Ilustraciรณn: Marรญa Titos

Einstein contra Bergson

La teorรญa de la relatividad general โ€“que cumple cien aรฑosโ€“ transformรณ radicalmente nuestra visiรณn del universo, enfrentรณ a dos pensadores brillantes y agudizรณ el conflicto entre ciencia y humanidades.
Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

El 6 de abril de 1922 Albert Einstein detonรณ un debate histรณrico en Parรญs gracias a una frase insรณlita: “El tiempo de los filรณsofos no existe.” Entre el pรบblico se encontraba el filรณsofo Henri Bergson, que habรญa abordado ideas sobre el tiempo en algunos de sus libros, como La evoluciรณn creadora Materia y memoria. Bergson no perdonarรญa a Einstein el comentario y en los prรณximos aรฑos se volverรญa uno de sus peores enemigos.

En esa reuniรณn en Parรญs, ampliamente publicitada, Bergson felicitรณ al fรญsico Einstein por haber descubierto una teorรญa impresionante –la famosa teorรญa de la relatividad–, pero le reprochรณ que hubiera olvidado todos los demรกs aspectos del tiempo que, aunque inรบtiles matemรกticamente, permanecen esenciales para nosotros. Se horrorizรณ al ver una teorรญa cientรญfica que ignoraba por quรฉ unos momentos nos importan mรกs que otros. El crรญtico de Einstein esbozรณ los principios de una cosmologรญa alternativa que no se limitarรญa a la precisiรณn รกrida de la ciencia ni se revolcarรญa en retรณrica vacรญa, por mรกs poรฉtica que esta fuera. Bergson y sus numerosos seguidores serรญan aplaudidos por presentar una nociรณn de tiempo “llena de sangre”.

Cuando, unos meses mรกs tarde, la Academia Sueca otorgรณ el Premio Nobel a Albert Einstein no lo reconociรณ por la teorรญa que lo habรญa hecho famoso, sino “por su descubrimiento de la ley del efecto fotoelรฉctrico”, un รกrea de la ciencia que no llegรณ a sacudir la imaginaciรณn del pรบblico en la medida en que sรญ lo hizo la relatividad. Las razones de esta decisiรณn estaban directamente vinculadas con lo dicho por Bergson ese dรญa en Parรญs. El presidente del Comitรฉ Nobel, Svante Arrhenius, explicรณ que, aunque “la mayorรญa de las discusiones giran en torno a su teorรญa de la relatividad”, esta no merecรญa el premio. ¿Por quรฉ no? La razรณn quedรณ clara esa noche: “No es un secreto que el famoso filรณsofo Bergson ha desafiado esa teorรญa.” Bergson –que ganarรญa el Premio Nobel de Literatura en 1927– habรญa demostrado que determinar la validez de la teorรญa de Einstein “encumbraba la epistemologรญa” mรกs que la fรญsica y, “por lo tanto, ha sido objeto de un intenso debate en los cรญrculos filosรณficos”. Sus objeciones en contra de Einstein inspirarรญan a las prรณximas generaciones de pensadores, desde Martin Heidegger a Gilles Deleuze. Los aรฑos que siguieron a su encuentro en Parรญs pueden compararse con una versiรณn incruenta y moderna de las antiguas guerras de religiรณn, pero, en lugar de debatir sobre cรณmo leer la Biblia, los pensadores discutรญan cรณmo leer el despliegue de la naturaleza a travรฉs del tiempo.

¿Quรฉ llevรณ a estos dos pensadores brillantes a adoptar posiciones tan opuestas en casi todas las cuestiones pertinentes de su รฉpoca? ¿Quรฉ causรณ que un siglo terminara tan dividido? ¿Por quรฉ dos de las mentes mรกs grandes de la era moderna no pudieron ponerse de acuerdo sobre el tiempo, dividiendo comunidades intelectuales en los aรฑos por venir?

