Foto: Bundesarchiv, B 145 Bild-P098967 / Autor desconocido / CC BY-SA 3.0 DE, CC BY-SA 3.0 DE, via Wikimedia Commons

Las tensiones de la OTAN en su aniversario

De cara a los acontecimientos bélicos recientes y los previsibles para el futuro inmediato, la toma de posición ante la OTAN nuevamente se volverá ineludible.
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Este jueves 4 de abril, la OTAN, comúnmente denominada la alianza militar más exitosa de la historia, cumplió 75 años. A finales de 2023 se publicó el libro Testigo de un tiempo incierto (Espasa), la autobiografía política de Javier Solana. Solana fue, entre otras cosas, ministro de Asuntos Exteriores de España (1992-1995), secretario general de la OTAN (1995-1999) y alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior y de Seguridad Común (1999-2009). Hombre de izquierda que supo pasar del marxismo antifranquista al capitalismo democrático, fue uno de los intelectuales detrás de la transición del PSOE a la socialdemocracia europea bajo el liderazgo de Felipe González. Por tanto, se convirtió en uno de los pocos personajes del mundo ibérico que ha ocupado una posición geopolítica realmente relevante a escala mundial. A la cabeza de la OTAN le tocó tratar al tú por tú con los líderes más poderosos del planeta y discutir de estrategia internacional con las mentes más brillantes de nuestro tiempo. Todo eso está contado en el libro, en un relato que parece propio de tiempos más ingenuos y sencillos. Una izquierda que se moderniza, una alianza militar de democracias contra el totalitarismo soviético. En contraparte, hoy la historia es más compleja y llena de tensiones.

Siempre pensé que el ejemplo de Solana y los socialistas españoles que incorporaron a España a la OTAN debería ser imitado en México, pero debido a la evolución histórica de la izquierda mexicana no han existido condiciones para ello. Es decir, que México se convirtiera no nada más en un socio comercial de Estados Unidos y en consecuencia de Occidente, sino en un aliado militar en defensa de la democracia liberal. La verdad sea dicha, tampoco el PRI y el PAN buscaron integrar en México a esa alianza. El primero probablemente por prejuicios nacionalistas, el segundo quizá por cobardía frente al PRI y el PRD, por inercia o hasta por ineptitud, la verdad no lo sé.  No obstante, el hecho decisivo a mi parecer es que por razones propias de nuestra circunstancia, la izquierda local no logró una evolución democrática y capitalista similar a la socialdemocracia alemana, el socialismo utópico francés o el laborismo británico. En términos internacionales, la izquierda mexicana nunca ha ocultado sus simpatías primero por la Unión Soviética y Cuba, luego por el bloque bolivariano encabezado por Venezuela y en la actualidad por la Rusia de Putin y la China de Xi Jinping. Las adhesiones internacionales de la izquierda mexicana están y estarán ligadas lamentablemente a dictaduras antioccidentales.

La OTAN es una alianza militar entre democracias contra esos mismos regímenes que la izquierda mexicana considera hermanos. O al menos eso era. Con tantas tensiones internas en la organización, ya no queda clara la homogeneidad de sus objetivos. No obstante, dados los acontecimientos de los últimos años (guerra en Ucrania, crisis en Gaza) y los previsibles para el futuro inmediato (crisis en Taiwán), la toma de posición ante la OTAN nuevamente se volverá ineludible. El anuncio del secretario de Estado Antony Blinken el mismo 4 de abril, de que Ucrania ingresará a la OTAN, tensó la situación, pero presionará al resto del mundo a posicionarse.   

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Hay una anécdota apócrifa que circula entre periodistas alemanes. Supuestamente, el día que se encontraron por vez primera Donald Trump y Ángela Merkel, éste, con el estilo grosero que lo caracteriza, le soltó sin más a la canciller alemana: “Ángela me debes un billón de dólares”. Le estaba cobrando el presupuesto que Estados Unidos había destinado a la defensa militar de Europa. Ya entrados en gastos, Trump incluso le avisó a Merkel que su gobierno no tenía ningún interés por mantener a Estados Unidos en la OTAN, y que si Rusia agredía cualquier país europeo, Estados Unidos no intervendría. Los alemanes, y en concreto Olaf Scholz, sucesor de Merkel, respiraron con alivio cuando Joe Biden llegó a la presidencia, suponiendo que el compromiso estadounidense con la OTAN quedaba restaurado. Scholz, un socialdemócrata alemán clásico, encontraba afinidades ideológicas entre la izquierda alemana y el proyecto de Biden en el partido demócrata estadounidense.

No obstante, el probable retorno de Donald Trump a la Casa Blanca este año volvió a encender las alertas en las cancillerías y ministerios de defensa europeos. Scholz se rehúsa a tocar el tema de un proyecto de defensa nuclear compartido por la Unión Europea, a pesar de que Alemania tiene prohibido desarrollar arsenal nuclear. Scholz argumenta que Estados Unidos no abandonará a Europa, pero la realidad es que el prospecto de una presidencia de Donald Trump supondría la cancelación total del proyecto de cooperación militar atlántica. En otras palabras, la izquierda alemana es 100% favorable a la OTAN, pero es ahora Estados Unidos, el principal promotor de la alianza, quien pone en duda la sobrevivencia de la institución.

