Fotografรญa: Abdullatif Anis

El avispero sirio

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Digan lo que digan los medios y los gobiernos occidentales, Siria no estรก viviendo una guerra de liberaciรณn liderada por unos rebeldes heroicos contra un dictador malvado. Como siempre, las cosas son mucho mรกs complejas que ese mundo en blanco y negro donde los buenos luchan contra los malos. El conflicto sirio, que lleva dieciocho meses, con un balance de unos veinte mil muertos, empezรณ como un asunto interno y se ha convertido sobre la marcha en un enfrentamiento geopolรญtico entre dos grandes ejes: por un lado, Estados Unidos, Europa y Arabia Saudita apoyan a los rebeldes, y por el otro, Rusia, China e Irรกn sostienen al rรฉgimen de Bachar el Asad. Cada eje defiende sus intereses estratรฉgicos, mientras los sirios ponen los muertos y destruyen su propio paรญs con las armas entregadas por sus “protectores”. Y cuando no quede nada de esa tierra donde tantas civilizaciones dejaron sus huellas, entonces habrรก una conferencia internacional para repartir los despojos en dos o tres mini Estados confesionales.

Antes de transformarse en una guerrilla armada y financiada desde fuera, el movimiento de protesta sirio fue pacรญfico. Envalentonados por los รฉxitos de la “primavera รกrabe” en Tรบnez y en Egipto, un grupo de jรณvenes de la ciudad de Deraa, cerca de la frontera con Jordania, se lanzรณ a la calle en marzo de 2011 para exigir reformas democrรกticas. Fueron duramente reprimidos, conforme a la prรกctica de un rรฉgimen que nunca, en sus cuarenta aรฑos de vida, ha tolerado la mรกs mรญnima oposiciรณn. ¿Podรญa haberse evitado la carnicerรญa que siguiรณ? Los acontecimientos en Tรบnez y Egipto demostraron que sรญ era posible un cambio polรญtico sin derramamiento de sangre. Murieron cientos de egipcios en la represiรณn desatada por las fuerzas paramilitares, pero los manifestantes de la plaza Tahrir, en el centro de El Cairo, no cayeron en las provocaciones y no respondieron a la violencia con las armas. En cambio, en Siria ambos bandos se enzarzaron rรกpidamente en una guerra fratricida y desigual.

Para entender esa incapacidad de los sirios para sentarse a una mesa de negociaciรณn y resolver sus diferencias de manera pacรญfica, hay que hurgar un poco en la historia de esa naciรณn. Se ha dicho y repetido hasta la saciedad en la prensa occidental que, en Damasco, desde 1970 gobierna con mano de hierro la minorรญa alauรญ a travรฉs de la familia El Asad. Lo que no se cuenta es que, antes del golpe de Estado que puso en el poder a Hafez el Asad, padre del actual presidente, los alauรญes habรญan sido maltratados durante siglos por los sunรญes. Los alauรญes surgieron de una antigua escisiรณn del chiismo, la rama minoritaria del islam. Toman vino y sus prรกcticas religiosas incluyen algunos elementos cristianos. Eso fue suficiente para que los sunรญes decretaran, en el siglo XIV, una fetua llamando a la eliminaciรณn fรญsica de esos herejes, que huyeron para salvar la vida hasta los lugares mรกs recรณnditos de las montaรฑas, cerca de la costa mediterrรกnea. La fetua sigue vigente hoy, con la diferencia de que los alauรญes estรกn en el poder y han actuado sin miramientos a la hora de someter a los sunรญes, que son el 75% de la poblaciรณn actual de Siria.