Bergson era una celebridad mundial, un autor leรญdo por presidentes y primeros ministros, un intelectual comprometido con las causas sociales y polรญticas de su tiempo. Durante las primeras dรฉcadas del siglo XX, su fama, prestigio e influencia superaban considerablemente a la autoridad del fรญsico. En Mรฉxico, en el Ateneo de la Juventud se leรญa a Bergson. Joaquรญn Xirau escribiรณ un libro sobre su vida y obra. En el ensayo “Bergson en Mรฉxico”, Josรฉ Vasconcelos lo describiรณ como “el animador filosรณfico mรกs importante de nuestra รฉpoca”. Alfonso Reyes explicรณ en sus apuntes sobre la relatividad que habrรญa “que reconciliar un dรญa el tiempo fรญsico con el tiempo psicolรณgico y la ‘durada real’ de Bergson, por ahora puesta provisionalmente de lado”.

Esa tarde

Ese dรญa “verdaderamente histรณrico”, Bergson fue incitado a participar en una discusiรณn que รฉl habrรญa preferido evitar. Un colega impertinente, a su vez presionado por el organizador del evento, lo habรญa retado a que hablara. “Somos mรกs einsteinianos que usted, seรฑor Einstein”, dijo Bergson. Sus objeciones resonarรญan con fuerza. “Para todos nosotros Bergson estaba ya muerto –dijo el escritor y artista Wyndham Lewis–, pero la relatividad, por extraรฑo que parezca a primera vista, lo ha resucitado.”

El filรณsofo hablรณ casi media hora. El fรญsico respondiรณ en menos de un minuto con una frase devastadora: Il n’y a donc pas un temps des philosophes.

El filรณsofo continuรณ su refutaciรณn en un libro, Duraciรณn y simultaneidad. El fรญsico, por su parte, se defendiรณ con todas sus energรญas y recursos. En los aรฑos que siguieron, Bergson serรญa percibido como el perdedor del debate. La nociรณn del cientรญfico sobre el tiempo llegรณ a dominar la mayorรญa de las discusiones mรกs doctas sobre el tema. No solo la filosofรญa de Bergson, sino muchos otros enfoques artรญsticos y literarios serรญan relegados a una posiciรณn secundaria y casi auxiliar. Para muchos, la derrota de Bergson representรณ una victoria de la “racionalidad” en contra de la “intuiciรณn” y marcรณ el momento en que se extendiรณ entre los cientรญficos la acusaciรณn de que los intelectuales ya no tenรญan la capacitaciรณn necesaria para contribuir a las revoluciones cientรญficas, cada vez mรกs complejas. Por esa razรณn, algunos argรผรญan que deberรญan mantenerse al margen de la ciencia y los temas cientรญficos deberรญan ser tratados exclusivamente por quienes sabรญan algo al respecto. Asรญ, “bajo el impacto de la relatividad”, comenzรณ “la historia de la derrota, despuรฉs de un periodo de un รฉxito sin precedentes, de la filosofรญa” de Bergson. Su derrota marcรณ el momento en que la filosofรญa empezรณ a perder influencia respecto a la ciencia.

Estos dos hombres dominaron la mayorรญa de las discusiones sobre el tiempo durante la primera mitad del siglo XX. Gracias a Einstein, el tiempo fue “depuesto de su trono” y arrastrado cuesta abajo desde la alta cumbre de la filosofรญa para terminar con los pies firmes en la fรญsica. Einstein nos liberรณ de “nuestra creencia en el significado objetivo de la simultaneidad” y se rio de nuestra fe en un tiempo รบnico y absoluto. “El espacio por sรญ mismo” y el tiempo por sรญ mismo eran dos conceptos “condenados a desvanecerse en las sombras”.

