Ilustraciรณn: Alejandro Magallanes

Diario de viaje

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5 de junio. Una selecciรณn de pรกginas de diario, inรฉditas. Unos quince mil caracteres, incluidos los espacios. Las pausas cuentan, determinan la relativa identidad de las palabras, una identidad (significado) alterada por el lugar que ocupan en la frase. ¿Como las secuencias de bases en el adn (acgt)? Combinaciones, alteraciones, identidad. Los primeros diarios, de niรฑez o adolescencia, marcados por el enigma del quรฉ y quiรฉn soy. Torrencialidad de asociaciones o pausas signadas por la angustia. Dije que enviarรญa esas pรกginas para Letras Libres, pero acabo de publicar Estaciรณn de cercanรญas. Diario 2012-2014 (Ed. Fรณrcola), y no he vuelto a escribir nada en ese gรฉnero. No habrรก selecciรณn sino que serรก como escribir directamente sobre las pรกginas de la revista. Diario jazz. Exposiciรณn por acercamiento a la frontera.

Los telรฉfonos mรณviles han inventado, entre otras cosas, una suerte de diarios hablados, debido a que la gente narra sus pequeรฑos movimientos cotidianos. Voy ahora mismo en el tren Madrid-Lleida y ya he oรญdo varias narraciones relativas a la salida del tren y otras anรฉcdotas intrascendentes. No es el diario de Samuel Pepys, es la banalidad socializada. Los sofisticados y polimorfos medios de comunicaciรณn actuales, al alcance de cualquier occidental, tienden a abolir los espacios vacรญos, los entres, las pausas, arrasados por la comunicaciรณn convertida en lo Necesario. Es, en parte, una nueva tiranรญa de perfil adolescente: la necesidad comunicativa de corriente continua, hiperreal, apoyada en sรญ misma, en su propio movimiento a cuyo fin (la pausa) se revela la futilidad y la nada. No la nada con la cual debemos jugarnos nuestra existencia, sino la nada que, sin saberlo, creamos. Una nada suscitada por el ruido. Necesitamos una รฉtica del habla, de la comunicaciรณn. Los espacios vacรญos cuentan.

Humildad del diario: el acento puesto en “esto”, en “ahora”. Su orgullo: dotar a este ahora de una cierta vitalidad, capaz de perseverar (en el lector) maรฑana. Un diario es un testimonio, de los movimientos del yo, de los acontecimientos de una guerra, de un hecho polรญtico, social, familiar. En cualquiera de los casos, el diario estรก medido por la crรณnica, por la inclinaciรณn hacia el acento temporal. Todo diario se compadece con lo que pasa, es su reino y su miseria.

7 de junio. Recoger un premio, en muchas ocasiones, es asistir a una acumulaciรณn de malentendidos. Hay alguien que de verdad se ha leรญdo la obra; otros que, por azares del procedimiento, se ven arrastrados en la votaciรณn. Autoridades que aplauden lo aplaudido, que se aplauden al aplaudir, con la mejor, sin duda, de las intenciones; periodistas que hacen maravillosas preguntas peregrinas. Y, fielmente, el autor, ayudado por el vino del lugar, acaba dudando en voz alta, para desconcierto de los asistentes, de la mayor parte de los literatos.

¿Por quรฉ se inicia un diario? Hay razones psicolรณgicas, profesionales, literarias incluso, pero tienen poco que ver con lo que lleva a escribir una novela. No se trata de inventar o de inventarnos. Julien Green comienza su valioso diario, el 9 de abril de 1926, asรญ: “Este dรญa que me parece sin interรฉs hoy me parecerรก muy distinto, en uno o dos aรฑos, cuando yo relea esta pรกgina.” Casi veinte aรฑos despuรฉs lo cierra como si aรบn estuviera respondiendo a lo mismo: “La visiรณn de una gota de agua sobre un hilo de hierro me hace pensar sin fin y sin ninguna razรณn en mi infancia, en el mundo, en no sรฉ quรฉ. Asรญ me ocurre con muchas de las cosas que veo y que son punto de partida” (Oeuvres Complรจtes, vol. iv).

