Hace tiempo se advierte sobre la inminencia de una grave crisis humanitaria en varias regiones del mundo. La crisis, que comenzรณ con la pandemia de covid-19 en 2020, se transformรณ en un arma de presiรณn polรญtica en manos del presidente Vladimir Putin para obtener concesiones en su obsesiรณn por lograr sus objetivos estratรฉgicos.
Los datos de la crisis alimentaria son estremecedores: 2 mil millones de personas atraviesan serias dificultades para acceder a los nutrientes diarios necesarios. Ese nรบmero puede subir explosivamente durante 2022. La razรณn estรก en el desafรญo que planteรณ Rusia al invadir Ucrania, y luego haber obturado la exportaciรณn ucraniana de nutrientes y decidido cerrar sus propias ventas con el fin de extorsionar al resto del mundo frente a las sanciones que se le impusieron.
Desde el 24 de febrero se iniciรณ un alza extraordinaria en el precio de los alimentos que se acerca al 19% y se suma a los aumentos registrados durante la pandemia. Ucrania exportรณ 201 millones de toneladas de trigo en 2021. Es el sรฉptimo productor global y el sexto exportador a escala mundial. Es tambiรฉn el sexto exportador mundial de maรญz, con 26 millones de toneladas, y el cuarto de cebada, con 24 millones de toneladas.
Sin embargo, el cierre de la producciรณn ucraniana de nutrientes se agrava por las decisiones tomadas por el gobierno ruso a partir del inicio de la guerra.
El 10 de marzo, y al poco de conocerse la intenciรณn de Occidente de imponerle sanciones, Putin ordenรณ cerrar las exportaciones de trigo, maรญz, cebada y aceite comestible. Si la salida de la producciรณn ucraniana provocรณ un conato de crisis, esta decisiรณn del gobierno ruso la agravรณ hasta un punto insostenible.
Para contabilizar el faltante real, hay que sumar las producciones de Rusia a las que dejaron de fluir desde Ucrania. De ese modo, las cifras crecen: Ucrania exportรณ en 2021 el 12% del total mundial de trigo, pero con Rusia suman el 29% de la oferta global. Lo mismo sucede con el maรญz, que al unir la producciรณn de ambos paรญses se eleva del 16% al 19%, y con la cebada, que del 18% de Ucrania se eleva al 31% global considerando la producciรณn rusa. Y con el aceite de girasol, uno de los componentes bรกsicos de la alimentaciรณn occidental: sacar a Ucrania de los mercados restรณ el 50% de la disponibilidad global, y el cierre de Rusia, lo elevรณ al 78%.
Asรญ pues, Putin doblรณ la apuesta alimentaria. No se contentรณ con invadir Ucrania y poner en jaque sus exportaciones de alimentos: ademรกs, cerrรณ las de Rusia y enervรณ la crisis alimentaria que ya comenzaba a gestarse.
Ello se suma a otras decisiones que impactan de igual manera. Rusia anunciรณ que hasta septiembre tampoco venderรก al exterior sus fertilizantes, que cubren 16% de la demanda mundial. Los de Ucrania representan una proporciรณn menor, pero sus plantas de producciรณn estรกn en su mayorรญa en la zona de guerra del Donbรกs. El otro gran productor de la regiรณn, Bielorrusia, encuentra tambiรฉn dificultades para cubrir su 7.8% de la oferta mundial por las sanciones que recibiรณ por su apoyo a Rusia en la invasiรณn y por la subida del precio del gas, vital para transformar la potasa en fertilizantes.
La menor disponibilidad de fertilizantes ya provoca cosechas menores en paรญses que dependen de componentes nitrogenados para cubrir las deficiencias de sus tierras de cultivos. Solo en el caso del arroz, otro componente crucial en la dieta global, se estima que la cosecha serรก 10% menor a causa de ese faltante.
Para complicar aรบn mรกs el panorama, desde mayo el ejรฉrcito ruso iniciรณ una campaรฑa sistemรกtica para destruir la infraestructura de producciรณn agrรญcola de Ucrania. Silos, molinos, elevadores e instalaciones portuarias fueron colocados en la lista de objetivos militares. Al destrozo se le sumรณ el robo de maquinaria agrรญcola que apareciรณ luego en sitios tan lejanos como los campos de Ingushetia.