Einstein y Bergson eran opuestos. La nociรณn mecanicista del fรญsico contrastaba con el vitalismo, la idea de que la vida lo impregna todo; al raciocinio se le oponรญa la creaciรณn; a la uniformidad, la personalidad. Mientras que la filosofรญa de Bergson se asociaba con la metafรญsica y el antirracionalismo, Einstein se relacionaba con sus opuestos: la fรญsica, la racionalidad y la idea de que el universo (y nuestro conocimiento de este) permanecerรญa igual y existirรญa a la perfecciรณn sin nosotros. Cada uno representaba un lado de las dicotomรญas mรกs irreconciliables y sobresalientes que caracterizaron a la modernidad. Este periodo se consolidรณ en un mundo dividido entre la ciencia y lo demรกs. Cuando otras รกreas de nuestra cultura, como la filosofรญa y el arte, se comparaban con la ciencia, estas parecรญan estar de sobra.

La fama de estos dos pensadores era envidiable. Sigmund Freud se describiรณ como alguien que no tenรญa la “pretensiรณn de ser nombrado como uno de los intelectuales soberanos” de su รฉpoca “al lado de Henri Bergson y Albert Einstein”.

La victoria de Einstein fue un punto de inflexiรณn decisivo para el filรณsofo: su fama y prestigio estuvieron en juego por la impetuosa jactancia y presunciรณn de un cientรญfico veinte aรฑos mรกs joven. Tambiรฉn fue un momento clave donde se vio cรณmo la autoridad de la ciencia ascendรญa frente a otras formas de conocimiento. En los aรฑos siguientes, el filรณsofo y el fรญsico tomarรญan posturas opuestas en casi todos los temas posibles. Algunas de sus diferencias eran abstractas –la naturaleza del tiempo, el papel de la filosofรญa o el alcance y el poder de la ciencia– y otras mรกs concretas –el papel del gobierno, el lugar de la religiรณn en la sociedad moderna y el destino de la Sociedad de Naciones–. Desde las virtudes del vegetarianismo o las razones que podrรญan justificar una guerra hasta las caracterรญsticas de las diferentes razas humanas y la naturaleza de nuestra fe, nos encontramos con dos hombres que tomaron posturas contrarias en casi todos los debates de su tiempo.

Despuรฉs del encuentro en Parรญs, Einstein insistiรณ en que el filรณsofo no entendรญa la fรญsica de la relatividad. La mayorรญa de los defensores de Einstein estuvieron de acuerdo con esta acusaciรณn; los de Bergson la resistieron de manera enรฉrgica. Bergson nunca reconocerรญa su derrota. Segรบn el filรณsofo, fueron Einstein y sus interlocutores quienes no lo entendรญan.

Una revoluciรณn contra Bergson

La teorรญa de la relatividad rompiรณ con la fรญsica clรกsica en tres aspectos principales: en primer lugar, redefiniรณ los conceptos de tiempo y espacio al afirmar que ya no eran universales. En segundo, demostrรณ que el tiempo y el espacio estaban completamente relacionados; y en tercero, acabรณ con el concepto del รฉter, una sustancia que, se suponรญa, llenaba el espacio vacรญo en el cosmos y los cientรญficos consideraban como un fondo estable tanto para el universo como para sus teorรญas de mecรกnica clรกsica. Combinados, estos tres descubrimientos producรญan un efecto nuevo y sorprendente: la dilataciรณn del tiempo, posibilidad que conmocionรณ de modo profundo tanto a los cientรญficos como al pรบblico en general. En tรฉrminos coloquiales, los cientรญficos describen la dilataciรณn del tiempo como una ralentizaciรณn de este a velocidades rรกpidas y, aรบn mรกs dramรกticamente, como una manera de detenerlo por completo cuando se viaja a velocidades infinitas.

¿Encontrรณ Einstein una manera de detener el tiempo? Bergson no estaba convencido. Alegando que las conclusiones sensacionales de la teorรญa del fรญsico no eran tan diferentes de las bรบsquedas fantรกsticas de la fuente de la juventud, concluyรณ: “Tendremos que encontrar otra manera de no envejecer.”