Del lado de Francia, el mundo recuerda el señalamiento del presidente Macron de que la OTAN sufre un estado de “muerte cerebral”, pero parecía que la guerra en Ucrania había resucitado la alianza en toda su fortaleza. Entre Francia y Reino Unido, dos miembros de la OTAN que sí disponen de armas nucleares, hay desconfianza, fruto de la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Francia parece postular que la Unión Europea y la OTAN no comparten los mismos intereses de defensa. Adicionalmente, Francia abriga cierto resentimiento contra los países de habla inglesa luego de que, en septiembre de 2021, Australia rompiera un contrato para la construcción de submarinos con Francia. Cuando Australia puso de lado el contrato con los franceses, lo hizo para sellar una alianza de seguridad con el Reino Unido y Estados Unidos denominada AUKUS (Australia, United Kingdom and United States por sus siglas en inglés). Francia entonces, ya no se siente tan segura del respaldo del mundo angloparlante y pretende construir una alianza de seguridad más cercana con sus vecinos europeos, en concreto con Alemania. No obstante, como ya dijimos, la Alemania de Scholz sigue apostando sus fichas, por lo menos de manera oficial, a la cercanía con Estados Unidos. De modo que ni siquiera entre los dos miembros más grandes de la Unión Europea hay coincidencias sobre la política de defensa común para Europa. En lo único que parece haber consenso es en que los europeos manifiestan renuencia a involucrarse en el conflicto entre Estados Unidos y China.

Mientras que en el siglo XX los miembros de la OTAN coincidían en ver a la URSS como la mayor amenaza a la seguridad mundial, hoy Estados Unidos estima que China es la mayor amenaza, pero los países europeos tienen otra valoración. Tanto Francia como Alemania desean mantener su acceso al gigantesco mercado chino y quieren atraer inversiones del gigante asiático a sus países. Otro tanto sucede con las llamadas potencias intermedias en Europa. Nadie quiere renunciar al dinero que supone mantener intercambios comerciales fluidos con China. Y aún en Europa, los países de Europa Oriental son más partidarios de endurecer el trato con Rusia, mientras que los de Europa Occidental, sobre todo Alemania, son reacios a renunciar totalmente a la adquisición de materias primas, petróleo y gas natural ruso. Hoy, a diferencia de lo que sucedía en la Guerra Fría, las consideraciones monetarias pesan más que las ideológicas. Y como llevamos dicho arriba, la permanencia y respaldo estadounidense a la OTAN, que históricamente fue el soporte más sólido de la alianza, está en juego dependiendo de la victoria o derrota de Donald Trump en las elecciones presidenciales de este año. Posiblemente, lo que le haga falta a la OTAN sea recordar y regresar un poco a sus orígenes.

Empecé hablando de un socialista español que pasó del dogmatismo marxista a la socialdemocracia que abraza con firmeza la alianza militar de las democracias liberales. En el principio, sucedió igual. Un socialista convencional, un autodidacta de origen marxista, evolucionó al sindicalismo democrático-liberal y se convirtió en uno de los padres fundadores de la OTAN. Ernest Bevin, dirigente del sindicato de transportistas, ministro del trabajo y posteriormente ministro de relaciones exteriores del Reino Unido en el gobierno laborista de Clement Attlee, se convirtió en pieza clave para el impulso al Plan Marshall de reconstrucción europea y la creación de la OTAN. Bevin, en su condición de ministro de exteriores británico, solicitó a su par, el secretario de Estado George Marshall de Estados Unidos, que procediesen inmediatamente al establecimiento de un pacto de seguridad transatlántico tan luego como el 11 de marzo de 1948, poco después del golpe estalinista en Praga. Si bien Bevin venía de las luchas obreras británicas y había sido un entusiasta de la Unión Soviética en su juventud, después de la Segunda Guerra Mundial se dio cuenta de que el mejoramiento de las condiciones materiales del proletariado solo podía darse en países donde prevaleciera el capitalismo democrático. Stalin era un dictador que quería esclavizar a los obreros de todo el planeta. Por encima de las afinidades ideológicas, Bevin descubrió que importaba más la aspiración compartida de libertad humana.

Esto es lo que hoy no entienden las izquierdas, no solo la mexicana. En Estados Unidos, figuras como Alexandria Ocasio-Cortez o Bernie Sanders anhelan el desmantelamiento de la OTAN por considerarla un instrumento del imperialismo capitalista. No es así. Hace falta recordarle a los progresistas del mundo que aún los pueblos libres con vocación pacifista requieren lo que llamaba Franklin Delano Roosevelt “el arsenal de la democracia.” Ese arsenal originalmente estuvo compuesto casi en exclusiva por Estados Unidos e Inglaterra. Hoy participan en él todas las democracias liberales avanzadas. Ojalá que un día vea en ese grupo selecto a México, pero por lo pronto, en el aniversario 75 de la OTAN la prioridad es que Estados Unidos permanezca ahí. En gran medida, la victoria de la democracia sobre el populismo en el mundo entero dependerá de ello. ~

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licenciado en Relaciones Internacionales por el Colegio de México y maestro en Relaciones Internacionales por la Universidad de Essex, Inglaterra. Es articulista en El Universal.


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