La ciudad mediterránea de Antalya, en Turquía, fue sede del Foro de la Diplomacia 2024, del 1 al 3 de marzo. Esta es la tercera ocasión que el gobierno turco organiza un encuentro con representantes de gobiernos, sector privado, academia y sociedad civil para discutir los retos más urgentes del planeta. En esta ocasión, bajo el lema de “Pensar juntos para actuar juntos”, a la convocatoria se dieron cita representantes de una buena parte de los países del mundo.
Por mi parte, asistí invitado y como representante del COMEXI, para moderar la sesión sobre “América Latina, una región en transformación”. Esta es la segunda ocasión que se incluye en el programa a América Latina (AL); es un reconocimiento de la importancia que para los turcos tienen nuestros países. En efecto, la huella diplomática turca, en forma de embajadas, así como la presencia cultural, comercial y de turismo turcos, van en aumento.
En la sesión sobre AL participaron la ministra de Relaciones Exteriores de Panamá y los viceministros de la cartera de Colombia y Guatemala. Como se sabe, nuestra región está compuesta por naciones que abarcan 650 millones de habitantes. Se caracteriza por su diversidad cultural, lingüística y étnica, así como por distintos regímenes de gobierno, procesos políticos, así como políticas públicas diferentes en lo económico y en lo social. Los cambios en las sociedades y en la manera en que estas procesan el poder político, les imponen nuevos retos a nuestras relativamente jóvenes democracias electorales y, en su caso, liberales. Además, algunos países como México, Brasil, Chile y Haití experimentan algunos de los mayores desafíos por sus enormes desigualdades.
Durante la conversación, Janaina Tewaney, de Panamá, recordó a la democracia como la mejor herramienta para lograr un desarrollo y bienestar social. Asimismo, hizo énfasis en la existencia de presidentes más pragmáticos que en el pasado, además de ser relativamente jóvenes, en especial en comparación con los Estados Unidos. Mónica Bolaños, de Guatemala, reflexionó sobre la necesidad urgente de desterrar la corrupción, la inseguridad, la pobreza y las desigualdades de nuestra región. Sentenció que solo mediante gobiernos democráticos comprometidos con políticas de justicia social se podrá avanzar en esta agenda, cuidando, entre otros, la promoción y el cuidado de las inversiones. Francisco José Coy, colombiano, elaboró sobre el impacto que las guerras en el mundo, señaladamente la de Rusia contra Ucrania, han tenido en las economías de la región. Hizo un llamado al uso de la diplomacia como una herramienta para trabajar juntos y lograr abatir los flagelos ya identificados.
Fue interesante la convergencia de puntos de vista sobre la conveniencia de lograr una mayor integración económica y comercial entre nuestros países, a fin de que, con valores y metas comunes, se logren abatir las brechas y rezagos. Estos destacados diplomáticos latinoamericanos reconocieron que un desafío por remontar es la integración en la diversidad, y coincidieron en la importancia que se le debe dar a la educación, tanto para lograr una formación cívica que identifique y fomente valores morales en nuestras sociedades, como para incrementar la resiliencia y la capacidad de adaptación de las nuevas generaciones de la fuerza laboral.
En cuanto a la migración, concluyeron en la urgencia de cooperar y compartir información y mejores prácticas, así como para identificar proyectos de inversión que faciliten la inserción de las poblaciones locales al trabajo bien remunerado en un ambiente seguro y pacífico. Finalmente, sobre la relación entre China y Estados Unidos frente a la región, convinieron en reconocer el carácter multipolar del mundo y en mantener a la geografía como referente, sin perder de vista las ventajas de una relación comercial con China en temas estratégicos.
Durante el Foro de la Diplomacia de Antalya (ADF, por sus siglas en inglés) se discutieron otros temas de la mayor relevancia, como la guerra rusoucraniana, el conflicto entre Israel y Hamás y el futuro del Medio Oriente, la inestabilidad de Siria, el racismo, la xenofobia y la islamofobia, la migración, el papel de la mujer en la paz y la seguridad mundiales, el potencial del continente africano, el reto enorme de la seguridad alimentaria y los nuevos paradigmas de la seguridad energética. Me referiré brevemente a tres temas que me llamaron la atención por su relevancia para México: la diplomacia científica y tecnológica, el Sur global, y el papel de la inteligencia artificial en la diplomacia.
Con respecto a la diplomacia científica y tecnológica, quedó de manifiesto que las cancillerías han de desarrollar capacidades, tanto estructurales como de personal, a fin de que las y los diplomáticos sirvan como puentes y facilitadores entre las partes que producen, gestionan, regulan y consumen ciencia y tecnología. Si bien es un tema en desarrollo, será menester contar con reglas y normas reconocidas internacionalmente para impulsar su crecimiento. Desde glosarios hasta buenas prácticas, la diplomacia científica y tecnológica demanda un esfuerzo sostenido y coordinado al mayor nivel de una cancillería.
