En el número 89 de la revista Vuelta, correspondiente al mes de abril de 1984, Gabriel Zaid retomaba una reflexión sobre frases autorreferentes que explicitan su número de letras (“Las quince letras”, por ejemplo) y aprovechaba una observación de Ulalume González de León (Vuelta 88) para hacer un soneto a partir de una restricción análoga. El resultado fue “Las 400 letras”, que reproducimos a continuación (las cifras van indicando el número de letras en cada verso):
Después del soneto, Zaid lanzaba el reto a los lectores/versificadores, instándolos a realizar sus versiones del ejercicio y a intentarlo también con la décima (y con 200 en vez de 400 letras). Varios lectores recogieron el desafío, y en las subsecuentes ediciones de Vuelta (del número 90 al 95) se publicaron los ejercicios que estos lectores propusieron, cada uno de un nivel de dificultad mayor que el anterior (a las limitaciones propias de la décima y a la condición impuesta de las 200 letras, Rogelio Peña Quesada añadió la dificultad de hacer un acróstico, por ejemplo, mientras que Ulalume González de León llegó a proponer un soneto de sólo 37 letras, llevando la restricción al extremo).
Si recogemos aquí los resultados de aquella experiencia, reuniéndolos en un solo documento, no es nada más por afán hemerográfico, sino porque confiamos en que algún lector contemporáneo se sentirá impelido a aceptar el desafío y enviará sus propias versiones del ejercicio a manera de comentarios en esta entrada.
Queda por ver, solamente, si los lectores siguen siendo tan diestros versificadores como hace 26 años.
– La redacción