Adora las complicaciones de la vida y le gusta que las cosas sean tan difíciles como sea posible.*
AL FINAL DEL PRIMER VOLUMEN DE SUS CARTAS, en abril de 1946, Isaiah Berlin se disponía a navegar de vuelta a Inglaterra desde Estados Unidos, donde había pasado la mayor parte de la guerra. Al principio del segundo volumen, al que pertenece esta selección, regresa a la vida como profesor en Oxford y retoma la carrera académica que la guerra había interrumpido.
Aunque el tiempo que sirvió durante la guerra en Estados Unidos no había carecido de preocupación por sus padres en Inglaterra y de culpa por escapar del peligro físico, las condiciones de vida de Berlin allí fueron confortables. La Inglaterra de posguerra no lo era. El país estaba al borde de la bancarrota, el racionamiento impuesto era generalizado, la hambruna masiva era una posibilidad real e incluso el clima se había vuelto más hostil de lo habitual. La Universidad de Oxford no tardó en bullir de estudiantes ansiosos por retomar su educación postergada, y sus necesidades solo podían satisfacerse con un sistema de producción en línea muy distinto de la relajada forma de enseñanza anterior a la guerra. Para Berlin, esto era especialmente frustrante, porque significaba que tenía que postergar su paso de la filosofía al tema que se había convertido en su verdadera pasión, la historia de las ideas.
Las cartas de esa época muestran una incómoda combinación de constante enseñanza en Oxford (sobre todo para New College) y una ocupada vida social en Londres y en las casas de campo de amigos y conocidos. Su vivaz y enriquecedora compañía era requerida en todas partes, y las cartas muestran plenamente su sardónica observación de las rarezas y las nimiedades sociales. Finalizado el trimestre lectivo, Berlin visitó Palestina en un momento crucial, en su proceso de independencia, y tuvo un papel menor pero importante en la puesta en marcha del Plan Marshall que rescató las economías europeas. Su visita de seis meses a Harvard en 1949, la primera de varias, fue fructífera intelectualmente, pero a su regreso a Gran Bretaña recibió críticas de todas partes por los artículos que esa visita le inspiró. Eso hizo que el principio de la nueva década fuera un momento de severas dudas en sí mismo, pero también un punto de inflexión. Su regreso a All Souls en 1950 como profesor investigador de la historia de las ideas abrió las compuertas y las cartas documentan su rápido ascenso al estatus de intelectual famoso que aparece en las columnas y las revistas del corazón. Su siguiente viaje a Estados Unidos –a Harvard y Bryn Mawr– dio pie a las series de programas de radio de finales de 1952, que le otorgaron fama nacional. Se presentó al cargo de rector de All Souls en 1951, pero se retiró antes de la votación final; le ofrecieron, pero lo rechazó después de mucho pensarlo, el cargo de rector de Nuffield College en 1953. Su amor por la ópera y sus conocimientos sobre esta le proporcionaron las direcciones de la Royal Opera House y Sadler’s Wells. En 1957 consiguió una cátedra y, después, fue nombrado caballero (algo que aceptó a desgana y no tardó en lamentar).
Berlin publicó mucho: una traducción de Primer amor de Turguénev en 1950, El erizo y la zorra en 1953, La inevitabilidad histórica en 1954, La era de la Ilustración en 1956 y “Dos conceptos de libertad” en 1958, junto a “Una década maravillosa” en 1955-56 y numerosos e importantes artículos y reseñas. Las cartas muestran el proceso con frecuencia tortuoso de la publicación de los escritos de Berlin y sus contradictorias reacciones a los elogios (y críticas) que recibía.
Pero estos aspectos públicos de la vida de Berlin son solo parte de la historia. Los años cincuenta fueron para él años de agitación emocional, y de madurez sexual. La muerte de su padre en 1953 le afectó profundamente y precipitó su persecución de la infelizmente casada Aline Halban, que se convirtió en su esposa en 1956. En ese momento su vida cambió repentinamente: pasó de ser la de un profesor soltero que vivía en la universidad a la de un hombre casado con su propia casa y tres hijastros. Este inmenso cambio fue sin duda una de las principales explicaciones de la creciente madurez de las últimas cartas de este volumen.
El abanico de corresponsales de Berlin en este período es incluso más amplio que en el primer volumen, como lo es la variedad de temas. Existe un marcado aumento de contenido intelectual a medida que pasan los años, y muchas de las cartas explican o amplían sus obras publicadas. Otras ofrecen comentarios agudos y con frecuencia ácidos sobre libros, música, lugares y, por encima de todo, gente. Los viajes de Berlin a Europa y Estados Unidos, sus visitas a Palestina/Israel y su viaje a la Unión Soviética con su nueva esposa en 1956 le mostraron el mundo de posguerra mucho más allá de los confines de Oxford, y las cartas recogen sus impresiones. Sus contactos con las élites políticas de varios países ofrecen una visión privilegiada de las personalidades que se hallaban en el centro de los grandes acontecimientos políticos: la creación del Estado de Israel, la crisis de Suez, la Guerra Fría. En resumen, sus cartas ofrecen una visión bien informada y una idiosincrásica percepción de la era en que fueron escritas, así como una ventana a su propia evolución intelectual. ~
Notas
* Maurice Bowra a Alice James, 9 de septiembre de 1975 [Archivos del Wadham College, Oxford]. Todas las notas son de los editores de Enlightening. Letters 1946-1960, Henry Hardy y Jennifer Holmes, a menos que se indique lo contrario.