Un ejemplo de la necesaria participación de la diplomacia científica y cultural se tiene en las discusiones sobre el Pacto Digital Mundial, GDC por sus siglas en inglés. Por iniciativa del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se espera que en la Cumbre del Futuro, en septiembre de 2024, se adopten los principios para un futuro digital abierto, libre y seguro para todas y todos, objetivo mayor del GDC. El reto del GDC incluye la conectividad digital, evitar la fragmentación de internet, proveer a las personas opciones sobre cómo pueden usarse sus datos, el respeto de los derechos humanos en línea, así como la promoción de un internet confiable mediante criterios de rendición de cuentas sobre discriminación, noticias faltas y contenidos engañosos. El GDC es una iniciativa que implica a gobiernos, sector privado, academia y centros de pensamiento estratégico, como COMEXI y México Exponencial. Para México, entraña un reordenamiento de nuestra Cancillería para asumir a la diplomacia científica y tecnológica como una prioridad.
Sobre el Sur global, se ofreció como definición de los países que lo integran a aquellos que no se encuentran debidamente representados, que están marginados de los debates y, sobre todo, de las decisiones. En ellos se encuentran muchos estados que han sido objeto de represión y colonización, como los africanos, por ejemplo. Del panel quiero destacar la participación de la embajadora Naledi Pandor, ministra de relaciones internacionales y cooperación de Sudáfrica. Pandor hizo gran énfasis en la conveniencia de lograr un acuerdo sino-estadounidense en beneficio de todo el mundo, de exponer la crueldad y la impunidad de los países (refiriéndose al caso de Israel) y la hipocresía de otros países y actores, así como de reformar a la ONU y, en especial, al sistema de veto de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Hizo un llamado vehemente para que el objetivo de la nueva generación de políticos sea lograr que los pueblos amen la libertad y la democracia. Por su parte, el connotado y controversial académico Jeffrey Sachs, de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, señaló que vivimos en un mundo multipolar en el cual Estados Unidos ya no representa el “gran decisor”. Aseveró que la élite de poder de ese país, en especial aquella que apoya el complejo militar, es asíncrona con el resto del mundo, y recomendó seguir aislando a Estados Unidos para lograr que cambie su propia percepción de su rol en el mundo.
Sobre la inteligencia artificial (IA) en la diplomacia, se señalaron las ventajas que tiene como herramienta para realizar análisis más amplios y profundos de los asuntos internacionales. Se reconoció el reto de gestionar y regular los avances de la IA en un entorno de permanente innovación, siempre manteniendo las regulaciones por encima del desarrollo tecnológico. De la misma manera que en su momento se regularon la televisión y los periódicos, y se hicieron responsables de los contenidos que en ellos se comunican, las aplicaciones de la IA requieren ser reguladas. La necesidad de contar con un lenguaje común, de modo que los términos y conceptos sean entendidos de igual manera por todas las partes, es un asunto crucial, actualmente en desarrollo. Como ocurre en otros países –Dinamarca, España, Estados Unidos y Estonia, por ejemplo–, nuestro país requiere asumir una posición sobre el tema que le permita aprovechar a la IA para promover a México y sus capacidades, defender sus principios y contribuir a una mayor prosperidad. Ello implica contar con una oficina especializada en la Cancillería que articule una red con los grandes centros de desarrollo tecnológico, y una plataforma con el sector privado, con el resto del gobierno federal, con los gobiernos de las entidades federativas, así como con las instituciones de educación superior.
La IA es común a la diplomacia científica y tecnológica en cuanto a que es un medio que requiere ser desarrollado y adoptado con sus ventajas y limitaciones en beneficio del país. Implica la armonización de regulaciones bajo principios generales y adaptadas a los contextos locales. La inclusión de la IA al quehacer de la gobernanza puede contribuir, entre otras cosas, a promover una mayor transparencia, luchar contra la corrupción y a enriquecer el debate mediante la revisión de datos y hechos.
La diplomacia es fundamental para reflexionar y buscar medios pacíficos en el mundo turbulento de hoy. Las guerras en desarrollo, los actos de terrorismo, las migraciones desordenadas e irregulares, el incremento de la xenofobia y la islamofobia, los riesgos desconocidos de la IA, la catástrofe que ha ocasionado el cambio climático, los desastres naturales, las pandemias y las desigualdades que no paran de crecer y profundizarse, son parte de la lista de los retos que enfrenta la humanidad. La erosión y la falta de confianza en el orden mundial, así como la marginación de la mayor parte de la población de las decisiones del planeta contribuyen a incrementar la incertidumbre y la ansiedad en las cuales se toman las decisiones, locales y globales. Para avanzar soluciones sostenibles, la diplomacia también debe evolucionar. El marco tradicional de consultas y diálogos políticos debe evolucionar hacia enfoques particulares para las regiones en conflicto, así como incorporar nuevas herramientas y enfoques para hacer de la diplomacia en tiempos de crisis, una herramienta para la paz y la convivencia. ~
Fue subsecretario para América del Norte en la Secretaría de Relaciones Exteriores entre 2013 y 2015. Actualmente es presidente del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales, Comexi.