El otro robo verificado es el de 600 mil toneladas de grano ucraniano. Parte de ese botรญn es enviado a otras regiones por medio de barcos civiles contratados por la armada rusa, que atraviesan el Estrecho del Bรณsforo con la anuencia de Turquรญa. La complicidad del rรฉgimen de Recep Erdogan fue necesaria para que el buque Matros Pozynich, que transportaba trigo ucraniano, llegara a Egipto, en donde fue rechazado por el origen ilegal de su carga. Su รบltima ubicaciรณn fue en el puerto sirio de Latakia, controlado por Rusia. Ese buque es uno de los seis involucrados en el contrabando.
El trรกfico de mercancรญas ucranianas por el Mar Negro estรก bloqueado por los buques de la armada rusa y por la minas colocadas frente a sus puertos. El hundimiento de al menos seis buques graneleros al inicio de la guerra da fe de la seriedad de la amenaza. Y el sistema ferroviario europeo es insuficiente para sacar la producciรณn ucraniana por encima de las 20,000 toneladas diarias, muy por debajo de las 42 millones de toneladas de granos que exportรณ en 2021.
Todo esto confirma que existe una polรญtica dirigida a disminuir la oferta global de alimentos ordenada desde Rusia y que tiene un propรณsito polรญtico, claro que se refleja en las acciones de sus generales en el frente de batalla.
Incluso si se analiza desde la lรณgica econรณmica, el cierre de esas exportaciones no tiene sentido. Rusia necesita reponer las divisas perdidas por la caรญda del 29.6% en las ventas de gas y petrรณleo a la Uniรณn Europea desde el inicio de la guerra. O aprovechar el aumento mundial en el precio de los alimentos para reforzar su ingreso. Incluso podrรญa haber utilizado su oferta de nutrientes para forzar alineamientos diplomรกticos.
Puede argumentarse que el bloqueo del sistema de intercambio SWIFT dificulta la venta de granos y fertilizantes rusos. No obstante, tal bloqueo se limitรณ a un grupo de bancos y no afectรณ las ventas de gas, ni es un impedimento para que Moscรบ cierre acuerdos bilaterales para exportarlos. De nuevo, si no se venden es por una decisiรณn polรญtica tomada al comienzo de la guerra. Y el contrabando de granos ucranianos a travรฉs del Bรณsforo confirma que la voluntad exportadora puede resolverse con una facilidad.
El 19 de mayo, el gobierno ruso anunciรณ que desbloquearรญa la exportaciรณn de alimentos ucranianos si Occidente relajaba las sanciones contra su economรญa. Fue la respuesta al llamado de David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, que le reclamรณ el fin del bloqueo a los puertos de Ucrania sobre el Mar Negro.
Aquella declaraciรณn dejรณ en evidencia la extorsiรณn. No bastรณ con poner un cepo militar al agro ucraniano. Se reforzรณ con el cierre de sus exportaciones y terminรณ de consolidarse con un alza de precios que llevรณ el precio de nutrientes a valores inalcanzables para muchos paรญses que importan los nutrientes que consumen, la mayorรญa en situaciรณn econรณmica critica por la disminuciรณn de sus economรญas y a la caรญda de sus monedas desde la pandemia.
No son pocos los paรญses que dependen de la importaciรณn de alimentos en un grado considerable. Venezuela importa 76% del alimento que consume; Afganistรกn, 85%. En casi todo el mundo, la porciรณn del total de importaciones que corresponde a alimentos se ubica entre 20% y 40%, con extremos como Guinea Bissau en 51%, y Eritrea en 46%. Otros dependen directamente de los paรญses en guerra. Egipto compraba 70% de su trigo. Lรญbano, 50%. Kazajistรกn, Armenia y Mongolia compran 98% de su trigo a Rusia.
Cobra sentido entonces hablar de una extorsiรณn rusa con la hambruna. Los stocks de granos se agotan y hay 44 naciones de alta dependencia frente a las importaciones para alimentar a su poblaciรณn, que no pueden esperar al fin de la guerra. La agitaciรณn polรญtica que suele acompaรฑar al hambre afectarรก a todo el mundo y puede iniciar una serie de conflictos concatenados y migraciones masivas que harรกn que la guerra de Ucrania sea solo un episodio en una crisis mundial de consecuencias impredecibles.
La apuesta de Putin por los Juegos del hambre no tendrรก ganadores, habida cuenta que las escalas del nuevo desafรญo superan en mucho los confines del escenario donde transcurriรณ el Holodomor. Ya no son dos naciones, sino 192, de las cuales la mitad dependen del regreso de la normalidad del mercado internacional de nutrientes para un hecho tan sencillo como alimentarse a diario.
Putin sueรฑa doblegar a Occidente y que le admitan la anexiรณn del este ucraniano. Habrรก que ver si su hambre territorial le gana a la hambruna que busca provocar para lograrlo.
Escritor y periodista argentino.