Si dos relojes estacionarios se fijan al mismo tiempo uno con respecto al otro, y si uno de ellos se separa y viaja a una velocidad constante, los dos relojes empezarรกn a marcar tiempos diferentes, dependiendo de sus velocidades respectivas. Investigadores han calculado la diferencia sorprendente entre el tiempo del primer reloj (t1) cuando se compara con el segundo (t2). ¿Cuรกl de estos dos tiempos (t1 o t2) es el tiempo verdadero? Segรบn Einstein, ambos; es decir, todos los marcos de referencia deben ser tratados como iguales. Ambas cantidades se refieren igualmente al tiempo.

Bergson fue seรฑalado como el hombre que lideraba la “insurgencia contra la razรณn”, que muchos diagnosticaban como una enfermedad del periodo de entreguerras. En consecuencia, se le acusรณ de denigrar las “ciencias fรญsicas” a, “en el mejor de los casos, un dispositivo meramente prรกctico para la manipulaciรณn de las cosas muertas”. Isaiah Berlin lo asociรณ con “el abandono de estรกndares crรญticos rigurosos y su sustituciรณn por respuestas emocionales casuales”. Bertrand Russell lo acusรณ de ser antintelectual y de albergar una enfermedad peligrosa que afectaba a “las hormigas, las abejas y a Bergson”, donde la intuiciรณn dictaminaba sobre la razรณn. Otros consideraron su Introducciรณn a la metafรญsica “el Discurso del mรฉtodo del antirracionalismo moderno”. Su quinto libro, La evoluciรณn creadora (1907), le trajo fama mundial. Esta celebridad lo acompaรฑรณ hasta 1922, cuando publicรณ su “confrontaciรณn”, como รฉl mismo describiรณ, con la teorรญa de Einstein. Pretendรญa con descaro superarlo al reinterpretar todos los hechos cientรญficos asociados con la teorรญa de la relatividad. El libro estaba en producciรณn editorial durante la reuniรณn de Einstein y Bergson en Parรญs y apareciรณ mรกs tarde ese aรฑo. No produjo el efecto esperado por el autor.

El enfrentamiento entre los dos generรณ polรฉmica porque los implicados creรญan que debรญa alcanzarse un acuerdo en asuntos vinculados a la ciencia. En la actualidad el debate histรณrico entre Bergson y Einstein sobre la teorรญa de la relatividad se puede considerar un “locus clรกsico”. En palabras de Paul Valรฉry, su enfrentamiento fue el grande affaire del siglo XX y puso fin a la “edad de oro anterior al divorcio entre las dos culturas”, la ciencia y las humanidades. Abriรณ una “caja de Pandora” llena de preguntas y dudas.

Einstein, en esos dรญas, tenรญa buenas razones para preocuparse de cรณmo le afectarรญa el ataque del filรณsofo. Querรญa reconocimiento y necesitaba dinero. Le habรญa prometido a su exesposa, como parte de su divorcio, los fondos del Premio Nobel, que รฉl esperaba conseguir pronto. Pero antes de ser galardonado, algunos ya se preguntaban si la crรญtica de Bergson habrรญa puesto “toda la doctrina de la relatividad” en duda. Einstein estaba decidido a rescatarla de la suspicacia. Algunos de sus seguidores comenzaron a considerar su teorรญa simplemente irrelevante para nuestras preocupaciones humanas y mundanas. Alain, un autor muy leรญdo que se convertirรญa en importante escritor antifascista, afirmรณ que, “desde el punto de vista algebraico, toda [la obra de Einstein] es correcta; pero desde un punto de vista humano, es pueril”.

Solo los “acontecimientos objetivos

Durante su reuniรณn con Bergson, Einstein defendiรณ su definiciรณn de tiempo por tener un claro “sentido objetivo”, en contraste con otras definiciones. “Hay acontecimientos objetivos, independientes de los individuos”, insistiรณ ese dรญa, lo que implicaba que su nociรณn de tiempo era la รบnica opciรณn objetiva. Su teorรญa no era solo una hipรณtesis fructรญfera o una explicaciรณn conveniente que podรญa ser escogida entre muchas otras. “Uno siempre puede elegir la representaciรณn cientรญfica que quiera, si cree que es mรกs cรณmoda para una u otra tarea en cuestiรณn, pero eso no tiene ningรบn sentido objetivo”, aclarรณ.

