El círculo rosa

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A los políticos mexicanos les molesta lo que llaman con desprecio el “círculo rojo”, un variopinto conjunto de intelectuales, opinadores, columnistas y escritores críticos. Este círculo ha tenido una mayor influencia desde que en México hay elecciones democráticas. Ahora, ante las elecciones de 2012, ha cobrado importancia otro ámbito que podríamos llamar el “círculo rosa”, más extenso y heterogéneo que el rojo. Este círculo está formado por comentaristas en la prensa del corazón, expertos en autoayuda y superación personal, periodistas especializados en la crónica social, descubridores de secretos confidenciales y husmeadores de la ropa sucia de las celebridades. El círculo rosa incluye también a esa inmensa maraña de redes sociales que se expresa en los millones de usuarios de Twitter, Facebook y YouTube. Ha adquirido importancia política debido a que los candidatos a la presidencia, voluntaria o involuntariamente, han presentado un perfil que se presta al chismorreo y a ser blancos de la moralina popular. No quiero darle al color rosa una connotación femenina, aunque es frecuente esta asociación, ni creo que haya en este círculo más mujeres que hombres.

La contienda electoral es asediada por un enjambre de paparazzi que quieren descubrir los secretos de la vida erótica, familiar o privada de los candidatos. Quieren investigar el número de amantes del candidato del viejo partido autoritario, los misterios de la república amorosa de López Obrador o los resortes familiares que impulsan el éxito de la aspirante de la derecha.

El círculo rosa es muy amplio y tiene un público mucho más grande que el de los opinadores críticos. Se aprovecha de sectores de la clase media poco politizados que –si acaso tienen el hábito de leer– prefieren una novela rosa o de intriga a un libro de historia, son aficionados a las telenovelas mexicanas más melosas y a los programas de radio o televisión dedicados a comentar la farándula y la vida de la gente rica o famosa. En este círculo hay fascinación por explorar las identidades personales y pasión por seguir el ejemplo de quienes han alcanzado el éxito superando mil obstáculos.

Quiero advertir que ni el círculo rosa ni el rojo me parecen deleznables. Por el contrario, creo que son espacios fundamentales para el funcionamiento de la democracia. Por supuesto, en estos círculos hay expresiones que me parecen superficiales o reprobables, por su cursilería o su pedantería, pero ello no invalida la función beneficiosa de la crítica, la divulgación de perfiles personales o los impulsos a la autoayuda y a la superación consciente de los problemas sentimentales, morales y emocionales a los que se enfrenta la gente.

La candidata de la derecha a la presidencia de la república es un ejemplo paradigmático de una persona que, escapada del círculo rosa, ha realizado una meteórica y exitosa carrera política. Cuando Josefina Vázquez Mota fue elegida diputada plurinominal en el año 2000 ya era la autora de un manual de superación personal que se vendía como pan caliente: Dios mío, hazme viuda por favor, publicado en 1999. Desde luego ella no quiere que desaparezca su marido, sino que le pide a la divinidad que mate a los monstruos que la asedian: el miedo a ser ella misma, la soledad, el activismo irracional, el hastío y los prejuicios. Ella quiere evitar el olvido de Dios y proclama con certidumbre que la felicidad es inevitable (si se siguen sus consejos, supongo, pues de otra manera no se explica que haya tanta gente desdichada en este mundo).

Josefina Vázquez Mota es una representante del círculo rosa y se mueve con habilidad en este espacio. Allí compite con el candidato del PRI, otro típico ejemplar del círculo que sabe aprovecharse de su imagen telenovelera, aunque también, por sus deslices, ha sido devorado por las huestes rosadas de twitteros.

Las energías de Josefina Vázquez Mota se concentran en la exaltación de las potencialidades menospreciadas de las mujeres y en destacar el gran valor que le asigna a la familia, al amor, al trabajo y al hogar. Apuesta por los esfuerzos personales y rechaza el ingreso fácil o los subsidios. Rechaza la legalización del aborto y de las drogas. Confía en el estímulo a las energías emprendedoras de los ciudadanos. Su visión de la economía es claramente de derecha. En un artículo de 1998, que causó cierto escándalo, criticó la dictadura de Pinochet pero defendió su política económica (que seguía las enseñanzas de Milton Friedman y rechazaba el Estado del bienestar keynesiano). Consideró que había peores dictaduras que la chilena, como la mexicana, “porque operan bajo una piel de cordero” y no siguen los preceptos de la escuela de Chicago. Pero recientemente le agregó tonos rosáceos a su programa económico, al anunciar que administrará la economía nacional como buena ama de casa.

Josefina Vázquez Mota compite con ventaja en las pistas del círculo rosa (¿es casual que su página oficial en internet sea rosada?). Sin duda ello impulsará su popularidad en la clase media. Pero también puede ser un terreno peligroso donde es fácil tropezar, especialmente porque va lastrada con el enorme peso de dos sexenios gobernados por su partido. No se podrá librar fácilmente de esta carga. Es probable que llegue a ser la presidenta de la república rosa, pero no es seguro que ese camino la lleve a ganar las próximas elecciones. ~ 

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Es doctor en sociología por La Sorbona y se formó en México como etnólogo en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.


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