Suecia decidió el jueves emprender una orden de arresto y captura en contra de Julian Assange, fundador de Wikileaks. Se le acusa de violación. La denuncia se hizo justo después de que la web de Assange publicara más 90,000 documentos relacionados con la guerra de Irak, y ocurrió precisamente en el país en que buscaba refugio y que tiene unas de las leyes más estrictas para la protección de periodistas. Pero para entender mejor la historia, hay que comenzar en abril.
Fue entonces cuando apareció el video Collateral Murder. Las imágenes muestran el ataque desde un helicóptero estadounidense a un grupo de civiles, entre ellos un fotógrafo de la agencia Reuters y dos niños, ocurrido en 2007. Reuters había pedido ver la grabación desde entonces, pero fue Wikileaks el medio que lo filtró. “Mira cómo mueren esos bastardos”, dice una voz en inglés. Julian Assange fue rápido en corregirle. Los bastardos son otros. Los que abusan, los que mienten.
Assange nació en Queensland, Australia, en 1971. Sus padres trabajaban en una compañía de teatro y se divorciaron cuando tenía ocho años. Estudió física y matemáticas y se convirtió en un experto informático. A los 21 años entró a la red de una compañía de telecomunicaciones canadiense, Nortel, solo para probar su seguridad. Trabajó como programador durante más de diez años. Hace cuatro que fundó Wikileaks. El sitio ha colgado en la red materiales tan variopintos como los mensajes desesperados de las víctimas de los ataques del 11 de septiembre, los polémicos manuales de procedimientos de la prisión de Guantánamo y hasta el contenido de la cuenta de correo de Sarah Palin. Al video de Irak siguió la publicación de más de 90,000 documentos sobre la guerra de Afganistán, lo que causó que la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, acusara a Assange de “poner en riesgo la vida de los soldados y civiles de Estados Unidos y sus aliados”. Para la publicación, Assange convocó a The Guardian, The New York Times y Der Spiegel. Sobra decir que su irrupción ha causado revuelo en los medios de comunicación. Aunque cuesta trabajo decir que Assange es un amigo de los medios.
Hay quienes son críticos con el periodismo y luego está Assange. Stephen Moss, en The Guardian, afirma que en un encuentro con el fundador de Wikileaks se convenció que “una parte de él odia a los periodistas”. Hay varios ejemplos de que, por lo menos, no siente mucha simpatía. “El periodismo se debería de parecer más a la ciencia”, dijo en una entrevista a The Guardian. “Si los periodistas quieren tener mayor credibilidad, deben de tener más respeto por sus lectores”. Assange ha abandonado entrevistas, como una con CNN que dejó, ofendido por una pregunta sobre las acusaciones por las que ahora lo persiguen en Suecia. También ha acusado a la revista Wired de “tener una agenda [política, se entiende]” y de ser de “poco fiar”. Precisamente Wired fue la publicación que reveló más detalles sobre la detención de Bradley Manning, un analista que trabajaba para el Pentágono y el principal sospechoso de haber filtrado a Wikileaks el video Collateral Murder. Y también Wired ha publicado los testimonios de las mujeres suecas, difundidos originalmente en la prensa local, que denuncian a Assange de violación. Detallan que “al principio fue consensuada, hasta que Assange se negó a parar”.
El comunicado difundido el miércoles por Wikileaks a través de Twitter recuerda que el sitio es atacado “todos los días” y que su fundador ha recibido todo tipo de amenazas. “[Assange] es un ciudadano no estadounidense operando fuera de Estados Unidos. Eso significa que el Gobierno [de EE UU] tiene muchas opciones para lidiar con él”, escribió Marc Thiessen en The Washington Post.
Y los hábitos de Julian Assange van acorde con las amenazas. Sus correos están escrupulosamente encriptados. Nunca se sabe donde dormirá. Un periodista mexicano contaba que en Barcelona coincidió con él en un hotel. Recordaba que Assange se enfureció cuando se enteró que en recepción habían confirmado que se hospedaba en ese sitio. Joseba Elola, de El País, relata que está “obsesionado con los secretos”. La entrevista que concedió al periódico español fue concertada con el mayor secretismo posible y fue confirmada la noche anterior al encuentro. Él mismo recuerda en entrevistas que sus precauciones no responden a miedos infundados. El investigador Daniel Ellsberg, responsable de filtrar los papeles del Pentágono en 1971, ha dicho que la vida de Assange “está en peligro”.
– Verónica Calderón
(ciudad de México, 1979). Periodista. Encargada de información internacional en Tercera Emisión de W Radio y redactora de El País en Madrid.