9 de junio. En el aeropuerto de Barajas. He llegado con mucha antelaciรณn y decido tomarme un bocadillo con un botellรญn de cava, bien frรญo. En el restaurante observo a una pareja, un poco oculta. Ella es una joven de actitudes muy cariรฑosas, dirรญa incluso que sensibles. Puede que tenga unos treinta aรฑos. ร‰l, un hombre gordo, calvo, con pantalones cortos. Calculo que tendrรก unos sesenta y cinco aรฑos. Sus movimientos son lentos, de alguien muy tranquilo. Parece sentado sobre su propio cuerpo. Ella estรก girada hacia รฉl y le hace carantoรฑas, como seducida, enamorada, apoyando la cabeza de vez en cuando sobre su hombro. En un momento dado, รฉl coge la mano de su compaรฑera y traza con el รญndice gordezuelo lรญneas sobre su palma, y ella parece encantada, expectante. Lee la mano. ¿Le habla de ella o de ellos? Por sus movimientos, yo dirรญa que รฉl es melancรณlico; ella, soรฑadora y entusiasta. Creo que se conocen de hace poco. Finalmente se levantan, cogen sus bolsas y maletas y se dirigen hacia donde yo estoy, a unos veinte metros de su mesa. Al pasar junto a mรญ observo que ella tiene unos cincuenta aรฑos, quizรกs algo mรกs. Ah, caramba, ¿desde cuรกndo no me reviso la vista? ¿Y por quรฉ solo acertรฉ en la edad de รฉl? ¿De cuรกntas experiencias no podrรญamos decir lo mismo? Cambiar de gafas, cambiar de opiniones, de juicios, de prejuicios, de hรกbitos perceptivos.

11.582 m de altura. Velocidad: 859 km/h. Difรญcil acostumbrarse al espectรกculo de estar por encima de un archipiรฉlago de nubes, blancas, con un azul mar de fondo, el Atlรกntico. Impactante pensar que el hombre, hasta hace poco mรกs de cien aรฑos, no se habรญa separado de la tierra jamรกs. Ahora volamos subidos a algo, o con algo, aviรณn o ala delta. O los cohetes espaciales. Ver la tierra redonda desde el espacio. Todo tiene mรกs sentido en esta diรกfana correspondencia a fuerza de olvidar todo lo demรกs.

Miami, 12 de junio. Presentaciรณn hoy, en el Centro espaรฑol, del dosier de Cuadernos sobre la cultura cubana en Miami, con el poeta Orlando Gonzรกlez Esteva y Gerardo Fe. Orlando, viejo amigo, llegรณ a Miami con sus padres a los doce aรฑos, y lleva cincuenta aรฑos aquรญ. Gerardo Fe, nacido en 1971, narrador y ensayista, saliรณ de Cuba hace cinco aรฑos, primero viviรณ en Ecuador y desde hace dos aรฑos vive en Miami. Orlando perdiรณ su infancia, dejada en la isla, aislada por la Historia. Ya solo acudirรญa a Cuba y a su infancia a travรฉs de la poesรญa y de la mรบsica. Gerardo ha crecido y se ha formado con la polรญtica de la dictadura castrista, con padres que han creรญdo y creen en la “revoluciรณn”, y รฉl es un disidente que no cesa de explorar y espiar lo que el totalitarismo revolucionario ha inculcado a tantos, la palabra traiciรณn. Hablamos sobre la estigmatizaciรณn del exilio cubano en Miami, cerca de Cuba, en una zona turรญstica y siendo el paรญs capitalista por antonomasia (pero tambiรฉn el paรญs democrรกtico mรกs viejo). Siempre, ante los ritos ideolรณgicos de la izquierda marxista latinoamericana y europea, se ha tenido que hacer perdonar su exilio (esa ha sido la exigencia), y a muchos de ellos no se les ha perdonado que sean conservadores, como si la democracia no fuera la posibilidad de la variedad ideolรณgica bajo el amparo y el respeto de la constitucionalidad democrรกtica. Asรญ que reconocer que los cubanos residentes en Miami han huido de una Cuba en la que no podรญan vivir, en la que no se podรญan expresar o actuar como cualquier ciudadano libre, es un acto de justicia.