¿Cรณmo hizo esa minorรญa –apenas 10% de los veintitrรฉs millones de sirios– para desplazar a sus viejos enemigos? A mediados del siglo pasado, a raรญz de la primera guerra รกrabe-israelรญ (1948), la burguesรญa sunรญ ya no quiso mandar a sus hijos a hacer carrera en el ejรฉrcito. A partir de entonces, la misiรณn de defender el paรญs –independiente desde 1946– estarรญa a cargo de los mรกs pobres, es decir las minorรญas alauรญ, cristiana y drusa, que aprovecharon la oportunidad y se alistaron en la milicia. Lo cuenta muy bien un antiguo jefe de los servicios secretos franceses, Alain Chouet, que estuvo destacado en Siria durante varios aรฑos. “Cuando se entrega el control de las armas a los pobres y a los perseguidos”, explicรณ Chouet en una conferencia a finales de junio pasado, “se tiene el riesgo de que las vayan a usar para robar a los ricos y vengarse de ellos. Es lo que ha pasado en Siria […] Hafez el Asad venรญa de una de las familias mรกs modestas de la comunidad alauรญ, pero llegรณ a dirigir el Ejรฉrcito del Aire y a ocupar el puesto de ministro de Defensa antes de tomar el poder por la fuerza”.

Mucha sangre ha corrido desde entonces, y no de un solo lado. Entre diez y veinte mil sunรญes fueron masacrados en 1982 en la ciudad de Hama, feudo de los Hermanos Musulmanes. Esa actuaciรณn bรกrbara fue dirigida por el propio hermano de Hafez el Asad en venganza por una matanza de ochenta cadetes alauรญes, cometida dos aรฑos antes por un comando sunรญ en Alepo. Los dos bandos se enfrentan hoy en esa ciudad, la mayor del paรญs, con 2.5 millones de habitantes. Los combatientes del Ejรฉrcito Libre de Siria (ELS) han sido bien recibidos en los barrios sunรญes mรกs pobres de la gran capital comercial multiรฉtnica, cuyos bazares han sido durante siglos un hervidero de compradores llegados de los otros paรญses รกrabes y de Turquรญa, Irรกn o Rusia. En cambio, las รกreas donde viven los cristianos, los kurdos o la burguesรญa sunรญ, todos aliados del rรฉgimen recibieron con alivio la protecciรณn de las Fuerzas Armadas.

Alepo, donde percibรญ una gran convivialidad entre los grupos รฉtnicos y religiosos cuando la recorrรญ a mediados de los aรฑos noventa, amenaza ahora con sucumbir tambiรฉn a esa guerra sectaria que se ha agudizado en el resto del paรญs y que tanto daรฑo hizo en el vecino Lรญbano. Todos los dรญas aparecen imรกgenes de ejecuciones sumarias y de cuerpos desmembrados. Los alauรญes masacran familias enteras en los pueblos sunรญes que se han pasado a la rebeliรณn. El aparato represivo del rรฉgimen, con sus temidos mujabarat  (policรญa secreta) y sus shabiha  (paramilitares), estos รบltimos de creaciรณn reciente, siempre se ha caracterizado por su brutalidad. Sin embargo, los rebeldes no se han quedado atrรกs e incluso alardean de sus propias exacciones. Ellos mismos hacen circular los videos donde se les ve asesinar a los partidarios del rรฉgimen, a veces por el solo hecho de pertenecer a la comunidad alauรญ. Ante la imposibilidad para cualquiera de los dos bandos de imponerse a corto plazo, el terror es ahora el รบltimo recurso.

La ferocidad de la contraofensiva del gobierno indica que los alauรญes no tienen la mรกs mรญnima intenciรณn de ceder ante la presiรณn militar de los rebeldes. Estรกn convencidos de que una derrota serรญa seguida de represalias salvajes de parte de los sunรญes, que querrรกn tomar su revancha. Para salir del trance actual, el rรฉgimen cuenta con el apoyo de Rusia, que ha vetado en tres oportunidades una mociรณn de condena contra Damasco en el Consejo de Seguridad de la ONU. Ademรกs de una base naval y algunos intereses econรณmicos en Siria, Moscรบ tiene una aรฑeja alianza con Damasco, que data de la รฉpoca soviรฉtica, y ha inspirado el programa del partido en el poder, el Baaz: socialista, nacionalista y laico.

