Amor y leninismo

La destitución del número tres de Podemos en mitad de una crisis interna en el partido ha coincidido con una carta de Iglesias a la militancia titulada "Defender la belleza". 
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Nada hay más insensible que un hombre sentimental, escribió Milan Kundera. Cada pocos días hay ejemplos de la pertinencia de la frase del autor de La broma: el de esta semana es el cese de Sergio Pascual, número tres de Podemos, motivado por las discrepancias entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, y la carta que Pablo Iglesias envió a los círculos y la militancia de Podemos bajo el título “Defender la belleza”.

En apariencia, la carta pretendía negar una crisis obvia y evidenciada por la destitución de Sergio Pascual horas después. Iglesias también pretendía animar a los suyos, tras la decepcionante actuación del partido después las elecciones y el comportamiento amateur de su secretario general en el debate de investidura.“Nacimos para cambiar el curso de la historia social y política de nuestro país, para devolver la dignidad a nuestro pueblo, para tomar la palabra y, le pese a quien le pese, hemos dado enormes pasos”, decía Iglesias. Podemos son la “gente” y la encarnación de la “patria”, pero también son un grupo pequeño y acosado por los poderosos. Pese a los ataques, en las recientes elecciones del 20D “la gente nos empujó y la belleza de David se abrió paso en forma de remontada”, decía Iglesias. Son especiales:

Rafael Mayoral afirmó una vez que a nosotros nos brillan los ojos cuando hablamos de ciertas cosas. Nuestros adversarios no soportan esa belleza. No soportan que nos emocionemos. No soportan que la mujer que -a punto de romper en llanto– llamó criminales a los banqueros en el Parlamento sea hoy la alcaldesa de Barcelona. No soportan que nuestras sonrisas, nuestros besos y nuestros abrazos sean de verdad. No soportan verme fundido en un abrazo con Juan Carlos Monedero, porque no pueden entender que nosotros tomamos decisiones políticas (duras a veces) sin traicionarnos. [Las cursivas son mías; la cursilería suya.]

También decía Kundera que la nostalgia se expresa con especial intensidad en la primera juventud. Apenas unas semanas después de la constitución de las Cortes o del beso a Domènech, Iglesias convertía esos episodios recientes, escaramuzas tácticas de guerra cultural más que ejemplos de alta política o verdadera transformación, en un momento teñido de épica y nostalgia, como la declaración de amistad eterna de un adolescente:

Los abrigos en los escaños (el primer día desconocíamos que había un lugar fuera del hemiciclo para dejarlos), el beso y el abrazo emocionado a Xavier Domènech cuando le escuché acabar su intervención con los versos de Els Segadors, las promesas de las diputadas y los diputados que no pudieron acallar los abucheos de los viejos partidos (no podían entender que, para nosotros, prometer críticamente la Constitución no era un trámite sino un homenaje a la gente), las verdades a la cara desde la tribuna parlamentaria… Todo eso nos hace dignos. No perdamos esa belleza. Pues esa belleza, nuestro brillo en los ojos, es la fuerza de Podemos, y está por encima de la habilidad y la capacidad de cálculo de cualquiera de nosotros.

La carta combina el mensaje de refuerzo positivo con un narcisismo característico: la reiteración de los mejores momentos de Iglesias como en un programa de repeticiones televisivas y la exhibición de las emociones. Al mismo tiempo, es una reivindicación: un intento de apropiación de todo el movimiento por parte del líder. Iglesias señala que “no quiero acabar con un saludo, sino diciéndoos que os quiero” y firma como “vuestro secretario general pero, ante todo, vuestro compañero”.

Como señaló Oscar Wilde a propósito de la muerte de la pequeña Nell, se necesita tener un corazón de piedra para no reír ante el mensaje, cuyas imágenes y lenguaje ha empleado también la portavoz de Podemos en el Congreso de los Diputados. Pero la carta es la justificación edulcorada de un golpe de autoridad: Iglesias ha destituido a un hombre próximo a Errejón y además ha asumido sus funciones. Sugiere una dureza proporcional a esa cursilería, que se observa en el comunicado emitido por Podemos tras la destitución de Sergio Pascual, donde se decía: “Agradecemos el buen trabajo realizado, pero los últimos acontecimientos dan muestra de una gestión deficiente cuyas consecuencias han dañado gravemente a Podemos en un momento tan delicado como es el proceso de negociaciones para conformar un Gobierno del cambio”.

La combinación de la aspereza del comunicado y el tono de la carta recuerdan otra frase de Kundera: “La necesidad de kitsch del ‘hombre kitsch’ (Kitschmensch): es la necesidad de mirarse en el espejo del engaño embellecedor y reconocerse en él con emocionada satisfacción”.

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Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) es escritor y editor de Letras Libres. Su libro más reciente es 'El padre de tus hijos' (Literatura Random House, 2023).


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