Foto: Marisol Martínez.

Para que un violador no sea gobernador, que ninguna mujer vote por él

Tras días de protestas –y años de reclamos– feministas, poco se ha avanzado en las demandas más básicas, como poner fin a la impunidad en los crímenes y agresiones contra las mujeres. En este año electoral, la lucha debe ir a las urnas y hacer la diferencia desde ahí.
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Aunque nada puede ser normal para nosotras en un país en el que matan cada día a 10 mujeres, hoy hemos vuelto a nuestras actividades normales. ¿Pero qué pasó el fin de semana?

Ayer escuché al presidente decir que lo que pasó fue que “el gobierno no cayó en la trampa de la provocación”, “las mujeres policías resistieron estoicamente las agresiones” y el muro cumplió con su propósito: evitar que Palacio Nacional fuera objeto de vandalismo.

En medios y redes sociales leo que hubo una “marcha feminista”, una acción de “indignación”; algunos hablan de la “protesta” e incluso de “la agresión”, de las mujeres. Lo que pasó el fin de semana fue todo esto y mucho más.

 

5 marzo. Se levanta un muro

El 5 de marzo, Palacio Nacional amaneció amurallado. ¡No es la primera vez que vemos vallas en el zócalo!, defendían algunos. Y era cierto, ya las habíamos visto y ya las habíamos reprobado. Nunca, eso sí, se habían levantado para que las mujeres no se acercaran a Palacio Nacional.   

 

6 marzo. Cuida la imagen que mandas al mundo

Al día siguiente, desde Maxcanú, Yucatán, López Obrador explicaba que la valla era para no caer en provocaciones, para “protegernos y proteger nuestros edificios históricos […] pues cuesta trabajo despintar porque hay que pedir permiso al INAH… y no se puede estar afectando la cantera y las piedras de estos edificios que tienen siglos […] Imagínense que no se cuida Palacio Nacional y se vandaliza, ¿qué imagen se da al mundo?”

Con esa pregunta dándome vueltas en la cabeza caminé ese día hasta el zócalo. Quería ver la valla. Al llegar había varios curiosos asomándose entre las rejillas de las planchas de acero. Ahí adentro, protegida, estaba la cantera patriótica y, aparentemente, nuestra reputación nacional. Me senté al pie de la valla a investigar cómo nos ve el mundo.

7 marzo. Escribe, ¡grita!, su nombre

Desde la tarde previa había corrido por Twitter una convocatoria para llenar de flores el muro. Y poco a poco, durante la tarde del sábado y a lo largo del domingo, decenas de mujeres y hombres fueron llegando al zócalo para escribir los nombres de todas esas mujeres que nos hacen falta.

Ximena Apisdorf Soto escribió que había logrado transcribir en un cuaderno los cerca de 1,254 que estaban en los paneles. Convirtiendo el muro en memorial nos dimos cuenta de que nos faltaba muro para tantas ausencias.

 

8 marzo. No se va a caer, lo vamos a tirar

Este año no fui a la marcha, pero la seguí desde los cientos de hilos de conversación que en tiempo real iban posteando en Twitter las asistentes. Escuché batucadas que exigían que un violador no fuera gobernador y coros que clamaban por legalizar el aborto legal; leí pancartas con nombres que quizá no cupieron en el muro y sí, vi miedo, confusión por unas armas que resultaron ser “cazadrones”, gases y violencia. Pero tratar de reducir la protesta nacional a estos actos, como lo han intentado desde la presidencia de la República, no solo es demeritar la causa de un movimiento, sino que enrarece aun más los caminos para empezar a construir una solución.  

 

10 marzo. Los mensajes no llegan a Palacio   

En la conferencia mañanera de hoy, un reportero le dijo a AMLO que los actos de violencia habían sido pocos en comparación con la cantidad de mujeres que habían marchado, y le preguntó con qué mensajes se quedaba de entre los reclamos de justicia, de igualdad y de alto a la violencia. AMLO, que pocos minutos antes nos había recordado que es un humanista y que está más allá de los ismos (feminismo, machismo, racismo, clasismo), respondió: “No llegan esos mensajes al Palacio, porque nosotros llevamos años recogiendo los sentimientos de la gente, de hombres y mujeres”. Esto es: él tiene otros datos, de otros sentimientos.  

 

Coda

Leo mucha frustración alrededor del tema de la lucha de las mujeres y AMLO (o quizá la leo porque la siento). Poner fin a la impunidad en los crímenes y agresiones contra las mujeres lleva años estando entre “las demandas más básicas”, y poco se ha avanzado. Y me temo que lo de Salgado Macedonio nos escandaliza tanto no solo porque un presunto agresor de mujeres se haga con la candidatura, sino porque muy posiblemente algunas lo votarían como gobernador.

Pero justamente es ahí donde las mujeres podemos incidir: no votándolos (en Guerrero el 51.9% de la población son mujeres); y no volviéndolos a votar (a nivel nacional representamos el 51.2%). Este año tenemos que llevar nuestra lucha a las urnas y desde ahí hacer la diferencia. Si un violador no será gobernador, será porque ninguna mujer votará por uno. Y si un partido político es sordo a nuestras demandas, quitémosle nuestro voto.

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Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.


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