La ballena enredada en un chinchorro
arrojada por las olas a las piedras,
pestilente, humillada y sin vida
es una imagen enredada.
Uno no se levanta todos los días
con una ballena muerta a su costado,
o una foca asesinada a balazos,
tampoco se levanta de la mesa,
ni de la siesta,
con gente viendo ballenas muertas.
La ballena muerta no aparece en la nota roja.
Como cada día aparecen otros cuerpos.
Aparece en la local o en la primera.
¿Qué se hace?
La viera Melville.
Expulsada del Paraíso.
La arrastran hasta el fondo
y la dejan ir.
Ahí vuelve a descansar. ~
“Se fueron como el agua”, me dijo.
Y recordé
un chorro de luz
resbalando por una escalera.
Un collar de perlas
rebotando en un piso de madera.
Una bandeja de lentejas
en la orilla del mostrador.
Desparramados, todos.
Gotas de aceite en un cazo de agua.
Un frasco lleno de chaquiras,
otro, de lentejuelas.
Arena entre los dedos de la mano.
Retratos rotos.
Una ventana abierta
un rayo de luz
con puntos de polvo en el aire.
Desparramados.
Un vaso de agua cae.
El agua se desparrama.
Se va entre la rejilla.
Como se fueron todos. ~
(Culiacán, 1961) es poeta, autora de Alejándose avanza (FETA, 1993), Del barandal (Ediciones Sin Nombre, 2001), Retrato hablado (Andraval, 2013) y Ni visible, ni palpable (UNAM, 2020). Su poesía se ha traducido a varios idiomas.