La supremacía USA es evidente. Ejerce sobre el mundo tres poderes: duro, económico y blando. El poder blando lo acuñó y lo explica en sus libros Joseph S. Nye: es seducción cultural. Los otros dos son efectivos: bombas, tecnología, dinero. El cuarto poder sería la información, desde el espionaje clásico a la vigilancia generalizada o panóptico interior, lo que ha desvelado Edward Snowden. La vigilancia ha sido más rudimentaria en momentos anteriores: a Gabriel García Márquez le monitorizó el fbi durante 24 años (hay todavía 133 páginas clasificadas). A Luis Buñuel le vigilaron durante 31 años. Los archivos desclasificados están en la web del fbi. Luis Buñuel fue acogido en México cuando tuvo que dejar Estados Unidos por la caza de brujas y por cómo lo mencionaba Dalí en sus memorias, pero siempre manifestó su admiración por USA.
El cantautor, escritor y político José Antonio Labordeta, en sus primeros conciertos en los años setenta, reconocía siempre al agente de la dictadura que acudía a redactar sus informes: Labordeta bromeaba con que el poli infiltrado era su público fiel, el que nunca faltaba en las últimas filas. Los tiempos han cambiado. Facebook ha anunciado que comunicará a sus usuarios si sospecha que alguna agencia está vigilando sus cuentas. Todos somos Gabo, Labordeta, Buñuel.
Estados Unidos debate en cada momento histórico si debe aplicar más los poderes duros o los blandos, si debe ensimismarse o ejercer la tutela global; es un debate permanente, abierto, que interesa a todo el mundo, que va a sufrir y/o disfrutar las consecuencias. El mayor poder es la seducción, y sus palancas son el éxito, el optimismo, la capacidad de seguir inventando y la confianza. Octavio Paz menciona al principio de El laberinto de la soledad la “confianza en la bondad natural de la vida, o en la infinita riqueza de sus posibilidades” del pueblo estadounidense.
USA ganó la Guerra Fría aplicando los tres poderes y se quedó sola de líder. USA encarna el capitalismo, es su máxima expresión, para lo bueno, para lo malo y para lo regular: son indisolubles. La crisis que todavía colea afecta a la credibilidad y a la confianza de la metrópoli. Si hay crecimiento, hay liderazgo; si no, todo se tambalea. El problema de quedarse solo desde la caída del muro es que se quedó sin competencia, que es la esencia del capitalismo (el monopolio es visto como un fallo, al menos por el que no lo tiene). Ambos indisolubles, USA y el capitalismo, se lanzaron a un monopolio mundial que ha desembocado en el multicrack del 2008 y sus secuelas.
Se puede pensar que la propia capacidad del sistema USA-capitalismo para estimular o propiciar la competencia engendró o ayudó a crecer a sus nuevos enemigos/competidores: el terrorismo islamista y la crisis subprime. En todo caso ha surgido un mundo complicado, multipolar, en el que no hay un solo rival y en el que el liderazgo (moral) de USA está muy cuestionado. El liderazgo solo puede ser moral: corresponde al poder blando en el sentido más estricto de la palabra, lo demás es mero poder, necesario pero no suficiente.
Hay un vídeo en YouTube de Arcadi Espada en el que el periodista explica el antiamericanismo en el periodismo español, y está el libro de Jean-François Revel, La obsesión antiamericana (en la web). Dice Espada: “Yo les aseguro, después de treinta años en las redacciones periodísticas españolas, que si hay un rasgo que podríamos llamar indeleble […] es el antiamericanismo. […] Este antiamericanismo, a mi juicio, solo es comparable al de otro sector de la población pensante, que son los maestros.”
Para ganar la Guerra Fría fue importante el conjunto de iniciativas que engloba la expresión Guerra Fría cultural, que incluyó la subvención a revistas como The Paris Review y programas de actividades para combatir el atractivo, durante muchos años irresistible, del comunismo. Ahora Estados Unidos necesita aumentar ese poder blando. Pero no basta con simple propaganda o con subvenciones a iniciativas culturales: en la era de las redes el poder de seducción pasa por creerse la propia narración, la propia bondad y la del sistema, que a su vez tiene que ser menos “canalla” –por el ensayo de César Rendueles– y menos “monopolístico” de sí mismo. Menos sistémico: el capitalismo, para ser coherente consigo mismo, necesita competencia, tensión.
La sugerencia a USA para que reavive su liderazgo en esta temporada es que se comporte según las actitudes que le adjudica Paz en su ensayo y que lo ejerza también, o especialmente, en la modalidad blanda. Cerrar el oprobio de Guantánamo, tal como prometió Obama, ayudaría.
La sugerencia concreta es aprovechar las redes sociales –las actuales y las próximas– para que USA ofrezca a todos los ciudadanos del mundo una especie de ciudadanía virtual estadounidense. Una ciudadanía que permita votar en las elecciones aunque (de momento) no cuente. Una ciudadanía de opinión que sería de gran utilidad ya que se podría preguntar a menudo, a diario, por toda clase de cuestiones, como una encuesta permanente. Esta ciudadanía mundial en red evidenciaría la importancia que tiene cada persona del mundo para Washington y, al mismo tiempo, proporcionaría mucha información de primera mano para saber qué piensa el mundo de sí mismo y del líder, que así podría seguir siéndolo unos años más. Por supuesto, las respuestas, opiniones y sugerencias estarían en el acto al alcance de todos. Lo sistémico debería ser la persona. Quizá esta propuesta ayudaría en ese largo camino. Y mejoraría la percepción que el mundo tiene de Estados Unidos. Con el tiempo, esa ciudadanía virtual podría ser real. ~
(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la página gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).