¡ainomás palgasto!

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LA PAREJA EXPRESIDENCIAL

Noposí (me dice el Taxista Filósofo mientras trata de torear a los toreros de la informalidá que apretadamente pululan por las densas, las lentas, las estruendosas calles céntricas de Esmógico City), lo que sea de cada quien, mi buen, ora sí que la Pareja Expresidencial como que no se midió en lo que podríamos llamar capacidad de convocatoria de las trompetas de la fama y de la difama… o sea que esa cuata y ese cuate, don Fox y doña Sahagún, habrán ya dejado de sentarse juntitos y pegados en la Silla Número Uno del País desde donde todo un sexenio sonrieron derramando su patermaternidad o más bien materpaternidad política sobre nosotros el mero ciudadanaje… pero lo que orita estamos viendo con chicos ojotes que se ha de comer la tierra es que no se resignan a, como creo que cultamente se dice ¿no?, abdicar de su estrellato nacional, porque aquí según el parecer de su atento y seguro servidor yo digo que el que se acostumbra a las dulcísimas mieles del poder y de la popularidá como que ya no se acostumbrará a dejar de paladearlas ni aunque lo piquen los canijos aguijones de la pública opinión, y es que ¿a poco no?, por algo aquel lindo y sabio bolerito estremecedor del sano corazón popular que a la letra sentenciaba profundamente aquello de “Vanidá, hasta dónde nos vas a llevar”… y órale que el Fox y la Martita se extrapublicitan en las lujosas páginas creo que cuché de la revista esa Quién que ha de ser como el facsímile de la tal Who que es el mero escaparate de los gringos chorromillonetos y jáilaif, yo digo pues, y que se ponen los palomos expresidenciales a todo color en su palaciego rancho que es como si dijéramos su versión a lo mécsican estail del Xanadú del Cítisen Kein, y ahí están todo amorosos y glamorosos nomás para que tengamos, yo digo, ¿no?, una imagen de la felicidá y pongamos chicos ojotes de estar viendo tanta y cuánta magnificencia, y tanta y cuánta lujosidá… y ora que los opinadores públicos andan preguntando quesque por qué y qué necesidá de tanta ostentosidá, a mi humilde parecer yo creo que no hay motivación para armar tanta bronca y tanto pedo, hay que aceptar que errar humanunés, y tomarlos como son, pues así son ellos de grandiosos y generosísimos, y la mera verdá, aunque sí ahí nomás están pecando de vanidá que quién sabe hasta dónde los va a llevar, hay que saber ver el buen lado, el lado positivo de la realidá, y apechugar con alegría, y en lugar de estarlos criticoneándolos con mesquindá y rencorosismo debiéramos sentirnos orgullosos y muy honrados de tener tan esplendorosos íconos (o híconos, o iconos, o como se diga) de la mexicanidá acendrada y pictórica y nacionalísima que ellos tan notable y notoriamente representan y difunden como los ilustrísimos de la mejor jáilaif del mundo y de las mejores familias de la internacionalidá y la socialité, como que dijéramos que no hay que ser rencoroso y que mejor nos quitamos de envidias y discolerías, o… ¿qué no, mi buen?… Noposí.

Foto La Crónica de Hoy

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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.


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