13 de junio. Una dictadura que ha durado tantos aรฑos como la castrista produce en el exilio, que ha sido enorme, en los que aรบn sobreviven, la imposibilidad de volver. No hay tal lugar. El paรญs ha cambiado, en parte estรก envilecido, y la mayor parte del exilio ha envejecido. ¿A dรณnde volver? Muchos que han vivido dentro de la isla en alguna medida se hicieron pรญcaros para sobrevivir, delataron obligados por la estructura cerrada del comunismo, se acostumbraron a engaรฑar porque, aunque muchos defendรญan la revoluciรณn, la sabรญan ilegรญtima, viciada en su origen, negadora de los beneficios elementales y de la mรญnima transparencia. De ahรญ que engaรฑar al rรฉgimen haya sido lo mรกs normal debido a que se hace en defensa propia. Por otro lado, ¿cรณmo no ver que los exiliados viven mejor que ellos? ¿Por dรณnde salir? Solo el olvido y la huida hacia adelante. ¿Pesimismo? Tal vez, pero es que no es posible la restituciรณn. Solo es posible la adaptaciรณn y la invenciรณn desde lo que hay: una reinvenciรณn de la ciudadanรญa cubana, cuyo imaginario ya comienza a formarse en algunos novelistas y poetas. No niego que la visiรณn histรณrica y el anรกlisis de lo ocurrido sean inexcusables: no se puede ignorar el pasado. Tal vez esa sea la รบnica modificaciรณn del mismo, porque el exilio lleva consigo la imposibilidad de volver al lugar. No existe.

15 de junio. “Observar es buscar diferencias entre cosas similares. Comprender es encontrar similitudes entre cosas diferentes” (Jorge Wagensberg). Este adagio no solo vale para el filรณsofo y para el cientรญfico sino que es altamente aprovechable para el viajero, y es un desafรญo mayor para el turista, que suele encontrar demasiados parecidos en lo que ve, y demasiada diferencias cuando compara.

16 de junio. El sentimiento de que es demasiado tarde es real pero carece de verdad, salvo si pensamos que es demasiado tarde desde el principio. Y sin embargo…

Para lo que siempre es tarde es para lo completo, para la totalidad. Un diario es, entre otras cosas, la huella de lo fragmentario, de lo parcial, trozos, como pasos por un camino cuya direcciรณn se presenta, incluso cuando se nos muestra terminado, enigmรกtica.

“La vida buena –escribe Bertrand Russell– estรก inspirada por el amor y guiada por el conocimiento.” Habrรญa que aรฑadir que ese conocimiento lo ha de ser tambiรฉn de nuestros afectos, de nuestra sensibilidad, sin lo cual el amor carece de formas y el conocimiento es solo ciencia. Tropiezo con otra frase suya con la que concuerdo absolutamente: “No me gusta la palabra absoluto. No creo que haya nada absoluto.”

Planeta es palabra que viene del griego y significa vagabundo o errante, algo que no deberรญamos olvidar. Al mismo tiempo, pensaban que las estrellas estaban fijas en el cielo, tal vez imagen de una eternidad inmรณvil.

Se habla mucho de mundos virtuales como si fuera una novedad, pero en realidad el mundo como virtualidad estรก vinculado a nuestra supervivencia como especie y al desarrollo de nuestra evoluciรณn. Somos seres mediados por lo imaginario. Incluso un diario es una suerte de metรกfora del tiempo como cronologรญa y como kairรณs.

¿Quรฉ es lo que realmente importa? Que haya alguien del otro lado.

