El incierto ocaso de Siria

El rรฉgimen actual en Siria tiene los dรญas contados, pero las preguntas urgentes son cuรกndo y cรณmo caerรก.
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El gobierno de Bashar al-Assad, tal como lo conocemos, tiene los dรญas contados. Cuรกnto tiempo tardarรก en gestarse el cambio de rรฉgimen o de quรฉ manera  sucederรก son interrogantes que mantienen en vilo a la regiรณn. Actualmente, acontece una lucha encarnizada y asimรฉtrica, y por ahora todavรญa localizada en Homs,  entre las fuerzas leales al gobierno y una amalgama de combatientes que resulta difรญcil definir. Entre ellos, la poblaciรณn civil padece los embates de ambos bandos.

Las salidas diplomรกticas para estabilizar la situaciรณn han sido infructuosas. La misiรณn de observadores de la Liga de Estados รrabes fue incapaz de prolongar su mandato una vez que Arabia Saudita y Qatar retiraron su apoyo a la misma tras darse a conocer el reportede la misiรณn. Dicho documento dio cuenta que las fuerzas militares sirias no van arrasando ciudades, facilitando incluso la labor de los observadores, y que los grupos armados laxamente organizados alrededor del Ejรฉrcito Libre de Siria, cometen actos de sabotaje y violencia contra objetivos no militares. El reporte, sobra decir, fue escasamente difundido en medios internacionales.

Poco despuรฉs, el proyecto de resoluciรณn del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que implicaba que Assad debรญa transferir  el poder a un vicepresidente, fue vetado por Rusia y China, paรญses que igualaron su aprobaciรณn al documento a una luz verde para un conflicto militar con el perfil idรณneo para escalar a una conflagraciรณn regional, o en el mejor de los casos, una guerra civil subvencionada por actores externos.

Acto seguido, Estados Unidos cerrรณ  su embajada en Damasco mientras que Reino Unido, Italia, Japรณn y los paรญses del Golfo Pรฉrsico retiraron embajadores o redujeron sus legaciones al mรญnimo. Turquรญa, que mantuvo su apoyo a Assad por unos meses, declarรณ que darรก la bienvenida a todos aquellos sirios que “deseen huir de la opresiรณn”. Incluso Libia expulsรณ a los diplomรกticos sirios en Trรญpoli y entregรณ la embajada a representantes del Consejo Nacional Sirio. Mientras tanto, Estados Unidos, a pesar de la probable misiรณn conjunta que podrรญa implementar la Liga รrabe y Naciones Unidas, se alista a conformar un “grupo de amigos”, cuyo mandato y efectividad estรกn por verse.

¿Pero estรก realmente el gobierno sirio en su etapa terminal? La primera anotaciรณn que debe hacerse es que Assad cuenta con el apoyo de la clase militar (entre los desertores son minorรญa los rangos medios y superiores), de la clase media si se atienden las declaraciones del embajador turco ante la Uniรณn Europea y, de acuerdo a una encuesta reciente, de una parte de la poblaciรณn. Lo anterior, a pesar de que la moneda se ha devaluado en un 50% y que las sanciones econรณmicas, en marcha desde el aรฑo pasado, comienzan a erosionar las finanzas pรบblicas.

Supongamos sin embargo que Assad cediera el poder. La pregunta entonces serรญa a quiรฉn. Desde los inicios de las protestas, en el verano de 2010, Turquรญa permitiรณ la formaciรณn de un Consejo Nacional en Estambul, que por algunos meses se presentรณ como una opciรณn plausible en el caso de un cambio de gobierno. Existe tambiรฉn, con sede en Damasco, el Consejo Nacional Sirio. Ambos grupos, a pesar de perseguir aparentemente los mismos objetivos, no fueron capaces de limar sus diferencias y sostener una reuniรณn conjunta con el Canciller britรกnico en noviembre de 2011, quien terminรณ entrevistรกndose con sus representantes por separado.

La oposiciรณn armada es aรบn mรกs incierta. La principal fuerza opositora, que de ninguna manera es rival para el ejรฉrcito regular, es el Ejรฉrcito Libre Sirio cuyo liderazgo recae en el coronel desertor Riad al-Asaad, quien desde la frontera turco-siria poco o nulo comando tiene sobre sus seguidores en Siria. Para ser claros, el Ejรฉrcito Libre no es sino una explosiva reuniรณn de desertores, combatientes sin entrenamiento, mercenarios y  elementos islamistas radicales.

Todos los grupos anteriores tienen no obstante dos caracterรญsticas importantes a tomarse en cuenta. En primer lugar, el apoyo que reciben de la sociedad siria en su conjunto es limitado. Otro aspecto fundamental es que ninguno representa adecuadamente a las minorรญas del paรญs. Desde la “politique minoritaire” francesa del mandato colonial hasta la ascensiรณn de Hafez al-Assad y continuando con su heredero Bashar, el equilibrio รฉtnico responde mรกs a la cooptaciรณn y la represiรณn que a un consenso entre los diversos grupos que conforman el mosaico sirio.

La familia Assad pertenece a la confesiรณn alawita, derivada del Islam shiรญta (alrededor del 15% de la poblaciรณn aunque con obvia ascendencia en los รกmbitos polรญticos, econรณmicos y militar), en comparaciรณn con la mayorรญa sunita (75% de la poblaciรณn). A lo anterior se suman componentes kurdos y armenios no รกrabes, ademรกs de drusos (otra rama del Islam shiรญta), judรญos y cristianos.

Al dรญa de hoy, pareciera que la realidad en el terreno ha rebasado las opciones diplomรกticas o polรญticas en la mesas. A pesar de distintas reformas constitucionales emprendidas por el gobierno, amnistรญas, liberaciรณn de presos polรญticos y otras medidas como el levantamiento del estado de emergencia (vigente desde 1963), la sociedad siria y la comunidad internacional no muestran especial confianza en la dinastรญa Assad, cuyo mandato se extiende ya por cuatro dรฉcadas.

El siguiente paso podrรญa ser muy probablemente el involucramiento de actores externos en el conflicto, por medio de decisiones avaladas por organismos multilaterales o por el simple patronazgo, estatal o clandestino, a grupos armados.

Lo cierto es que la primavera siria estรก por cumplir un aรฑo de iniciada, con un registro de bajas que oscila entre 4 y 6 mil personas y una acendrada polarizaciรณn entre los actores sociales. Es complicado suponer que el gobierno de Assad se mantendrรก por mucho tiempo mรกs en su forma monolรญtica actual, sobre todo a la luz de lo acontecido en Tรบnez, Egipto y, aunque no precisamente el mismo caso, Libia.

Evitar que el conflicto escale y se derrame allende sus fronteras es tarea que en los prรณximos dรญas los actores de un paรญs definido como “una entidad polรญtica sin una comunidad polรญtica” deberรกn acometer.

 

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Es escritor. Reside actualmente en Sรญdney


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