A principios del otoรฑo de 1922, el polรฉmico volumen Duraciรณn y simultaneidad saliรณ de la imprenta. En el prรณlogo, Bergson describiรณ el “deber” de defender la filosofรญa de la invasiรณn de la ciencia. Sus palabras fueron fuertes: “La idea de que la ciencia y la filosofรญa son disciplinas diferentes destinadas a complementarse entre sรญ […] despierta el deseo y tambiรฉn nos impone el deber de proceder a una confrontaciรณn.” Bergson reprochรณ a Einstein haber creado un teorรญa que dejaba “de pertenecer a la fรญsica” y se basaba en una filosofรญa profundamente defectuosa.

Aunque aquel dรญa la simple afirmaciรณn de Einstein –“no existe el tiempo de los filรณsofos”– sirviรณ como detonador, muchos factores adicionales intensificaron el conflicto entre los dos hombres y sus puntos de vista. Bergson y Einstein pertenecรญan a comunidades diferentes con herencias culturales e intelectuales distintas. Einstein buscaba de manera obsesiva la unidad en el universo, defendรญa la creencia de que la ciencia podรญa revelar sus leyes inmutables y trataba de describirlo de la manera mรกs sencilla posible. Bergson, por el contrario, afirmaba que la marca del universo era todo lo contrario: nunca acababa de cambiar. Las filosofรญas que no hacen hincapiรฉ en lo fluctuante y contingente de la naturaleza impredecible del universo e ignoran el rol esencial de la conciencia humana en este y su papel central en su conocimiento eran, segรบn รฉl, retrรณgradas e iletradas. Mientras que Einstein buscaba la coherencia y la sencillez, Bergson subrayaba las inconsistencias y complejidades.

El Tiempo, con mayรบscula

Bergson decidiรณ capitular la primera letra de la palabra “Tiempo” en el prรณlogo a la segunda ediciรณn de Duraciรณn y simultaneidad. Al escribirlo asรญ, comunicaba a sus lectores que el concepto incluรญa mรกs que cuando se referรญa al “tiempo” en minรบsculas. De ese modo ponรญa en claro que su libro no trataba el mismo tema que preocupaba a los fรญsicos. El “Tiempo” para Bergson y sus seguidores incluรญa esos aspectos del universo que nunca podrรญan ser capturados en su totalidad por instrumentos cientรญficos (como relojes o dispositivos de grabaciรณn) o por fรณrmulas matemรกticas. Confundir la hora del reloj con el tiempo-en-general y juzgar el segundo por las normas del primero no podรญa ser mรกs aborrecible, estimaba Bergson. Pero su argumento era tan sutil que muchos lectores no lo comprendieron. Optaron por categorizar al enemigo de Einstein como retrรณgrado y equivocado en lo fundamental.

La querella entre Einstein y Bergson pronto se enredรณ con temas mรกs amplios como el ascenso del fascismo en Europa y el papel adecuado de la filosofรญa y de la ciencia en las sociedades industriales y tecnolรณgicas. Los pensadores volvieron una y otra vez a ese 6 de abril de 1922 en discusiones de alto voltaje entre intelectuales que trabajaban bajo nuevos regรญmenes nacionalsocialistas o fascistas y los que fueron obligados a emigrar a Amรฉrica. En todos estos contextos, las interpretaciones que se le daban a ese dรญa cambiaban tanto como cambiรณ el mundo en los aรฑos que pasaron de la Belle ร‰poque a la Guerra Frรญa.

La filosofรญa de Bergson apelaba al corazรณn y no solo a la mente. Como tal, aspiraba a ser mรกs amplia que el conocimiento cientรญfico. Trataba sobre las manos, los ojos y los oรญdos, inspirando a muchos artistas. Pretendรญa frenar los excesos de un racionalismo frรญo y seco legado por Renรฉ Descartes y su universo mecanicista, y por Auguste Comte con su sistema riguroso de jerarquรญas del conocimiento. Era un antรญdoto contra la comprensiรณn puramente matemรกtica y estรกtica del universo, contra una metodologรญa rรญgida y desalmada que se asociaba con los excesos violentos de la Revoluciรณn francesa.

