Cómics, antisemitismo y terrorismo islámico

En un cómic publicado recientemente, Joe Sacco y Art Spiegelman ofrecen una visión del conflicto en Gaza que repite acusaciones falsas y omite la historia que hay detrás del mismo.
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El 30 de septiembre de 2005, el diario danés Jyllands–Posten publicó doce caricaturas con la figura de Mahoma, causando la irritación de un sector de la población musulmana en ese país y algunas naciones árabes. Tres embajadas danesas fueron atacadas y al menos cincuenta personas murieron en disturbios en 2006 en África, Medio Oriente y Asia.

Diez años más tarde, el 7 de enero de 2015, empezó una temporada de violencia terrorista en Francia, con el atentado al semanario satírico Charlie Hebdo, en el que asesinaron a doce personas. Los ecos de estos hechos llegan hasta nuestros días: en la ciudad de Mulhouse, el pasado 22 de febrero, el inmigrante argelino Brahim A. mató a una persona e hirió a dos policías al grito de “Allahu Akbar” (Alá es grande); el agresor figuraba en la lista de vigilancia de prevención del terrorismo creada a raíz del atentado contra la revista.

Laurent Sourisseau “Riss”, director de Charlie Hebdo, dice, a diez años del atentado: “La sátira tiene una virtud que nos ha ayudado en estos años trágicos: el optimismo. Si quieres reír es porque quieres vivir. La risa, la ironía y la caricatura son expresiones de optimismo”. El semanario sigue saliendo, y el pasado 7 de enero publicaron una edición “histórica” con el tema “Reírse de Dios”, como resultado del concurso internacional en el que se invitó a caricaturistas a ilustrar su “cólera ante el control que todas las religiones ejercen sobre sus libertades”.

Al fragor de las protestas por las caricaturas del Jyllands–Posten, el periodista Sam Graham-Felsen entrevistó en marzo de 2006 a Joe Sacco, autor de Palestine y War’s end: Profiles from Bosnia 1995-96, y Art Spiegelman, ganador del premio Pulitzer y autor del ya clásico cómic Maus. A survivor’s tale y de In the shadow of no towers.

A la primera pregunta, “¿Cuál fue su reacción inicial ante la polémica?”, Sacco responde: “Mi reacción inicial fue: Qué idiotas son esos daneses por publicar esas cosas. ¿No pensaron que iba a haber algún tipo de reacción? Las caricaturas de ese tipo tienen como única finalidad la provocación”. Spiegelman contesta: “He pasado mucho tiempo haciendo un examen de conciencia y sigo estando del mismo lado de la ecuación. Si hay un derecho a hacer caricaturas, tiene que haber un derecho a insultar, y si no hay derecho a hacer caricaturas, bueno, estoy en serios problemas. Y creo que Estados Unidos también podría estarlo”. En la entrevista, reproducida en Drawn & Quarterly, Spiegelman añade: “La prensa ha infantilizado al público. La situación ha llegado a tal punto que ya no es discutible si se deben o no reproducir estas imágenes, porque hacerlo ahora te pone firmemente del lado del difamador”. Sacco concluye: “Creo que tal vez el dibujante idiota debería sentir la necesidad de autocensurarse un poco más, cuando llega el momento, pero un dibujante pensante sopesa lo que hace. Francamente, me importan un carajo estas caricaturas danesas” (cursivas mías).

*

A mediados de febrero de este año, los dos dibujantes hicieron un cómic que ha circulado en varios medios, países e idiomas, al que titularon “¡Nunca más! Otra vez… y otra… y otra más”. En el primer cuadro de la historieta, Sacco le dice a Spiegelman: “Lo que sucedió el 7 de octubre me paralizó. ¿Cuál fue tu reacción, Art?”, a lo que este responde: “Me horrorizó la magnitud de las atrocidades… ¡Y luego la magnitud de la respuesta de Israel! Mala para los judíos”. En las páginas siguientes hablan de limpieza étnica, genocidio, hambruna, es decir, información falsa, mentiras propagadas por el Ministerio de Salud de Hamás –creerle a este grupo terrorista es como creer que Maduro ganó las elecciones en Venezuela– y repetidas puntualmente por Al-Jazeera y numerosos medios de Europa y América.