Sin embargo, Rusia tiene motivos aรบn mรกs importantes para no ceder ante las presiones de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaรฑa, que quieren un cambio de rรฉgimen en Damasco, tal y como lo consiguieron en Libia el aรฑo pasado. En el caso libio, Vladรญmir Putin y su primer ministro, Dimitri Medvรฉdev, se sintieron engaรฑados por las potencias occidentales porque fueron mรกs allรก del mandato de la ONU, que habรญa autorizado la protecciรณn de las poblaciones civiles y, en ningรบn caso, una campaรฑa militar de la OTAN para acabar con la dictadura de Gadafi. Los dirigentes rusos han dejado claro que no caerรกn de nuevo en la trampa y que Siria merece otro tratamiento.

Rusia estรก especialmente preocupada por el carรกcter cada dรญa mรกs islamista de la rebeliรณn y teme que el contagio se extienda a sus propias repรบblicas caucรกsicas –Chechenia, Daguestรกn e Ingushetia–, donde la guerra contra los yihadistas costรณ miles de muertos al Ejรฉrcito Rojo. Segรบn informes publicados en la prensa anglosajona, la presencia de algunos ciudadanos de esas repรบblicas ha sido seรฑalada en Siria, donde han llegado cientos de combatientes procedentes de Libia, Argelia, Iraq, Arabia Saudita e incluso musulmanes franceses y espaรฑoles.

Teherรกn, otro actor clave en el conflicto sirio, ha decidido aumentar su visibilidad despuรฉs de que los rebeldes secuestraran en agosto a 48 “peregrinos” iranรญes, que tenรญan toda la pinta de pertenecer a la Guardia Revolucionaria Islรกmica. Esos pasdarรกn habrรญan llegado a Damasco para echar una mano al amigo Bachar el Asad. Un enviado del ayatolรก supremo Alรญ Jamenei se encargรณ de justificar la asistencia militar de Teherรกn con una gran franqueza. Siria, dijo Said Jalili, es “un pilar esencial [del] eje de la resistencia” a Israel y Estados Unidos, e Irรกn “nunca permitirรก” la destrucciรณn de este eje, que incluye tambiรฉn a la milicia libanesa chiรญ Hezbolรก. Para los iranรญes, “la situaciรณn en Siria no corresponde a un conflicto interno, sino mรกs bien a un conflicto entre el eje de la resistencia y sus enemigos regionales y globales”.

Los iranรญes son los รบnicos que han puesto el conflicto en su verdadera dimensiรณn geopolรญtica. Temen que una derrota de su aliado sirio facilite un ataque de Israel contra su programa nuclear, supuestamente pacรญfico. Ademรกs, su principal enemigo en el mundo musulmรกn, Arabia Saudita, saldrรญa reforzado con una victoria de la rebeliรณn siria. En su afรกn por consolidar su liderazgo religioso y polรญtico, los saudรญes y el pequeรฑo Qatar, ambos sunรญes, financian generosamente todos los movimientos islamistas del planeta con sus petrodรณlares. Y los arman cuando es necesario, como lo estรกn haciendo con el Ejรฉrcito Libre Sirio.

Ahora bien, todo el mundo sabe que Arabia Saudita es una autocracia oscurantista y reaccionaria. ¿Cรณmo explicar entonces que Estados Unidos y Europa apoyen todas las intervenciones exteriores de esta petromonarquรญa, a sabiendas de que su objetivo final es la creaciรณn de regรญmenes similares al suyo? Solo hay una respuesta plausible, la misma de siempre: por encima de todo, las democracias occidentales quieren gobiernos estables y amistosos en esa regiรณn estratรฉgica que produce el 60% del petrรณleo mundial. ~

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(Tรกnger, Marruecos, 1950) es periodista. Fue corresponsal de Le Monde en Mรฉxico. Es coautor de ยฟQuiรฉn matรณ al obispo? (Ediciones Martรญnez Roca, 2005).


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