Entre sus trabajos se encontraban lecciones no solo sobre la naturaleza del tiempo, sino tratados completos dedicados a las preocupaciones apremiantes de esos seres de carne y hueso que buscaban escapar a la lรณgica frรญa de la ciencia y la escolaridad acadรฉmica rรญgida y รกrida de las universidades. Bergson era un filรณsofo que estudiaba los recuerdos, los sueรฑos y la risa.

Levantarse y caer

¿Por quรฉ Bergson, que fue tan cรฉlebre, es hoy poco conocido? ¿Cรณmo fue posible borrar de la historia a un personaje alguna vez tan prominente? Cuando Bergson muriรณ el 3 de enero de 1941, muchos ya lo daban por desaparecido. Su debate con Einstein precipitรณ una caรญda vertiginosa desde los cielos del conocimiento. Su fama habรญa alcanzado su punto mรกximo cuando tenรญa casi cincuenta aรฑos y se desplomรณ con tanta rapidez como habรญa subido. Einstein, al contrario, fue poco conocido por el pรบblico hasta que cumpliรณ cuarenta aรฑos. Sin embargo, mantuvo con รฉxito su reputaciรณn mรกs allรก de la muerte, hasta alcanzar el estatus de รญcono.

Durante la ocupaciรณn nazi en Francia, el filรณsofo no utilizรณ ni su fama ni su reputaciรณn para obtener privilegios especiales del gobierno, y se negรณ a pedir un trato especial durante el rรฉgimen de Vichy. Renunciรณ a todos sus puestos oficiales y, un dรญa de diciembre, decidiรณ esperar su turno en la fila de la calle, como cualquiera, para registrarse con otros judรญos franceses. La prensa relatรณ que iba vestido con una bata sobre su pijama y pantuflas. Muriรณ poco despuรฉs. Tenรญa 81 aรฑos. Un obituario escrito por un amigo y ministro de gobierno fue transmitido a travรฉs de la radio. En oposiciรณn directa contra la polรญtica oficial de la ocupaciรณn alemana, Francia honrรณ de manera pรบblica la muerte de un pensador tan francรฉs como judรญo.

“Cuando vinieron a sacar su ataรบd –relata Paul Valรฉry–, dijimos nuestro รบltimo adiรณs al filรณsofo mรกs importante de nuestra era.”

Determinar el tiempo, Bergson insistiรณ, era una operaciรณn compleja. “Para saber quรฉ hora es” no solo advertimos un nรบmero dado por un instrumento (el reloj). Saber la hora, segรบn รฉl, requiere cierto juicio sobre el significado de un momento. La importancia de acontecimientos particulares es para nosotros la razรณn por la cual los relojes “funcionan”, la razรณn por la cual estos se “fabrican” y el motivo que nos llevaba a “comprarlos”. Si los relojes marcan el tiempo, argรผรญa, era solo porque poseemos una nociรณn mรกs bรกsica del tiempo que nos llevรณ a inventarlos, construirlos y usarlos. Sin embargo, estas razones no le interesaban a Einstein, quien creรญa que el tiempo era exclusivamente lo que los relojes medรญan. El fรญsico no llegรณ a explorar las razones por las cuales los relojes fueron inventados en primera instancia. Bergson, por el contrario, querรญa saber quรฉ nos llevรณ a vivir una existencia marcada por el reloj y cรณmo podrรญamos usar nuestro tiempo para escaparnos de sus garras: “El tiempo es para mรญ lo que es mรกs real y necesario; es la condiciรณn necesaria de la acciรณn: ¿Quรฉ estoy diciendo? Es la acciรณn misma.” ~

 

+ posts

(Ciudad de Mรฉxico, 1973) es fรญsica e historiadora de la ciencia. Es autora de A tenth of a second: A history (University of Chicago Press, 2009).


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: