Foto: Jade Koroliuk en Unsplash

El plan de paz de Trump es una claudicación frente a Putin

La propuesta de Trump para poner fin a la invasión rusa de Ucrania no es otra cosa que una rendición humillante disfrazada de diplomacia.
AÑADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Comienza a perfilarse el supuesto plan de paz de Donald Trump para resolver la invasión rusa a Ucrania. Lejos de ser una solución negociada y justa al conflicto más grave en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, lo que propone Trump no es otra cosa que una rendición humillante disfrazada de diplomacia.

Según los detalles disponibles, el plan contempla la legalización de la ocupación rusa de Crimea, la aceptación tácita del control del Kremlin sobre partes del Donbás, Jersón y Zaporiyia –regiones que Rusia invadió y ha intentado anexar mediante la violencia–, así como un “impulso económico” desde Estados Unidos hacia Moscú. Pero eso no es todo. En un giro que raya en lo delirante, el plan también incluiría la entrega del 50% de los recursos naturales y minerales de Ucrania a Estados Unidos, como si el país invadido fuera un botín de guerra. Como guinda de esta grotesca farsa, Ucrania tendría que emitir una declaración pública elogiando a Trump por su “logro histórico”.

Las implicaciones de este supuesto acuerdo son gravísimas, y no solo para Ucrania. En primer lugar, legitimar las anexiones territoriales rusas equivaldría a dinamitar uno de los principios más fundamentales del orden internacional: la inviolabilidad de las fronteras y la integridad territorial de los Estados soberanos. Si Estados Unidos, bajo el liderazgo de Trump, decide premiar la agresión militar con concesiones territoriales, enviará un mensaje inequívoco al resto del mundo.

En segundo lugar, cualquier acuerdo que implique la entrega forzada de territorio ucraniano minaría de forma irreversible la seguridad europea. Los países vecinos a Rusia –especialmente Polonia, los estados bálticos y otras democracias del este del continente– entenderían, con razón, que el compromiso de defensa de Estados Unidos se ha vuelto no solo frágil, sino peligrosamente negociable. La credibilidad de la OTAN, ya golpeada por la retórica aislacionista de Trump, sufriría un golpe mortal. Europa quedaría a merced de un Kremlin que sabría que la comunidad internacional carece de voluntad para contener sus ambiciones imperiales.

Lo alarmante no es solo lo que el plan incluye, sino lo que deliberadamente excluye. El “acuerdo” de Trump no exige absolutamente nada a Vladimir Putin. No hay condiciones para el retiro de tropas, ni compromiso alguno con el respeto al derecho internacional, ni mención de los miles de crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso en lugares como Bucha, Irpin o Mariúpol. Peor aún: la administración Trump ya ha comenzado a desmantelar los mecanismos internacionales de rendición de cuentas, retirando apoyo a tribunales y organismos encargados de investigar estos crímenes. En los hechos, el mensaje es claro: no habrá justicia. Y eso, en una guerra cuya responsabilidad recae única y exclusivamente en Rusia, es un escándalo moral.

Trump demuestra así, una vez más, no solo su simpatía por Vladimir Putin, sino su total disposición a actuar como el fiel representante de los intereses del Kremlin. Su plan de “paz” no es más que una capitulación en nombre propio, que busca transformar una tragedia geopolítica en un espectáculo propagandístico con beneficios personales.

Aceptar esta propuesta no sería solo un error estratégico monumental. Sería una traición a los principios que han sostenido el orden democrático global desde 1945. Sería abandonar a Ucrania, debilitar a Europa, y al mismo tiempo legitimar una forma de política exterior basada en el chantaje, el saqueo y la impunidad.

Llamar “paz” a esta rendición no solo es un insulto a los ucranianos que han resistido con heroísmo, sino también a todas las naciones que creen, todavía, en el derecho internacional y en la justicia. Lo que propone Trump no es la paz. Es, sin matices, una vergüenza histórica.

Un “plan de paz” que premia al agresor, castiga al agredido, legitima la ocupación militar y deja crímenes de guerra sin castigo no es realismo: es complicidad. ~


    ×

    Selecciona el país o región donde quieres recibir tu revista: