La tiranรญa de Nicolรกs Maduro encontrรณ en la pandemia del coronavirus la vรญa expedita para cumplir el sueรฑo dorado de los totalitarismos: dominar a los individuos hasta la parรกlisis. Con desabastecimiento, largas jornadas de hambre y privaciones, sin transporte ni combustible, Maduro, verdadero seรฑor de la muerte, ejemplifica el Estado de excepciรณn. La militarizaciรณn de la sociedad es absoluta y el silencio cunde por calles vacรญas y ciudades con graves carencias de agua y electricidad.
Toda vida en Venezuela se puede sacrificar en aras del Estado. En su paranoia anticientรญfica, el fundador del rรฉgimen, Hugo Chรกvez, prefiriรณ tratarse de cรกncer en Cuba que en paรญses con medicina asistida por tecnologรญa de punta. Asรญ, Maduro tampoco impone una cuarentena porque confรญe mucho en la ciencia, sino porque le sirve a su tiranรญa. Nada se puede contra semejante Estado en los tรฉrminos polรญticos que los demรณcratas damos por descontados. Por mรกs que exista apoyo a la figura de Juan Guaidรณ como encarnaciรณn del poder legรญtimo en Venezuela, el poder real sigue, como demuestra la pandemia, en manos de la revoluciรณn bolivariana.
Ese poder, sin embargo, requiere recursos. Un Estado totalitario, asรญ sea tan mal organizado y desastroso como el venezolano, necesita ingresos alternativos. Las sanciones impuestas a Venezuela no son las responsables de tal debacle, y el antitrumpismo del rรฉgimen no justifica su criminalidad. Maduro ha intentado esgrimir la pandemia como pretexto para obtener dinero del Fondo Monetario Internacional, pero sus mentiras caen por su propio peso: ยฟse puede otorgar millones a un gobierno de delincuentes mundialmente reconocido como tal? Juan Guaidรณ ha sido muy claro: Venezuela requiere urgentemente ayuda humanitaria administrada por organismos internacionales, no por capos que arruinaron al paรญs con las mรกs grandes reservas de petrรณleo del mundo.
Ahora bien, aunque el Coronavirus ha favorecido el proyecto totalitario de Maduro, no todo marcha bien para la revoluciรณn bolivariana. El capo mayor, el seรฑor de la muerte, entrรณ desde el jueves 26 de marzo en su propia y singular cuarentena. El Departamento de Justicia de los Estados Unidos llevรณ a cabo una investigaciรณn desde hace aproximadamente diez aรฑos, dirigida por el fiscal William Barr, cuyos resultados pusieron a Maduro contra la pared. Otros acusados son Diosdado Cabello, presidente de la espuria Asamblea Constituyente; Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia; Vladimir Padrino, ministro de Defensa; Hugo Carvajal Barrios, exdirector de la inteligencia militar; el general retirado Cliver Alcalรก Cordones, quien vive en Colombia; y Tareck El Aissami, ministro de Industria y Producciรณn Nacional. Los cargos a estos personeros revolucionarios incluyen narcoterrorismo en complicidad con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Tal delito refiere a la colaboraciรณn con organizaciones calificadas por el gobierno estadounidense como terroristas para operaciones de trรกfico de estupefacientes. Tambiรฉn se seรฑala el uso de armas de guerra y la exportaciรณn de cocaรญna a Estados Unidos. Se ofrece una recompensa de 15 millones de dรณlares a cambio de informaciรณn que conduzca a la detenciรณn de Maduro y 10 millones por las otras cabezas mencionadas, figuras emblemรกticas del narcoestado venezolano.
Antes de que la habitual desconfianza latinoamericana al gobierno estadounidense se active, es preciso aclarar que el periodismo venezolano, con grandes riesgos que incluyen exilio, cierre de medios y hasta cรกrcel, ha documentado la complicidad criminal de la tiranรญa madurista no solamente con las FARC sino con los remanentes del Ejรฉrcito de Liberaciรณn Nacional (ELN), quienes negaron el Tratado de Paz en Colombia. Existe ya un ejรฉrcito irregular en las fronteras de Venezuela con Colombia para actividades delictivas, en las que el narcotrรกfico ocupa un lugar estelar.
La instrumentaciรณn de una operaciรณn de detenciรณn de Maduro sin duda es digna de series televisivas espectaculares al estilo de Jack Ryan o El espรญa, pero no hay que poner esperanzas en soluciones rรกpidas. Si el procedimiento judicial de la justicia estadounidense tiene resultados, la realidad serรก mรกs prosaica: serรญan las traiciones y divisiones internas, causadas por el dineral en juego, las que podrรญan conducir a la defenestraciรณn y eventual extradiciรณn de Maduro. Empero, no hay que llamarse a engaรฑo: sรณlo el tiempo indicarรก el poder de la acciรณn estadounidense sobre las alianzas de Venezuela con Rusia, Irรกn y China y sobre los posibles enemigos internos de Maduro. Asimismo, tantas presiones podrรญan obligarlo a negociar una salida al horror venezolano. Pero son supuestos, pues el tirano ha sido claro: nada cambiarรก despuรฉs de la declaraciรณn del Departamento de Justicia.
No obstante Maduro vive su propia cuarentena, sin las carencias de los comunes, pero con el pรกnico de ver en cada rostro la posibilidad de una traiciรณn. El temor al virus del engaรฑo mantiene ojeroso al tirano. Sabe muy bien que la boliburguesรญa โesa horda de parรกsitos improductivos, enriquecidos por la especulaciรณn cambiariaโ debe estar salivando con tantos dรณlares en juego. Ni hablar de la Fuerza Armada venezolana, penetrada hasta los tuรฉtanos por el narcotrรกfico, engordada con la especulaciรณn y los negocios que el tirano ha puesto en sus manos. Puede ser que a Maduro y a su entorno les caiga una lluvia de estornudos. De hecho, ya empezรณ: Clรญver Alcalรก Cordones y Hugo โEl Polloโ Carvajal, dos de los acusados, se entregaron a la justicia estadounidense.
Escritora y profesora universitaria venezolana. Su รบltimo libro es Casa Ciudad (cuentos). Reside en la Ciudad de Mรฉxico.