(A Daniela Tarazona)
Querida Daniela: En la noche, de un tirón y en total suspense he leído, pero qué digo leído, he visto, oído, olido, palpado, paladeado tu Animal sobre la piedra, que es un relato en el que con una admirable intensidad y sin perder nunca el tono, un tono elegante pese a la casi obscena y por lo demás magnífica materia biológica del asunto, has ejercido la prosa desde los cinco sentidos, le has dado la concreción, la sensorialidad, lo carnal y terrenal a algo que no sé si se podrá definir como relato fantástico o como “testimonio de un delirio”, o “cronica de una mutación”, pero creo que la manera en que desafortunadamente se le clasificaría, encerrándolo en un género como metiéndolo en un paquete selldo y etiquetado sería afantasmarlo, deshacer su realismo de, cómo decirlo, de “instantaneidad”, porque esa escritura de separados párrafos se ajusta perfectamente, y con un lenguaje preciso, sin “literatura” pero legítimamente literario, en un corpus de prosa en que el detalle es esencial, es la verdadera sustancia del relato… y sin embargo el tuyo no es un relato “materialista”, “naturalista”, sino que, ¿me atreveré a decírtelo (aun si el adjetivo sonará ya fané y descangallado, pero por ahora no encuentro otro)?, es un relato espíritual, y has tenido la gran sabiduría de escribirlo, como dije, desde los cinco sentidos… más el sexto que es el espíritu… y conste que no soy “espiritualista”, pero creo que el espíritu existe, que no se lo debemos a un Dios o a un gran Espíritu Global, sino que los humanos nos lo hemos hecho, nos lo hemos inventado (…uf, en qué intríngulis me he metido), y la prueba de ello sería la literatura…
(Mensaje enviado a Daniela el 26 de noviembre de 2008)
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.