Fabricio Cendrón me ha preguntado por Internet “qué sé” de la palabra albur y de los muy diferentes significados que tiene en algunos países de Latinoamérica. Me he puesto a buscar en mi caos librario y he aquí lo que puedo decir:
Siempre me ha intrigado que, en efecto, esa palabra albur, signifique, según el DRAE, acepciones tan distintas como (en este orden) las siguientes:
a) mújol (pez teleósteo),
b) juego de cartas,
c) contingencia,
d) azar,
e) juego de palabras de doble sentido,
f) mentira o rumor o infundios,
g) arranque (en el sentido de irse precipitadamente de algún sitio),
h) periodo final de la realización de una tarea,
etc.,
Y sobre todo me pregunto por qué, de las acepciones que podríamos considerar temáticamente relacionadas con albur, vino a resultar en México la acepción e), es decir ese combate oral, generalmente tabernario o “cantinario”, en el que se compite en emitir una palabra o una frase que, por su doble o triple sentido, resulten en una provocación para que el adversario responda y continúe el juego. (Un juego o un combate mexicanísimo, lo he presenciado muchas veces y aun jugado más de una, y sé que puede empezar, digamos, como una amistosa justa deportiva y derivar a una bronca de gallitos que se atacan con espolonazos verbales muy frecuentemente alusivos a la progenitora o a la sospechable virilidad del ya no mero adversario sino súbito enemigo.)
De albur nació el verbo alburear, que en Honduras alude a engañar, en Costa Rica a confundir o atontar o ¡“sentirse atraído por alguien o algo”! y en México a jugar o combatir diciéndose albures.
Lo curioso es que el sapientísimo Joan Corominas nos haga saber que el albur es algo que en principio, y en el principio, nada tenía que ver con la mencionada ristra de significados y nos lleva a Bura, una antigua ciudad del Peloponeso entre las doce que formaban la Liga Aquea y situada al sudoeste de la de Hélice (ciudad que, como se verá, para Corominas era de Egipto):
ALBUR ‘pez de río semejante al mújol’ 1330, de donde ‘carta que saca el banquero y que puede hacer ganar a éste o al jugador’ (por una comparación propia del juego del monte, con lo que saca del río el pescador), fin S. XVI, y luego ‘contingencia a que se fía el resultado de una empresa’. Del ar. bürî, ‘pez albur’ (vulgarmente bûri), deriv. del nombre de la ciudad egipcia de Bura.[ J. Corominas, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Gredos, 1973.]
Pero todo esto, amigo Fabricio, solo demuestra, si algo, que no hay una palabra que no sea infinita, que no lleve a otra palabra, y a otra, y a otra, y… así sucesivamente, a pérdida de vista.
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.