Bienestar a la vista

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El Lic. Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ciudadano que se considera el presidente legítimo de México, descendió el domingo del Sinaí con un decálogo que presentó en la Plaza de la Constitución ante 50 mil personas, sus legisladores particulares incluidos.

AMLO anunció haber “llegado a la conclusión” de que México se encuentra en manos de “una oligarquía integrada por traficantes de influencias y políticos corruptos que se han hecho inmensamente ricos y tienen secuestradas a las instituciones constitucionales”. Esta oligarquía, cuyo regente es Carlos Salinas, tiene como objetivos “el traslado de los bienes del pueblo y de la nación a particulares nacionales y extranjeros”, “conspirar contra la paz pública y la estabilidad social” y en suma “arruinar al país y desgraciarnos a todos”.

Hasta ahí las malas noticias.

La buena es que la salvación está próxima, para ser precisos, en el año 2012 a más tardar. Ese año, AMLO ha ordenado que derrotará en las elecciones a Enrique Peña Nieto, que es el candidato de la oligarquía saqueadora. Para impedirlo, “recuperar democráticamente el Estado” y ganar las elecciones, AMLO adelantó un proyecto de gobierno con diez puntos:

1) Ordenará que regrese al Estado el control de los recursos naturales (minería, petróleo e industria eléctrica); 2) ordenará “que hayan todos los canales de televisión o estaciones de radio que sean técnicamente posibles” para democratizar así los medios masivos de comunicación; 3) ordenará una “nueva política económica que debe ser conducida por el Estado sin la ingerencia de gobiernos extranjeros y de organismos financieros internacionales”; 4) ordenará el fin de los monopolios en las áreas del cemento, la telefonía, la electricidad y la banca; 5) ordenará el fin de los privilegios fiscales que están en práctica desde que hubo “un pacto secreto” entre Luis Echeverría y “el poder económico”; 6) ordenará de que a la política la rijan “un imperativo ético” y una “austeridad republicana” recordando a los políticos que el poder “sólo tiene sentido y se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás”; 7) ordenará que cese la corrupción en el sector petrolero, que se repongan las reservas, que se invierta en exploración y que se construyan tres grandes refinerías para “ya no vender ni un solo barril de petróleo crudo al extranjero”; 8) ordenará que el país produzca lo que come y deje de importar alimentos; 9) ordenará que aparezca un “Estado de bienestar” que dará protección “a los pobres, a los débiles y olvidados ante la desigualdad social, la incertidumbre económica y otras calamidades”, dará “pensión universal para los adultos mayores”, dará becas a “todos los discapacitados pobres” y dará atención médica y medicinas gratis a los mexicanos que carezcan de seguridad social.

De este modo, cuando ya todo México disfrute de bienestar, AMLO ordenará que reaparezca la tranquilidad y desaparezca la inseguridad pública.

El último punto el decálogo es que hay “una nueva corriente de pensamiento”, que estará “sustentada en la cultura de nuestro pueblo, en su vocación de trabajo y en su inmensa bondad”. Esta nueva corriente de pensamiento consiste en que AMLO ordenará que se acaben “el predominio del dinero y el afán de lucro” y se restauren “la dignidad, la verdad, la moral y el amor al prójimo”.

Acto seguido, AMLO preguntó al pueblo si estaba dispuesto a “llevar a cabo esta revolución de las conciencias”. El pueblo contestó que sí.

Para terminar, repartió varias toneladas de panes y peces que iba sacando de una canastita.

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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