Spiegelman no se sonroja al expresar: “¡Hamás! ¡Si tuvieran los medios serían tan despiadados como Israel!” ¡Y acaba de mencionar el 7 de octubre! La masacre de judíos más cruel, numerosa y sanguinaria desde el Holocausto. Ignora, o lo pretende, que Hamás, como Hezbolá, es financiado por Irán y que sus líderes han vivido siempre en la opulencia.

Sacco le pregunta: “¿Eres un judío que se odia a sí mismo?”, y él responde: “¡Nah! ¡Un ateo que se odia a sí mismo!”. Habrá que compadecerlo: “Soy un cosmopolita sin raíces”. Finalmente, dice: “Lógico que los judíos quisieran una patria, pero quizá Israel sea un experimento fallido […] construido sobre una premisa equivocada. […] Una casa sin personas… ¡para personas sin casa!”.

¿Una premisa equivocada fundar el Estado de Israel donde han vivido judíos desde hace tres mil años? La frase deja ver el desconocimiento de la historia de la fundación del moderno Estado de Israel y de la antigua presencia de judíos en la región, donde siempre hubo choques, sobre todo por parte de los árabes. Desde mediados del siglo XIX y principios del XX aumentó la emigración judía, principalmente desde Europa. Sí, hubo episodios de violencia y de injusticia, pero Spiegelman insinúa que todos los judíos llegaron como colonizadores e invasores a una pequeña extensión de tierra rodeada por veintidós países árabes, poblados por más de 480 millones de personas, desde el océano Atlántico hasta el mar Arábigo y desde el Mediterráneo hasta el Índico.

Hamás es una organización terrorista, totalitaria, patriarcal, misógina y homofóbica. ¿Es posible negociar con ellos? Apoyar a los radicales del islam es apoyar a quienes te van a matar por una razón u otra. ¿Han olvidado la fotografía de Shani Louk inconsciente, exhibida semidesnuda por las calles de Gaza, con una pierna descoyuntada, golpeada y escupida por inocentes civiles?

Putin puede querer exterminar a los ucranianos y para el mundo no es un criminal de guerra. De todos los conflictos, es solo uno el que causa indignación entre la izquierda, no importa que en otros haya un grado de brutalidad terrible. Inexplicablemente, gays y comunidades LGBTQ+ muestran su apoyo a quienes los arrojarían de un quinto piso directamente hacia su muerte.

¿No es un tanto sospechosa la unanimidad en las acusaciones de genocidio a Israel, desde la ONU, la academia, las universidades, Hollywood y el mundo del espectáculo? Roger Waters niega la conexión judía con Israel y pide a los judíos que viven ahí que regresen a Europa del Este, o a los Estados Unidos, o al lugar de donde vinieron”; Kanye West publicó en X declaraciones como “Soy un nazi”, “Hitler era taaaan cool”, “No me gusta ni confío en ninguna persona judía” y “el antisemitismo es sólo una mierda que los judíos inventaron para proteger sus mierdas”.

Aun así,

  • No hay un genocidio, como se demuestra, por ejemplo, en “Questionable counting: Analysing the death toll from the Hamas-run Ministry of Health”, que señala cómo el Ministerio de Salud de Hamás altera y exagera las cifras de muertes. Otro estudio, “How Hamas manipulates Gaza fatality numbers”, de The Washington Institute for Near East Policy, muestra una serie de inconsistencias y manipulaciones estratégicas destinadas a exagerar las muertes de civiles, particularmente mujeres y niños, y a minimizar o camuflar las bajas entre los combatientes de Hamas.
  • No hay 17 mil niños muertos en Gaza. Ninguna organización independiente ha podido verificar semejante cifra, que ha sido exagerada de una manera tan simple como perversa: Hamás contabilizó a todos sus combatientes que murieron en batalla, pero que tenían 17, 16 o 15 años, como niños, aunque estaban armados y en pie de guerra.
  • No ha habido hambruna en Gaza, según un informe de la organización UK Lawyers for Israel, que examinó datos publicados por la ONU y USAID.

A Sacco y Spiegelman les tiene sin cuidado que el pequeño y único Estado judío del mundo, donde viven dos millones de árabes con derechos y obligaciones –incluida la participación en política; no, tampoco hay apartheid– libre una guerra contra terroristas y países que desean arrojarlos al mar. Los miles de cohetes lanzados contra objetivos civiles en Israel –que cuestan millones de dólares– no existen en su universo gráfico. Nada de la “proporcionalidad” en el intercambio de secuestrados israelíes y de otras nacionalidades por cientos de terroristas palestinos encarcelados por crímenes horrendos –que no se dedicarán precisamente a ver la televisión con sus hijos.

