrado a las vรญctimas que no pertenecen a las clases pudientes. Nada estรก mejor blindado que una fortuna.

El cataclismo financiero con el que se inicia el siglo XXI cierra la segunda dรฉcada con un mundo polarizado por fracturas econรณmicas, raciales y de gรฉnero, por batallas โ€œculturalesโ€, cuya violencia persigue establecer โ€œla narrativaโ€ que definirรก el Brexit de Boris y la pandemia, y que ademรกs sacuden los fragmentos de lo que hasta la Segunda Guerra Mundial era un imperio. La agilidad del gabinete presidido por Boris es circense. Gavin Johnson, ministro de educaciรณn durante un perรญodo seรฑalado por su incompetencia, ha declarado que al ser el primer paรญs en hacer disponible la vacuna de Pfizer, Inglaterra es el mejor. La fanfarronada no pasรณ desapercibida por otros conservadores que vieron en la vacuna su pasaporte hacia las nuevas elecciones.

Matt Handcock, ministro de salud, quien tampoco se distingue por su eficiencia, no perdiรณ la oportunidad para propagar inexactitudes de cara a la galerรญa reaccionaria. Gracias a la salida de la UE, cavilรณ Matt, el RU es el primer paรญs en hacer disponible la vacuna contra el virus. Liberados del imperio, los corsarios cruzan libremente el mar: Rule Britannia. Rees-Mogg, quien se asemeja a una caricatura del siglo XVIII, se une a las alabanzas de una Inglaterra que no fue. La celeridad con la que hasta cinco millones de vacunas, de las 40 millones negociadas con Pfizer, serรกn utilizadas para inocular a la poblaciรณn en estas fechas abre la pregunta acerca de las 35 millones de dosis restantes, porque los laboratorios estรกn en Bruselas. Oficialmente se dice que en caso de que las dificultades creadas por el Brexit, que ya son inminentes, interrumpan el abastecimiento de la vacuna, el gobierno recurrirรก a la aviaciรณn militar. La distribuciรณn de la panacea se realizarรก de acuerdo con la necesidad de los distintos segmentos de la poblaciรณn, comenzando por los mรกs vulnerables en tรฉrminos de edad, no de constituciรณn racial.

El gabinete de Boris comprueba su agilidad logรญstica sin que haya ninguna reflexiรณn sobre las consecuencias de lo que se puede interpretar como una cadena de ocurrencias. Al respecto hay que recordar que, hablando de Trump, Boris declarรณ que en su locura habรญa mรฉtodo. La demencia del pequeรฑo Trump no difiere de la del Donald original, y como รฉl, se encuentra cada vez mรกs aislado en su apuesta suicida. Pero la pandemia aquรญ sigue y sobre todo la esperanza de la vacuna, un pulmรณn artificial para extender la agonรญa de un partido que no tiene otra estrategia que conservar el poder. Mientras, merry crisis and a happy new vaccination.

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