Desde que asumieron el control del DF hace diez años, las autoridades perredistas ignoraron el gravísimo problema del drenaje profundo (se puede ver al respecto mi artículo “Tsunamierda” en Letras Libres de junio del 2005.
Los llamados del presidente Calderón a enfrentar ese problema ha sido interpretado airadamente por el jefe de gobierno Ebrard y sus bejaranos como una intrusión a un territorio, el DF, del que se asumen propietarios (y en el que los ciudadanos son apenas inquilinos).
Hay una idea de la territorialidad muy curiosa: que el PRD gobierne la capital se entiende no como una convivencia de poderes al interior de una federación, sino a) como una expropiación justiciera, y b) como una anticipación del porvenir nacional. De ahí a que el DF sea declarado “territorio libre de México” sólo falta un pálpito cursilón, semejante al que cometía el CEU cuando por apoderarse de los edificios de la UNAM se sentía concesionario de su espíritu. Es lo mismo que hay también detrás de esas “pintas” que llenan la aguerrida delegación Tlalpan: “Calderón espurio, Tlalpan te repudia”, como si Tlalpan y sus tlalpeños fueran tan unánimes como para ya no distinguir entre continente y contenido.
Volviendo al tema: el interés del presidente Calderón porque la ciudad de México no haga agua –ni realidad la pequeña ficción cataclísmica que aventuré hace unos días- ha sido traducida con la extraña máquina monolingüe del PRD como “injerencia” y “falta de respeto”.
La culpa, como siempre, es de “los otros”: hace años que el gobierno federal –chillan los bejaranos— no aporta dinero para realizar obra hidráulica en el DF. Callan que el legítimo Obrador haya preferido durante su gestión gastar billones en que avanzaran los automóviles aéreos a que corriese la baja mierda: el Legítimo siempre fue hombre de elevadas miras.
Detrás de las ofensas que percibe Ebrard en el interés del presidente, palpita la convicción perredista de que las urnas no eligen autoridades responsables, sino que otorgan certificados de licitud y títulos de propiedad. Se nota en su hoja parroquial, que declara: “La Presidencia de la República tendría que estar consciente de que en la elección del año pasado su titular obtuvo 27 por ciento de los votos en el Distrito Federal, frente al 58 por ciento logrado por López Obrador.”
¿Qué tiene que ver eso con la inminencia de la mierda? Cuando el canal del desagüe decida hacer turismo ecológico y viaje al centro de la ciudad de México, espero que el 58 por ciento de sus votos se dirijan a la urna que les corresponde.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.