¿Qué dirían si, eventualmente, Hamás, Hezbolá y otras organizaciones terroristas destruyeran finalmente a Israel? Ni Spiegelman ni Sacco parecen querer entender la letal y bárbara ideología que alimenta a los terroristas de Hamás y el decidido culto a la muerte que tan de buena gana comparte un amplio porcentaje de la población palestina. Son varias generaciones educadas desde la infancia en el odio y la brutalidad yihadista. Dice Sacco en el cómic: “Pero ¡no es solo Hamás! Si bombardeas a la gente, matas a sus seres queridos y reduces todo a escombros, ¿qué esperas?” Contesta Spiegelman: “¡Ay! Es que es un grupo de víctimas traumatizadas que traumatiza a otro”. No es ético equiparar el terrorismo de Hamás y otras organizaciones que desean exterminar a los judíos de Israel y del mundo con la legítima defensa del Estado judío. Israel no “asesina” deliberadamente a la población civil, como sí lo hacen Hamás, Hezbolá o los hutíes –o, para el caso, el ejército ruso en Ucrania.

En su artículo “La estrategia de sacrificios humanos de Hamás” Douglas J. Feith, investigador del Instituto Hudson escribe: “Hamás se asegura de que su guerra dañe y mate a un gran número de palestinos en Gaza. Para lograrlo, ha elaborado estrategias y sentado las bases durante años. Su objetivo es sembrar la propaganda en un mundo crédulo: manchar las manos de Israel con la sangre de las víctimas palestinas”.

Hasta el gran muftí de Arabia Saudita, Abdul Aziz Al–Sheikh, expresó su condena a Hamás después de haber presenciado la entrega de los ataúdes con los pequeños cuerpos mancillados de los niños Bibas: “Lo que hemos visto hoy en Gaza es una vergüenza para el Islam, un acto de blasfemia contra Alá y un pecado que no representa a los seguidores del Profeta […]. El camino del Islam incluye el respeto incluso por los muertos no musulmanes. Hoy, Hamás ha trascendido la definición del Islam”.

Hijo mayor de Sheikh Hassan Yousef, miembro fundador de Hamás, el joven Mosab Hassan Yousef colaboró con su padre en sus actividades políticas mientras era preparado para asumir su legado y el poder. Luego se convirtió al cristianismo y trabajó como agente para la inteligencia israelí. Declaró en entrevista con la BBC que decidió espiar para los israelíes al descubrir que Hamás “abusaba de su propio pueblo”. “Mi agenda era parar el baño de sangre de cada día. ¿A cuántos líderes palestinos salvé, incluyendo a mi padre?”

Pero la misma BBC no tuvo empacho en filmar un documental tramposo y parcial. Ante las denuncias lo retiró de la plataforma BBC iPlayer por los “graves errores” en los que incurrió, después de confirmar que el protagonista es un chico de trece años que resultó ser hijo del viceministro de Agricultura en el Gobierno de Gaza que encabeza Hamás. Un caso parecido al del “documental” No other land, que ganó un Oscar.1

En estos tiempos en los que Steve Bannon, Elon Musk y Eduardo Verástegui han puesto de moda el saludo nazi, no debe soslayarse que los terroristas de Hamás y sus seguidores hacen el mismo saludo con frecuencia.

Cualquier otro país que hubiera pasado por lo que pasó Israel el fatídico 7 de octubre de 2023 habría respondido de la misma manera, pues la responsabilidad de todo gobierno es proteger a su población. El problema es que con otro país habría algunas quejas, no así con Israel, que es culpable por definición.

Dice el pacifista palestino–estadounidense Ahmed Fouad Alkhatib en su cuenta de X: “¿Quieren ver el fin del asedio a Gaza, el fin de la guerra, el fin de la violencia y una oportunidad para que la Franja se recupere, se estabilice, se rejuvenezca y se reconstruya? Exijan que Hamás renuncie y se desmilitarice, que abandone Gaza y deje que la Franja quede bajo una custodia árabe y musulmana transitoria hasta que surja un nuevo y capaz liderazgo palestino”.

¿Estarían de acuerdo con él Sacco y Spiegelman? ~


  1. No other land retrata a Masafer Yatta como un pueblo palestino inocente y en dificultades. Véase aquí la reflexión del intelectual palestino–estadounidense Ahmed Fouad Alkhatib. ↩︎


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