30 de junio. Camino de Moscรบ (por el aire). Hoy es el aniversario de Boris Pasternak. Y ayer falleciรณ Primakov, sin duda en otro orden histรณrico. Pasternak escribiรณ una de las mรกs bellas –con imperfecciones y todo– novelas de amor del siglo xx. Siempre que pienso en El doctor Zhivago, veo algunas imรกgenes del filme de David Lean, esa luz de los Urales, que en realidad es de Soria.

3 de julio. Estuve en la casa de Tolstรณi, en Moscรบ (รฉl la habรญa abandonado hace tiempo, incluso huyendo, no de esta sino de la casa de campo en Yรกsnaia Poliana): recorrรญ todos los cuartos de la planta baja, y de la primera planta, el jardรญn, y observรฉ su mesa de trabajo con algรบn temblor. Desde la puerta (no se puede pasar) alarguรฉ la mano hacia la mesa, en un rito evocador de inspiraciรณn, tantรกlico. Sonรณ la alarma, como si la musa se hubiera escandalizado. Tatiana Pigariova, Ariadna de muchos laberintos, me hizo una foto en el quicio de la puerta de entrada a ese cuarto de trabajo en el que la historia, la ficciรณn y la moral (en realidad todo esto, para ser, ha de ser imaginario) mantuvieron batallas memorables. Recordรฉ la visita, hace ya muchos aรฑos, a la casa de Goethe en Weimar, y sobre todo a su estudio, en la planta baja, tambiรฉn dando al jardรญn posterior de la casa, y la emociรณn cuando alguien me dijo, seรฑalando un mueble, que allรญ guardaba Goethe el Fausto. Mis astros fijos en un planeta errante. Hace casi cuarenta aรฑos, yendo en barco desde el Pireo a Barcelona, una maรฑana, echado sobre la borda, miraba una isla a la que no รญbamos a desembarcar sino de la que pronto nos alejarรญamos. Un oficial, como si hubiera adivinado algo, me dijo seรฑalรกndola: รtaca. No hay forma de llegar, todo fluye entre fragmentos.

5 de julio. En 1605 Cervantes dio a la imprenta la primera parte del Quijote. En 1615 completรณ la obra, lo que supondrรญa la revoluciรณn de la novela moderna. Einstein teorizรณ la relatividad especial en 1905 y propuso la teorรญa general de la relatividad en 1915. La primera teorรญa supone la idea de que el mundo fรญsico no depende de la velocidad de un observador (ademรกs de otras apuestas). Para Cervantes, en su barroco Quijote, el mundo no puede depender de la subjetividad de su libresco personaje. Pero tampoco Sancho tiene del todo la razรณn: la resistencia de la realidad. La obra de Cervantes es un continuado careo –del humor al drama– con lo real. La novela tiene por fin la experiencia de la lectura: es un conocimiento estรฉtico y el proceso radical es la vivencia individual, pero no solo de un individuo. La obra del cientรญfico trata de disminuir al mรกximo la dimensiรณn de experiencia subjetiva en beneficio de la objetividad (aquello que, con elementos iguales, es lo mismo para todos). La obra de Cervantes, y toda obra de arte, es una tensiรณn, nunca resuelta del todo, entre la experiencia estรฉtica y sus significados, que luchan en todo lector activo, verdadero teatro del mundo. La teorรญa de Einstein es comprobable (Arthur Eddington en 1919): el Quijote tiene algo de cuรกntico, pero en el mundo de las grandes proporciones: cada vez que nos parece atrapar su significado, se nos escapa. Su mundo es una perpetua oscilaciรณn, la marea de la vida que solo es susceptible de ser acogida, en su paradoja, con una sonrisa de reconciliaciรณn. ~

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(Marbella, 1956) es poeta, crรญtico literario y director de Cuadernos hispanoamericanos. Su libro mรกs reciente es Octavio Paz. Un camino de convergencias (Fรณrcola, 2020)


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